Cuando a Mario Vargas Llosa se le pregunta por la razón del puñetazo a Gabriel García Márquez, siempre responde: "Que de eso se encarguen los biógrafos". Y en realidad, no sé si "biógrafos" pero sí chismosos profesionales desde hace años recogen todas las piezas para llegar a una versión verosímil de los hechos. Una versión de primera mano viene a alimentar esas piezas: la del fotógrafo Rodrigo Moya quien, en ese entonces, fotografió a García Márquez con el ojo morado a pedido del mismo Gabo. En la foto está sonriente, pero no lo estaba antes de la sesión según confiesa Moya: "Mario pega duro" le dijo al descubrir el moretón. La revista Ñ lo comenta así:
Cuando el colombiano se presentó, muy serio, en el número 57 de la calle Illinois, y se quitó las gafas de sol, dejó al descubierto un hematoma en el ojo izquierdo y una herida en la nariz. Moya le hizo las fotos, le entregó copias y guardó los negativos durante más de 30 años, hasta que publicó las imágenes en marzo del 2007 en el diario mexicano La Jornada. El fotógrafo recuerda que, aquel día, "Gabo hacía bromas sobre lo fuerte del golpe recibido: 'Mario pega duro... Me pilló por sorpresa', decía". Él hizo su trabajo, como si todo aquello fuera normal, e incluso se permitió indicaciones al modelo: "Quería que apareciera sonriente, no tan serio como estaba". ¿Por qué cree que García Márquez quiso hacerse esa foto? "Para que quedara constancia de aquello, y yo era de confianza. No sé, digamos que tiene su narciso bien plantado", responde metafóricamente. Moya, claro, le preguntó por los motivos de la agresión y, aunque Gabo aludió inicialmente a las diferencias políticas entre ambos, su esposa, Mercedes Barcha, que le acompañaba, acabó confesándole: "Mario es un celoso estúpido".
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