20.5.11

Ambrose Bierce en el Medievo

Se edita su única novela
Ilustración de Santiago Caruso incluída en la novela El monje y la hija del verdugo.fuente:elmundo.es

El escritor del XIX, de Ohio, Ambrose Bierce, apodado "el amargo Bierce", es recordado como cultivador del aforismo cáustico, y de las zozobras, las intrigas y la ensoñación en el cuento breve. 'El monje y la hija del verdugo', que edita ahora Libros del Zorro Rojo con ilustraciones fantasmagóricas y simbolistas de Santiago Caruso, es su trabajo más prolongado. Una novela corta. Si bien, su fuente original está ligada a una cierta confusión.

Escribe Bierce en el prólogo de 1906, desde Washington D.C (donde era corresponsal él, la gran pluma periodística del Oeste americano): "Hace muchos años el doctor Gustav Adolf Danziger (en 1890) me trajo a San Francisco lo que me aseguró era su propia traducción de un relato alemán del brillante escritor Herr Richard Voss, de Heidelberg. Como el doctor Danziger tenía en aquella época un conocimiento bastante imperfecto de la lengua inglesa, me pidió que reescribiera su versión de la obra".

Ilustración incluída en la novela.

Ilustración incluída en la novela.

Y afirma que le dieron una cierta "carta blanca". Y de esta ambigüedad nace la obra (que tuvo disputas de derechos de autor), contada en presente de diario de abordo y capítulos breves, por un monje franciscano que se enamora de la hija del verdugo. Un bellezón angelical que se dedicaba a espantar a los buitres carroñeros cuando se abalanzan a zamparse a los ahorcados por su padre. Está ambientado en el monasterio de Berchtesgaden y alrededores, Alta Baviera, Alpes alemanes. Por donde Hitler reposaba durante los veranos y los puentes largos.

Parece casi como si el amargo Bierce se mofase de su narrador, Ambrosius. Patricia Willson nos lo traduce con una retórica pizpireta llena de "Oh", llena de exclamaciones, énfasis y plegarias desatendidas. Al parecer, es una historia de origen medieval (anterior también al señor Voss), como pueda serlo la de los Amantes de Teruel y demás shakespearianismo avant la lettre. La hija del verdugo, Benedicta, que trepa todo un abismo para aparecer en la ventana del fraile y darle un ramo de edelweiss (flor de los acantilados, homenajeada en una canción original del musical 'Sonrisas y lágrimas'), se mantiene siempre en la ambigüedad. Por ahí marcha también el hijo del Amo de la Sal, el joven apuesto Rochus. Nunca se sabe bien qué pasa. La región tiene un tinte macabro y onírico (acentuado por el pintor Caruso) que puede recordar a 'Los acantilados de mármol' de Jünger. Se sabe que Rochus la asedia, y que todos desprecian a la familia del verdugo, como ocurre también en la versión nuestra, de Berlanga.

Consultemos el 'Diccionario del diablo', previamente publicado como 'El vocabulario de un cínico'. En la palabra "verdugo": "Persona que hace lo que puede para disminuir los estragos de la senilidad, y reducir las posibilidades de que la gente muera ahogada". Y, la entrada siguiente: "Funcionario judicial encargado de los deberes más elevados y solemnes, y que goza del desprestigio hereditario ante un populacho cuyos antepasados son criminales. Actualmente, en algunos estados norteamericanos, sus funciones son cumplidas por un electricista".

Pesquisas sobre una muerte en México

Si en los míticos 'Suceso en el puente sobre el río Owl', 'El clan de los parricidas', 'Los ojos de la pantera', 'El engendro maldito' y 'Un habitante de Carcosa' habla del mundo rural que conoce, y de la guerra civil (la de Secesión) que sufrió, en esta novela corta pisa un territorio de marmotas y abadías medievales que no había ni visitado. "Bosques lúgubres, infestados de osos y de espíritus malignos", fabula Ambrosius/Bierce. Cierto que nunca sabremos cuánto puso él, y cuánto el doctor Danzig, el mentado dentista judío que quiso traducir el manuscrito original. Este médico, por cierto, tuvo un papel muy importante en la investigación de la desaparición extraña del escritor en 1913, en la frontera del México revolucionario. Según unos se unió al ejército de Pancho Villa, otros dicen que a Porfirio Díaz. Según otros tantos (de ambos grupos) murió fusilado. El doctor Danzig, entrevistado por un investigador, aseguró que Villa le había referido la afición de Bierce por el tequila.

Hay quien ha dicho que antes de que el pelotón descargase el plomo sobre "el amargo" Bierce, éste se puso a reír. Es él mismo algo así como un mito, como la misma historia medieval que cuenta. Carlos Fuentes de basó en él (con cierto rigor en la coincidencia) para protagonizar 'Gringo viejo'. Valdemar (su gran editorial) ha editado 'Ambrose Bierce y la reina de picas', de Oakley Hall, ficción donde el escritor se mete a detective en San Francisco. En esa misma ciudad donde Bierce (el real) que oyó (por el atrabiliario Danziger, que se adjudicó autoría de la versión inglesa) esta historia de jóvenes impelidos a la fatalidad. En 'El diccionario…' leemos en "perdición": "La pérdida del alma y también el lugar donde se la puede encontrar". Se dice en el cuento fantasmal 'La muerte de Halpin Frayser': "Pero ¿qué mortal puede derrotar a una criatura hija de su propio sueño? La imaginación que crea el enemigo está vencida de antemano; el resultado del combate es su misma causa". Algo de esto ocurre en 'El monje y la hija del verdugo', un drama con edelweiss, florecilla de acantilados.


'El monje y la hija del verdugo', de Ambrose Bierce. Traducción: Patricia Willson. Ilustraciones: Santiago Caruso. Libros del Zorro Rojo, 2011. 22, 90 euros. 136 páginas

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