Literatura y opinión
William Ospina, poeta y escritor, autor de El país de la canela.
Abad sufre escribir una columna, y no escribir ficción.
El público muy concentrado en las opiniones de los escritores.Correa atento mientras Ospina responde
Jugoso debate La escritura entre dos aguas: Literatura y opinión.fotos y texto:Marcelo Del Castillo.
En un recinto que lleva por nombre Tomás Carrasquilla,atiborrado de público convocado, se dió un toma y dame para debatir las ansiedades de lo que se llamó Escritura entre dos aguas:Literatura y opinión.
La moderación capciosa y ponderada de Juan David Correa, ya había abierto fuegos cuando llegué para a hacer este sucinto recuento basado más en las expresiones sueltas que mi memoria alcanzó a grabarlas.
Cuando veía a estos dos pesos pesados del quintacolumnismo disertador colombiano,Héctor Abad Faciolince y William Ospina, se me venía a la mente como es un debate cuando son las ideas de dos intelectuales lúcidos cuya pasión más encedida son leer y escribir, tratando siempre de opinar de lo divino y humano de lo que tienen de complejo y angustioso la realidad colombiana, ya cargada de complejidad, donde lo más normal es normalizar lo anormal.
En su tono de seminarista aplicado, Abad dijo que su ansiedad se transforma en mal genio saber que el día jueves debe sentarse a escribir la columna que aparecerá en El Espectador del domingo.Su familia sufre esta especie de neurosis semanal por tratar de escribir bien su columna.
Ospina no siente mayor sensación de angustia, simplemente la escribe porque se impone opinar sobre temas literarios, así que la actualidad escasamente la toca, aunque si le preocupa el devenir de esta nación atormentada de tantísimos problemas.
Abad siempre busca que sus cuatro mil caracteres esten redondos como un brevísimo ensayo.Ospina se aplica a la verificación de algún dato histórico.
Después era ineludible pasar a hablar de los columnistas que leían o si estos influían en su análisis.Abad nombró a un columnista de The Guardian que se me escapa su nombre. De los nacionales mencionó al gran columnista Caballero.Por supuesto, que leía por masoquismo a otros columnistas que son como muñecos de un ventrilocuo que desgobernó durante ocho años esta sufrida nación.
Correa les preguntó si alguna vez el periódico los ha censurado.Abad dijo que nunca ha sentido esa presión al tocar temas sensibles o delicados, por el contrario ha sentido una total libertad de expresión.
Ospina señaló que la censura como tal no ha sentido pero si la autocensura que se imponían muchos columnistas al saber que trataban temas candentes que iban a suscitar debates.Además él, recalcó, poco analizaba temas nacionales de la coyuntura política.Expresó, entre tantas cosas que uno y otro dijo, que en este país hay que hacerle un juicio histórico a la dirigencia política y también a la ingeniería colombiana por el estado de las carreteras que son lo mismo que hace cincuenta años: derrumbes en las vías.
Correa les preguntó cómo veían el país desde hace seis meses, en clara referencia al cambio de gobierno.Abad uso un símil edificante: Colombia se parece a las plazas de sus pueblos de Colombia. Las cantinas le suben el volumén a su música para no hacer oir a la de su vecino, y le suben tan alto todos después que nadie termina oyendo nada y sólo se siente un ruido que ensordece a todos.Los aplausos no se hicieron esperar.
Fueron cerca de hora y media de preguntas de Correa y respuestas rápidas y sugerentes de cada columnista: Abad y Ospina que se caracterizan por ser consecuentes como intelectuales, poner a pensar a sus lectores siempre.
La moderación capciosa y ponderada de Juan David Correa, ya había abierto fuegos cuando llegué para a hacer este sucinto recuento basado más en las expresiones sueltas que mi memoria alcanzó a grabarlas.
Cuando veía a estos dos pesos pesados del quintacolumnismo disertador colombiano,Héctor Abad Faciolince y William Ospina, se me venía a la mente como es un debate cuando son las ideas de dos intelectuales lúcidos cuya pasión más encedida son leer y escribir, tratando siempre de opinar de lo divino y humano de lo que tienen de complejo y angustioso la realidad colombiana, ya cargada de complejidad, donde lo más normal es normalizar lo anormal.
En su tono de seminarista aplicado, Abad dijo que su ansiedad se transforma en mal genio saber que el día jueves debe sentarse a escribir la columna que aparecerá en El Espectador del domingo.Su familia sufre esta especie de neurosis semanal por tratar de escribir bien su columna.
Ospina no siente mayor sensación de angustia, simplemente la escribe porque se impone opinar sobre temas literarios, así que la actualidad escasamente la toca, aunque si le preocupa el devenir de esta nación atormentada de tantísimos problemas.
Abad siempre busca que sus cuatro mil caracteres esten redondos como un brevísimo ensayo.Ospina se aplica a la verificación de algún dato histórico.
Después era ineludible pasar a hablar de los columnistas que leían o si estos influían en su análisis.Abad nombró a un columnista de The Guardian que se me escapa su nombre. De los nacionales mencionó al gran columnista Caballero.Por supuesto, que leía por masoquismo a otros columnistas que son como muñecos de un ventrilocuo que desgobernó durante ocho años esta sufrida nación.
Correa les preguntó si alguna vez el periódico los ha censurado.Abad dijo que nunca ha sentido esa presión al tocar temas sensibles o delicados, por el contrario ha sentido una total libertad de expresión.
Ospina señaló que la censura como tal no ha sentido pero si la autocensura que se imponían muchos columnistas al saber que trataban temas candentes que iban a suscitar debates.Además él, recalcó, poco analizaba temas nacionales de la coyuntura política.Expresó, entre tantas cosas que uno y otro dijo, que en este país hay que hacerle un juicio histórico a la dirigencia política y también a la ingeniería colombiana por el estado de las carreteras que son lo mismo que hace cincuenta años: derrumbes en las vías.
Correa les preguntó cómo veían el país desde hace seis meses, en clara referencia al cambio de gobierno.Abad uso un símil edificante: Colombia se parece a las plazas de sus pueblos de Colombia. Las cantinas le suben el volumén a su música para no hacer oir a la de su vecino, y le suben tan alto todos después que nadie termina oyendo nada y sólo se siente un ruido que ensordece a todos.Los aplausos no se hicieron esperar.
Fueron cerca de hora y media de preguntas de Correa y respuestas rápidas y sugerentes de cada columnista: Abad y Ospina que se caracterizan por ser consecuentes como intelectuales, poner a pensar a sus lectores siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario