Queremos tanto a Julio
El 26 de agosto de 1914 nació el escritor argentino que desde el género epistolar, recopilado en un texto publicado en Buenos Aires, en 2012, mencionó en más de cien oportunidades a Colombia o a personajes relacionados con el país
En las más de tres mil páginas que abarcan los cinco volúmenes
de las Cartas de Julio Cortázar (Alfaguara, Buenos Aires 2012) son
alrededor de cien las menciones que pueden rastrearse, de Colombia y los
colombianos en general, y algunos de ellos en particular.
Así, el 4 de octubre de 1966, en carta desde París a su amigo y editor en Sudamericana (Buenos Aires), Francisco Porrúa, le anuncia que le han llegado los libros de García Márquez: "Si le escribís, decile que es un gran cronopio y que me conmueve su generosidad al mandarme sus cosas. [...] Yo también creo que García Márquez es el meteco ascendente que ves vos. Hacía mucho tiempo que no encontraba una prosa tan viva, tan fabulosamente inventiva".
Al mismo Porrúa, el 18 de marzo 1967, le confiesa: "Re Gabriel: ¿Cinco o diez líneas? Pero es que primero tengo que encontrar el tiempo para leerme todo García Márquez. Aunque te asombres, sólo conozco El coronel…, que me entusiasmó. Quiero leer el resto, tengo aquí un par de cosas y me lanzo. Vamos a ver si salen las líneas, pero de aquí a fin de mes lo veo peludo". Lo cierto es que sí las escribió, y Sudamericana las publicó en agosto en una página publicitaria de Cien años de soledad, donde Cortázar dice que "Gabriel García Márquez aporta en estos años otra prueba de cómo la imaginación en su potencia creadora más alta ha irrumpido irreversiblemente en la novela sudamericana, rescatándola de su aburrida obstinación en parafrasear la circunstancia o la crónica. Sólo así, inventando, sólo desde territorios privilegiados y vertiginosos como Macondo, llegaremos a pisar firme en Guanahaní. El grito de Rodrigo de Triana empieza a salir del mito amable, empieza a designar nuestra verdadera tierra, nuestros verdaderos hombres".
También a Porrúa, el 17 de abril de 1967, le dice que la Revista de Occidente piensa sacar una colección llamada Cimas de América, que constará de 25 volúmenes, de cada uno de los cuales se imprimirán cinco mil ejemplares, con un precio de venta al público de 100 P en España y su equivalente en el exterior. Lo raro de esta carta es el nombre de Eduardo Caballero Bonald, a quien Cortázar se refiere diciendo que Ortega Spottorno, director de la RdO, "le ha confiado a este colombiano [sic] la tarea de seleccionar y dirigir la colección". Cortázar deja en manos de Porrúa la decisión de qué libro suyo autorizaría para publicarse en ella, y le pide que le escriba a este señor, "Calle 17 No. 19-07, Bogotá". Lo cual me da la pista de que en realidad debe tratarse de Eduardo Caballero Calderón, y no de Caballero Bonald (que además se llama José Manuel), pues aunque éste vivió un tiempo en Bogotá, en 1963 ya había regresado a España. Pero el 22 de mayo de 1967, en otra carta a Porrúa, Cortázar insiste en llamarlo Eduardo Caballero Bonald.
Siempre a Porrúa, el 23 de septiembre de 1968, le cuenta que conoció personalmente a García Márquez, "que se quedó dos días más en París para encontrarse conmigo, y tanto él como Mercedes me parecieron maravillosos; la amistad nace como una fuente cuando la vida te pone frente a seres así. De vos hablamos tanto que te habrán quizá zumbado los oídos; juramos que si no venís en diciembre habrá venganzas estelares y conspiraciones colombiano–argentinas que te harán temblar".
A Vargas Llosa, el 14 de octubre de 1968, le pregunta: "¿Es cierto que proyectas vivir en Barcelona? Algo me dijo Gabo, a quien por fin conocí en París, y con el cual hablé muchas horas (siendo tú uno de los temas centrales, puesto que es evidente que tienes casa propia en Macondo)". Meses más tarde, y cuando ya se ha desatado el escándalo Heberto Padilla, le escribe nuevamente a Vargas Llosa, 31 de enero de 1969, hablándole de la reunión del consejo de redacción de la revista Casa de las Américas, donde "faltaba [Jorge] Zalamea, muy enfermo".
A Roberto Fernández Retamar, el 16 de agosto de 1970, le explica que García Márquez siente muchos deseos de ir a Cuba, pero que le "tiene horror a las conferencias, las reuniones multitudinarias; se niega a hablar en esas circunstancias y sufre espantosamente. Me dijo, con su gracia habitual: “Por grupos de a seis, estoy dispuesto a hablar con toda Cuba”".
