La policía apunta al suicidio como causa del fallecimiento
Ni la ilusión por volver a interpretar uno de sus papeles más
recordados, el de la señora Doubtfire, cuyo proyecto ya estaba en
marcha, pudo mitigar la depresión que desde hace años arrastraba el
actor Robin Williams
(Chicago, 1951), un intérprete que forjó su carrera entre la comedia,
para la que estaba superdotado con una portentosa gestualidad, y el poso
de amargura que dejó en filmes como El club de los poetas muertos, El indomable Will Hunting, por la que ganó el Oscar —el único que obtuvo en su carrera— al mejor actor secundario en 1998, o Retratos de una obsesión.
El cuerpo sin vida del actor, de 63 años, fue encontrado en su casa
de Tiburón, una península en la bahía de San Francisco, frente a la
ciudad. Los servicios de emergencias recibieron una llamada a las 11.55
de este lunes, hora local, (20.55 en la España peninsular) y entraron en
su domicilio, donde certificaron su muerte apenas cinco minutos
después.
La noticia saltó de inmediato a todos los medios de comunicación y las redes sociales
y la desolación se hizo presente en las calles de San Francisco, pues
se le consideraba uno de los símbolos de la ciudad, donde vivía desde
1967.
Su representante, Mara Buxbaum, fue la persona encargada de hacer
pública la noticia. “Hace tiempo que luchaba contra la depresión. Esta
es una muerte trágica y repentina. La familia pide respeto a su dolor y
privacidad en estos momentos tan duros”, agregó.
El parte oficial que hizo público la Oficina del Sheriff del condado de Marín
apunta al suicidio por asfixia como probable causa de su fallecimiento.
Fuentes policiales insistieron en que se van a realizar pruebas para
determinar si se encontraba bajo el efecto de las drogas en el momento
de morir.
La última vez que se le vio con vida fue el pasado domingo a las diez
de la noche junto a su esposa, Susan Schneider, quien también hizo
público un comunicado: “Esta mañana perdí a mi marido, a mi mejor amigo.
El mundo ha perdido a uno de sus mejores artistas y a una bellísima
persona. En nombre de la familia de Robin, os pido respeto. Cuando se le
recuerde, que no sea por su muerte, sino por los muchos momentos de
gozo y sonrisas que nos regaló”.
Entre estos momentos, se recuerdan especialmente las muecas de la famosa niñera en que se convirtió para cuidar de sus hijos en Señora Doubtfire, pero también al profesor de literatura soñador de El club de los poetas muertos.
A lo largo de su carrera logró cinco Globos de Oro. Entre los papeles más renombrados figura también el protagonista de Jumanji o el niño que no quería crecer, un personalísimo Peter Pan en Hook. En el mundo de los dibujos animados puso su voz al genio de Aladino, Batty Coda en Ferngull o los simpáticos pingüinos de Happy Feet.
Polifacético, Williams destacó por algunas de sus aficiones: el
ciclismo y los videojuegos. Su amistad con Lance Armstrong le convirtió
en uno de sus habituales en la línea de meta del Tour en París.
Su gusto por el ocio electrónico, al que consideraba una de las formas
narrativas más innovadoras, le llevó a poner de nombre a una de sus
hijas Zelda, como la aventura gráfica de Nintendo. Tenía también un
hijo, Cody, ambos de su primera esposa, Marsha Garces, de la que se
divorció en 2008. Entonces comenzó su recaída en el alcohol y las
drogas, de los que llevaba más de 20 años apartado. Él mismo confesó su
fuerte adicción a la cocaína a finales de los años setenta y ochenta. En
2009, tuvo que ser intervenido del corazón.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha lamentado su muerte
en un comunicado: "Robin Wiliams fue un piloto, un genio, un presidente,
profesor, un maravilloso Peter Pan y todo lo que se pueda imaginar. No
había otro como él. Llegó a nuestras vidas como un extraño y terminó
tocando los pilares del espíritu humanos. Nos hizo reír. Nos hizo
llorar. No dejó de dar muestras de su talento y humanidad, especialmente
a los que más los necesitaban, nuestras tropas, los desfavorecidos y
marginados que viven en las calles. Toda la familia Obama enviamos
nuestra condolencias a la familia de Robin, amigos y todos aquellos que
encontraron una voz y la inspiración gracias a Robin Williams".
Edwin M. Lee, alcalde de San Francisco, ha emitido una nota de condolencia oficial:
"La ciudad lamenta la pérdida de alguien que ha impactado e inspirando
profundamente a sus habitantes. Sus vínculos con San Francisco eran muy
profundos, en los clubs de comedia, en donde de cuando en cuando
improvisaba". E insiste en que fue uno de sus mejores embajadores. "A
pesar de su éxito, nunca olvidó San Francisco. Como filántropo hizo
generosas aportaciones. Tenemos el corazón roto por alguien que cambió
el mundo con sus risas y alegrías. Nuestros pensamientos y rezos están
con su familia y amigos en estos momentos de duelo".
La profesión usó las redes sociales como medio de despedida y muestra
de condolencias. El cómico Steve Martin fue uno de los primeros en
Twitter: “No puedo estar más tocado por la pérdida de Robin Williams, un
caballero, gran talento, excelente compañero y alma auténtica”. También
Ellen DeGeneres dejó escrito: “No puedo dar crédito a la noticia de
Robin Williams. Dio tanto a tanta gente, tengo el corazón roto”. Los personajes de Barrio Sésamo dieron su último adiós a través de Facebook: "Lamentamos la pérdida de un amigo que nos hizo reír y sonreír". Su compañero Kevin Spacey
optó por este mismo formato: "Hizo reír y pensar al mundo. Se le
recordará y honrará por ello. Un gran hombre, un artista, un amigo. Se
le echará de menos sin medida".
Su última imagen en Instagram, subida hace dos semanas, en la que figura junto a su hija Zelda,
se convirtió en el altar improvisado para sus fans. En el hilo de
comentarios se agolpaban los mensajes lamentando su pérdida y algunos de
sus mejores gags.
Desde 2013 rodaba una serie junto a Sarah Michelle Gellar, The Crazy Ones, basado en las comedias de situación de los ochenta. Se canceló en mayo por falta de audiencia.
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