La actriz fue la protagonista de Rebeca y ganó un Oscar por Sospecha Ha muerto en su casa de Carmel, California, a los 96 años
Joan Fontaine en una umagen de 1948./elpais.com |
Joan Fontaine (Tokio, 1917) falleció el domingo mientras dormía en su casa de Carmel (California) a los 96 años. Con su muerte se rompe uno de los últimos eslabones con la edad dorada de Hollywood. Fontaine, que alcanzó el estrellato gracias al productor David O. Selznick, fue una de las actrices favoritas de Alfred Hitchcock y obtuvo un Oscar porSospecha. Su carrera artística abarcó seis décadas, aunque declinó claramente a partir de los años cincuenta, y aspiró a otros dos Oscar, que no consiguió, por Rebeca (película que daría nombre a la prenda de vestir epónima) y dando la réplica a Charles Boyer en La ninfa constante (1943). Pero tanto o o más que por su carrera, Fontaine fue famosa por la enconada rivalidad que la enfrentó a otra actriz rutilante, su hermana mayor, Olivia de Havilland.
Olivia fue la primera en probar suerte en Hollywood, lo que forzó a Joan a cambiarse de apellido en los años treinta, cuando empezó a conseguir papeles menores en películas no siempre memorables y que, sin duda, estaban a una distancia sideral del clásico que su hermana protagonizó en 1939, encarnando a la Melanie de Lo que el viento se llevó. Sin embargo fue en Fontaine, no en de Havilland, en quien Selznick puso los ojos en la fiesta en la que le presentó a un prometedor director, Alfred Hitchcock.
Junto a él rodó Rebeca (1940) y al año siguiente Sospecha, trabajos ambos por los que recibió una candidatura al Oscar; lograría la estatuilla a la mejor actriz con la segunda cinta, convirtiéndose, a sus 24 años, en la ganadora más joven del premio. Fue esta victoria la que envenenó para siempre la relación entre estas actrices nacidas en Japón, donde su padre trabajaba como abogado de patentes. La distinguida familia de expatriados británicos, emparentados lejanamente con la realeza, no se mantuvo mucho tiempo unida. El matrimonio acabó cuando Joan tenía dos años. La madre se trasladó con sus dos hijas a California, donde se casó con George Fontaine, de quien la menor tomaría el nombre artístico. Allí, Joan y Olivia recibieron una formación exquisita pero espartana: la madre, una actriz formada en la venerable Real Academia de Arte Dramático (RAMA) londinense, las obligaba a recitar a Shakespeare tras la cena. Si su dicción no era perfecta, recibían un golpe en los nudillos.
Con semejante entrenamiento, Olivia se consolidó como actriz rápidamente cuando la Warner la emparejó cinematagráficamente con Errol Flynn. La hermana, que durante un tiempo fue su chófer, lo tuvo más difícil. Aunque Irving Thalberg le ofreció su primer papel en No más mujeres (1935), después pasó año y medio inactiva. No empezaría a abrirse paso de verdad hasta que Katharine Hepburn, con la que coincidió en Olivia (1937), se la recomendó a un productor de la RKO.
El año que Fontaine ganó el Oscar por Sospecha, De Havilland concurría por Si no amaneciera. Fontaine no solo se hizo con la estatuilla, sino que se negó además a aceptar las felicitaciones de su hermana. No volvieron a dirigirse la palabra. De Havilland ganaría en años posteriores otros dos Oscar, por La heredera y Vida íntima de Julia Norris. Fontaine y De Havilland, todavía con vida a sus 97 años, son las únicas hermanas que han conseguido un Oscar en la historia de estos premios. Pero como declaró Fontaine en una entrevista, la rivalidad siempre estuvo ahí. “Mi hermana es un león. Yo, un tigre. Y según las leyes de la jungla nunca podremos ser amigas”, dijo. Incluso durante la reunión de legendarias ganadoras del Oscar que organizó la Academia en 1979, las dos hermanas fueron situadas en extremos opuestos del escenario.
Además de sus trabajos junto a Hitchcock, la única actriz que trabajó con el maestro del suspense que consiguió un Oscar, Fontaine protagonizó Jane Eyre junto a Orson Welles, September Affair (1950), con Joseph Cotten, y Una isla al sol (1957), donde el romance interracial que protagonizaba con Harry Belafonte no ayudó a relanzar una carrera que a partir de esa década se fue dispersando.
Casada y divorciada en cuatro ocasiones, Fontaine deja dos hijas de sus diferentes matrimonios. “En el momento que escucho la marcha nupcial, se acabó el matrimonio”, comentó en una ocasión. La actriz también fue una reconocida interiorista y piloto profesional.
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