A Ángel Rama, el 28 de agosto de 1972, le da cuenta del telegrama que le ha enviado a Pastrana Borrero: "Invocando alta tradición cultural colombiana pídole encarecidamente autorice distinguido escritor Ángel Rama ingrese Colombia donde reside familia. Salúdole respetuosamente". Y al propio Rama le explica: "No es fácil mantenerse en límites tan corteses, como comprenderás, pero se entiende que la mera protesta telegráfica puede ser un arma que se vuelva contra vos y contra Marta".
Desde su retiro provenzal en Saignon, el 5 de junio de 1973 le escribe a García Márquez: "Estamos bien, yo muy cansado de mi periplo latinoamericano, exaltante y útil para mí pero a la vez muy parecido a quince rounds contra Kid Pambelé. Por cierto que este jodido, que creo compatriota tuyo aunque vive en Venezuela, derrotó a mi gran campeón Nicolino Locche, cosa que me produjo una depresión duradera".
A Ana María Hernández, el 21 de enero de 1975: "Hubiera sido muy hermoso encontrarnos en París o en otro lado durante tus vacaciones, pero la frase anterior te estará diciendo ya que no será posible esta vez. En febrero (dentro de tres semanas más o menos) tengo que ir a México por la reunión del Tribunal de Helsinki, que se reúne para ocuparse de Chile. Me lo pidieron la Tencha Allende y Carlos Altamirano cuando nos vimos en Bruselas; también estará García Márquez, y no me puedo negar".
[Inciso: En esos años de febril actividad política contra las dictaduras en el Cono Sur, con los dos amigos participando en las sesiones del Tribunal Russell, menudean las referencias a Gabo en el epistolario del Gran Cronopio, pero la mayoría tan sólo son nominales, aludiendo a su presencia en dichas sesiones y a los viajes que hacen o van a hacer con motivo de las mismas].
A Félix Grande, el 1 de abril de 1982, y en ella le cuenta que quiere volver muy pronto a Nicaragua, "pues se puede hacer mucho allá en materia cultural. Pasé una muy buena noche leyendo textos junto con García Márquez, ante un público extraordinariamente receptivo y sensible; era al aire libre, todo el mundo sentado bajo los árboles, con ese clima del que no quisieras separarte nunca".
Y en una carta a Daniel Molina, se encuentra la posible última referencia a Colombia que hay en la correspondencia de Cortázar, y como la primera, se relaciona con Gabo. La carta está fechada en París el 11 octubre de 1983, y en ella le asegura que le acaba de remitir la hojita que era para él, y añade: "Pienso que está en México, pues después de varios meses en Colombia desistió de hacer salir el diario que había fundado con la plata del premio Nobel, por dificultades de todo tipo. Y se volvió, me dicen, a su casa de México. Espero que allí le llegue tu mensaje".
Así, el 4 de octubre de 1966, en carta desde París a su amigo y editor en Sudamericana (Buenos Aires), Francisco Porrúa, le anuncia que le han llegado los libros de García Márquez: "Si le escribís, decile que es un gran cronopio y que me conmueve su generosidad al mandarme sus cosas. [...] Yo también creo que García Márquez es el meteco ascendente que ves vos. Hacía mucho tiempo que no encontraba una prosa tan viva, tan fabulosamente inventiva".
Al mismo Porrúa, el 18 de marzo 1967, le confiesa: "Re Gabriel: ¿Cinco o diez líneas? Pero es que primero tengo que encontrar el tiempo para leerme todo García Márquez. Aunque te asombres, sólo conozco El coronel…, que me entusiasmó. Quiero leer el resto, tengo aquí un par de cosas y me lanzo. Vamos a ver si salen las líneas, pero de aquí a fin de mes lo veo peludo". Lo cierto es que sí las escribió, y Sudamericana las publicó en agosto en una página publicitaria de Cien años de soledad, donde Cortázar dice que "Gabriel García Márquez aporta en estos años otra prueba de cómo la imaginación en su potencia creadora más alta ha irrumpido irreversiblemente en la novela sudamericana, rescatándola de su aburrida obstinación en parafrasear la circunstancia o la crónica. Sólo así, inventando, sólo desde territorios privilegiados y vertiginosos como Macondo, llegaremos a pisar firme en Guanahaní. El grito de Rodrigo de Triana empieza a salir del mito amable, empieza a designar nuestra verdadera tierra, nuestros verdaderos hombres".
