Buenos Aires, 3 de abril (Télam, por Mercedes Ezquiaga).- El colombiano Andrés Caicedo, quien se suicidó a los 25 años (en 1977) luego de que se publicara su primera novela "Que viva la música" fue recordado en el Bafici por su amigo cineasta Luis Ospina y por el chileno Alberto Fuguet, quien escribió una "autobiografía" con base a manuscritos encontrados del escritor.
Bajo el sugerente título de "Andrés Caicedo: cine, drogas, salsa y rock and roll", el debate sobrevoló en torno al flamante libro "Mi cuerpo es una celda" una autobiografía basada en cartas y manuscritos del escritor, así como el documental "Unos pocos buenos amigos", que Ospina presentó en el festival de cine local.
Fuguet se autoproclamó director y montajista del nuevo libro (publicado por Norma) donde registra en forma fragmentaria, en una suerte de documental narrado, la vida del colombiano, devenido autor de culto, quien llevaba un minucioso registro de su vida a través de cartas y cuadernos, y se suicidó (luego de varios intentos) al tomar 60 pastillas para dormir.
Cinéfilo, lector voraz, tímido, depresivo y tartamudo... en 25 años, Caicedo (1951-1977) fundó un cineclub, una revista de cine y realizó una obra vertiginosa y apasionada que fue dada a conocer luego de su muerte, a través de títulos como los relatos "Calicalabozo" y "Angelitos empantanados"; la obra de teatro "El mar", la novela "Noche sin fortuna" o los escritos "Ojo al cine".
En su obra, que toma el nombre de una canción de la banda The Arcade Fire ("My body is a cage"), el chileno ahonda en un personaje introvertido, con una "compulsión por dejarlo todo escrito", "el deseo de escapar de un pueblo chico y convertirse en figura de culto con estatus de rockero", en el marco de la apodada "Calicalabozo", ciudad donde "se está y se quiere ir, se va y se quiere estar".
"Sin dudas, en Colombia es un mito impresionante en todo sentido", disparó el autor de "Por favor rebobinar" durante el debate.
"Es como el Neruda pop de Colombia, la gente se sabe sus fragmentos de memoria, existe el efecto Jim Morrison de ir al cementerio donde está enterrado, y también el efecto de dobles, donde uno se encuentra con freaks que se visten igual y usan los mismos anteojos", señaló el escritor.
"Tenía algo como de blogger -arriesgó Fuguet-, que tenía que sacar todo afuera y contárselo a alguien aunque esa persona no estuviera realmente, confiaba en que la palabra servía para algo y que si tiraba la piedra, alguien del otro lado podría recibirla", contó sobre este escritor que enviaba larguísimas cartas a personas que apenas conocía.
"En el circulo literario consideraban a Caicedo un escritor para adolescentes, y que no ha salido de Colombia un poco porque no querían. No es el tipo con el que los colombianos quieren que se sepa de ellos y sin embargo, creo que ahora es considerado un escritor del canon local y que ya está entrando al canon latinoamericano", dijo.
"Para la intelectualidad colombiana fue muy difícil aceptar a Andrés -coincidió Ospina- y se nos acusó al grupo de Cali de que habíamos creado un mito de la nada, que era puro amiguismo, pero a punta de hacer películas y publicar libros, ya ellos tuvieron que aceptar la realidad".
"No fue un mito que se creó de la nada o que él era un hippie que se inspiraba con las drogas y escribía en un delirio narcótico -continuó su amigo, destinatario de varias de las cartas incluidas en el libro-. No, él era una persona disciplinada para escribir, se levantaba muy temprano y sus experiencias con las drogas fueron tardías, entonces esa imagen del alucinado al que le llegaban las ideas porque consumía drogas pues está completamente equivocada".
Finalmente, Caicedo se instaló en el canon literario de su país, "porque el grupo de Cali de los 70 que se daba por llamar Calywood, estaba conciente de hacer películas y literatura urbana, entonces los escritos de Andrés dieron un giro en una literatura que era muy rural, y 'Que viva la música' fue una de las novelas fundacionales de la literatura urbana".
"El mito ya existe después de mucho tiempo, lo que pasa es que las editoriales tuvieron un poco la mente estrecha y siempre pensaron que Andrés era para consumo local, como si fuera una comida típica, arepas o tamales", dijo su amigo Ospina, "y ahora se está conociendo en otros países".
Entonces, Cali era una ciudad pionera en materia de cine, mientras que Andrés y sus amigos no sólo escribían sobre esa disciplina, sino que manejaban un cineclub y que funcionaba como "un sitio de encuentro de intelectuales, pandilleros, marihuaneros y toda clase de grupos", donde hacían sonar los Rolling Stones o salsa, recordó Ospina.
A modo de "bonus track" el libro incluye los textos que Caicedo escribió durante su internación de más de un mes en una clínica psiquiátrica, a donde fue enviado luego de dos frustrados intentos de suicidio (primero se cortó las venas y tiempo después tomó 125 valiums) y le fue diagnosticada una personalidad paranoica.
En una de las cartas que nunca envió, escrita unos años antes de perder la vida, Caicedo decía: "Estoy enormemente cansado, decepcionado y triste, y estoy seguro de que cada día que pase, cada una de estas sensaciones o sentimientos me irán matado lentamente. Entonces prefiero acabar de una vez".
telam.com.ar
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