Por Miguel Azpurua
Jesucristo solo estuvo en la cruz, aproximadamente unas dos o tres horas; siendo bajado aún con vida por José de Arimatea...
Pablo de Tarso ha sido llamado el 13avo. Apóstol, el león de Dios, el apóstol de los gentiles y el apóstol de los misterios de la muerte y la resurrección, pero muy pocos conocen que Pablo era llamado y reconocido por los gnósticos como -Pablo el gran apóstol -. Este último titulo esta en relación con las conocimientos y revelaciones que poseía más allá de lo que el cristianismo esotérico pudiera concebir.
Según el investigador musulmán Fida Hassnaim, Jesucristo visitó India, otros países y regiones del cercano y lejano Oriente; primero entre los 13 y 26 años de edad y posteriormente a su crucifixión, emprendió su viaje hacia su destino final en Cachemira; donde predicó hasta su muerte natural a los 120 años de edad. Este profesor indio, o mejor dicho Kashmir (de Cachemira), nos narra en su impresionante libro “La Otra Historia de Jesús”, situaciones vividas por Cristo en el período silenciado por la Biblia católica que concluyen con su pasión, muerte y resurrección. Hassnaim emprendió su trabajo motivado por un libro del periodista ruso – originalmente escrito en francés– Nicolás Notovich (1858-1912) cuyo título en inglés es: “The Unknown life of Christ”, o sea “La Vida desconocida de Cristo”.
Aparentemente Jesús de Nazaret nació en el año 6 antes de él mismo; hijo de José y María, al igual que sus hermanos Santiago, José, Judas -no Iscariote- y Simón. Hassnain nos narra su versión sobre la formación y protección a Jesús de parte de la comunidad exenia, su primer viaje a Egipto con solo 2 años de edad, el regreso a la muerte del rey Herodes y su vida entre el oficio de carpintero y la lectura de las Escrituras, que hicieron de él un niño precoz con grandes conocimientos de materias tales como la filosofía; es muy conocido el episodio de su discusión con los “Doctores de la Ley” en el templo de Jerusalem.
Pues bien Jesús viajó a India, a los 13 años de edad con una caravana de mercaderes, arribando a Orissa, atravesando la ruta de la Seda, pasando por Ormuz, Barbaricum, Alejandrópolis y Mathura, deteniendose en el templo de Jagannath por espacio de 6 años; visitando las ciudades santas de India, Rajagriha y Benarés, y también el monasterio de Kapilavastu, en Nepal, donde se internó por otros 6 años, asimilando las enseñanzas de Buda.
En el camino de regreso, Jesús, predicando sus preceptos, pasó por Persia y Afganistán, la gente lo oía y lo seguía plena de fe, admiración y devoción. Retornó a Palestina e inmediatamente se trasladó a Egipto para visitar a los exenios; luego visitó Grecia y hasta se asegura que estuvo en la hoy Inglaterra, específicamente en Glastonbury donde “llevó la luz a esta isla durante los fastos del reinado de Tiberio”, como escribió el primer historiador de Albión. Jesús comenzó la parte conocida de su vida pública en el Nuevo Testamento, en Israel, que concluye –repetimos- con su pasión, muerte y resurrección, en un espacio de tiempo de apenas tres años.
Pues bien, el autor Hassnain recoge copiosa información, y ésta le lleva a exponer que Jesucristo solo estuvo en la cruz, aproximadamente unas dos o tres horas; siendo descendido con vida, por José de Arimatea –su tío abuelo- y Nicodemo, curado y protegido hasta su salida de Palestina, ocultado en refugios de sus protectores exentos.
Basa estas afirmaciones en los llamados “evangelios apócrifos” por los grandes jerarcas de la Iglesia; escritos en arameo, hebreo y copto, que luego fueron traducido al griego; así como también en manuscritos estudiados por el tenaz investigador, en lenguas árabe, persa, urdu, pali, sánscrito, tibetano, bengalí e hindi. Cobran relevante importancia los evangelios proscritos de Santiago, Bernabé, Felipe, María Magdalena y Judas –éste de reciente descubrimiento-; también lo encontrado en los “rollos del Mar Muerto”; todos ellos refieren diversos aspectos de la prédica de Jesucristo en India, con el nombre de Yuzu Asaph, siempre acompañado de su madre y de su mujer María Magdalena, quien se supone murió en su compañía hacia el año 50 de nuestra era.
Los extraordinarios documentos revelan la veneración que profesaban esos pueblos –las tribus perdidas de Israel- por Yuzu Asaph, sus prédicas, profecías, milagros y otras acciones piadosas. Se destaca como el budismo, el Corán, las nuevas vedas y otras religiones menores, admiran la obra de Jesús, a quien reconocen como “Hijo del Señor”, “Enviado de Alá”, Issa y algunas denominaciones más, que denotan veracidad y trascendencia. Porque evidentemente Jesucristo fue un ser fuera de lo normal –hombre de carne y huesos, al fin-, y su obra y vida así lo testimonian; aunque el Vaticano tradicionalmente ha tratado de ocultar una serie de acontecimientos y documentos que desdicen la “versión oficial” de la curia eclesiástica, siempre con el temor de que se descubran vivencias de sus íconos, que puedan en algún momento desvirtuar sus irrealidades y “misterios divinos”, inexplicables desde todo punto de vista.
Yuzu Asaph, fue enterrado en Rozabal, Srinagar, Cachemira –allí está la tumba de un hombre con evidentes señales de haber sufrido crucifixión-, y hoy en día es visitado por fervientes creyentes de muchas religiones; el catafalco contiene sus restos, con una cruz de madera delante. Para el final, Fida Hassnain, concluye su valioso trabajo con estas reflexiones: (a) Yuzu Asaph es el Issa de los musulmanes y el señor de los cristianos. (b) Yuzu Asaph pasó de Palestina a Cachemira durante el reinado de Raja Gopada (79-109, después de Cristo). (c) Yuzu, profeta de los hijos de Israel, proclamó su ministerio en Cachemira el año 54.
¡Cada quien es libre de creer o no en lo expuesto, y sacar sus propias conclusiones!
Fuente: Miguel Azpurua desde Venezuela
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