También a Porrúa, el 17 de abril de 1967, le dice que la Revista de Occidente piensa sacar una colección llamada Cimas de América, que constará de 25 volúmenes, de cada uno de los cuales se imprimirán cinco mil ejemplares, con un precio de venta al público de 100 P en España y su equivalente en el exterior. Lo raro de esta carta es el nombre de Eduardo Caballero Bonald, a quien Cortázar se refiere diciendo que Ortega Spottorno, director de la RdO, "le ha confiado a este colombiano [sic] la tarea de seleccionar y dirigir la colección". Cortázar deja en manos de Porrúa la decisión de qué libro suyo autorizaría para publicarse en ella, y le pide que le escriba a este señor, "Calle 17 No. 19-07, Bogotá". Lo cual me da la pista de que en realidad debe tratarse de Eduardo Caballero Calderón, y no de Caballero Bonald (que además se llama José Manuel), pues aunque éste vivió un tiempo en Bogotá, en 1963 ya había regresado a España. Pero el 22 de mayo de 1967, en otra carta a Porrúa, Cortázar insiste en llamarlo Eduardo Caballero Bonald.
Siempre a Porrúa, el 23 de septiembre de 1968, le cuenta que conoció personalmente a García Márquez, "que se quedó dos días más en París para encontrarse conmigo, y tanto él como Mercedes me parecieron maravillosos; la amistad nace como una fuente cuando la vida te pone frente a seres así. De vos hablamos tanto que te habrán quizá zumbado los oídos; juramos que si no venís en diciembre habrá venganzas estelares y conspiraciones colombiano–argentinas que te harán temblar".
A Vargas Llosa, el 14 de octubre de 1968, le pregunta: "¿Es cierto que proyectas vivir en Barcelona? Algo me dijo Gabo, a quien por fin conocí en París, y con el cual hablé muchas horas (siendo tú uno de los temas centrales, puesto que es evidente que tienes casa propia en Macondo)". Meses más tarde, y cuando ya se ha desatado el escándalo Heberto Padilla, le escribe nuevamente a Vargas Llosa, 31 de enero de 1969, hablándole de la reunión del consejo de redacción de la revista Casa de las Américas, donde "faltaba [Jorge] Zalamea, muy enfermo".
A Roberto Fernández Retamar, el 16 de agosto de 1970, le explica que García Márquez siente muchos deseos de ir a Cuba, pero que le "tiene horror a las conferencias, las reuniones multitudinarias; se niega a hablar en esas circunstancias y sufre espantosamente. Me dijo, con su gracia habitual: “Por grupos de a seis, estoy dispuesto a hablar con toda Cuba”".
A Ángel Rama, el 28 de agosto de 1972, le da cuenta del telegrama que le ha enviado a Pastrana Borrero: "Invocando alta tradición cultural colombiana pídole encarecidamente autorice distinguido escritor Ángel Rama ingrese Colombia donde reside familia. Salúdole respetuosamente". Y al propio Rama le explica: "No es fácil mantenerse en límites tan corteses, como comprenderás, pero se entiende que la mera protesta telegráfica puede ser un arma que se vuelva contra vos y contra Marta".
Desde su retiro provenzal en Saignon, el 5 de junio de 1973 le escribe a García Márquez: "Estamos bien, yo muy cansado de mi periplo latinoamericano, exaltante y útil para mí pero a la vez muy parecido a quince rounds contra Kid Pambelé. Por cierto que este jodido, que creo compatriota tuyo aunque vive en Venezuela, derrotó a mi gran campeón Nicolino Locche, cosa que me produjo una depresión duradera".
A Ana María Hernández, el 21 de enero de 1975: "Hubiera sido muy hermoso encontrarnos en París o en otro lado durante tus vacaciones, pero la frase anterior te estará diciendo ya que no será posible esta vez. En febrero (dentro de tres semanas más o menos) tengo que ir a México por la reunión del Tribunal de Helsinki, que se reúne para ocuparse de Chile. Me lo pidieron la Tencha Allende y Carlos Altamirano cuando nos vimos en Bruselas; también estará García Márquez, y no me puedo negar".
[Inciso: En esos años de febril actividad política contra las dictaduras en el Cono Sur, con los dos amigos participando en las sesiones del Tribunal Russell, menudean las referencias a Gabo en el epistolario del Gran Cronopio, pero la mayoría tan sólo son nominales, aludiendo a su presencia en dichas sesiones y a los viajes que hacen o van a hacer con motivo de las mismas].
A Félix Grande, el 1 de abril de 1982, y en ella le cuenta que quiere volver muy pronto a Nicaragua, "pues se puede hacer mucho allá en materia cultural. Pasé una muy buena noche leyendo textos junto con García Márquez, ante un público extraordinariamente receptivo y sensible; era al aire libre, todo el mundo sentado bajo los árboles, con ese clima del que no quisieras separarte nunca".
Y en una carta a Daniel Molina, se encuentra la posible última referencia a Colombia que hay en la correspondencia de Cortázar, y como la primera, se relaciona con Gabo. La carta está fechada en París el 11 octubre de 1983, y en ella le asegura que le acaba de remitir la hojita que era para él, y añade: "Pienso que está en México, pues después de varios meses en Colombia desistió de hacer salir el diario que había fundado con la plata del premio Nobel, por dificultades de todo tipo. Y se volvió, me dicen, a su casa de México. Espero que allí le llegue tu mensaje".
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