Si bien es cierto que quizás a veces se subestime el poder de las redes sociales, considero que la autopromoción viene a ser consustancial en el alma del escritor actual y que, independientemente de lo que se venda -que no deja de tener su importancia-, lo que todo escritor quiere hoy es tener lectores e interactuar con ellos, y las redes sociales proporcionan ambas cosas
Autopublicarse y autopromocionarse, desgasta la creatividad literaria./editopiaproject.com |
Hace un par de días supe a través de Escritores Indies sobre la publicación en The Guardian de un polémico artículo que echa por tierra los esfuerzos de los autores independientes por conseguir cierto prestigio en los medios sociales, afirmando que el Social Media Marketing es una utopía. Es un artículo largo, con muchos detalles y, al parecer, muy bien documentado (impresionante su baile de cifras) pero creo que peca de fatalismo y da por sentadas ciertas afirmaciones con las que no estoy para nada de acuerdo.
Como no voy a pretender que nadie se lea en inglés semejante tocho de artículo, primero voy a resumir sus puntos fundamentales, intentando no dejarme influir por su baile estadístico (tengo claro que los números nunca mienten excepto si hablamos de social media):
Ewan Morrison afirma en The Guardian:
- El epublishing es otra burbuja tecnológica que explotará en los próximos 18 meses. La gente y las empresas dejarán de anunciarse en Facebook y se darán cuenta de que Twitter no incrementa las ventas para la vasta mayoría de los escritores, por lo que la idea de utilizar las redes sociales para vender libros comenzará a derrumbarse.
- El
tiempo que dejas de utilizar en escribir por promocionarte en las redes
sociales no merece la pena porque no te asegura mejorar las ventas de
tus libros y supone demasiado esfuerzo a cambio de un retorno mínimo.
- El
compromiso en la Red es bajo, solo se crean relaciones débiles. Aunque
seas capaz de hacerte con una numerosa plataforma de seguidores, con
suerte solo una ínfima parte de ellos se convertirán en lectores tuyos
que compran tus libros.
- Toda la industria de las redes sociales está basada en la pura especulación, lo único que los medios sociales son capaces de vender es… medios sociales (es decir, a sí mismos).
- No es cierto que los mensajes o las imágenes puedan convertirse en virales pues hay experimentos que demuestran lo difícil que es que el social media sea capaz de tener algún impacto.
- La mayoría de los autores únicamente obtendrán ventas ridículas, el único ganador en todo este negocio es Amazon.
- La industria editorial ha pasado a manos de las empresas de Internet, que pueden sacar provecho de un millón de pequeñas ventas de un millón de pequeños autores.
- El boom de ventas de ebooks es debido a que muchísima gente ha autopublicado y, cada uno de ellos, aunque sea poco, algo ha vendido. Salvo para una minoría de autores, no existen grandes volúmenes de ventas.
Estas premisas se salen por completo de
la línea marcada por las actuales tendencias favorables a las redes
sociales, más aún cuando hasta Google le da “puntos” de posicionamiento a tu web si eres popular en la jungla del social media, y las comunidades de lectores online se han convertido en un fenómeno en vías de expansión.
Bien, pues vayamos por partes desgranando el asunto, que tiene mucha “miga”:
Punto 1.
No discuto que el
rápido crecimiento reciente de la publicación de ebooks tenga sesgos
comunes con una burbuja tecnológica, pero augurarle una tan corta vida
me parece pretencioso. De hecho, estoy convencida de que el mercado del
ebook va a seguir creciendo, pues aún no se han explotado bien sus
mejores posibilidades en cuanto a interactividad.
Por otro lado, dudo
mucho que se dejen de utilizar las redes sociales así de abruptamente,
pues han democratizado el marketing y posibilitan que cualquiera (con
buenas habilidades, cierta creatividad y mucho tesón) pueda conseguir
arrastrar auténticas masas de seguidores y romper montones de fronteras.
¿O acaso antes de las redes sociales era posible que un autor
individual fuera apoyado por un montón de gente repartida por todo el
mundo sin la necesidad de invertir miles de millones en publicidad?
Punto 2.
Parte de razón no le
falta en este punto, las redes sociales pueden llegar a ser muy
absorventes. Pero opino que tampoco es difícil no darse cuenta de ello,
ni solucionarlo, dosificando el número de horas que se le dedican y
planificándose en función de las prioridades (siempre es mayor el tiempo
requerido cuando se tiene entre manos una promoción de lanzamiento).
Pero, de cualquier
forma, me niego por completo a pensar que el tiempo invertido en la
autopromoción no merezca la pena y no mejore las ventas. Si bien es
cierto que quizás a veces se subestime el poder de las redes sociales,
considero que la autopromoción viene a ser consustancial en el alma del
escritor actual y que, independientemente de lo que se venda -que no
deja de tener su importancia-, lo que todo escritor quiere hoy es tener
lectores e interactuar con ellos, y las redes sociales proporcionan
ambas cosas. Esto supone a la vez una auténtica revolución y una
oportunidad única y, por tanto, por supuesto que merece la pena. Nunca
antes estuvo en la mano de quien crea historias un contacto de primera
mano con quien las lee.
Punto 3.
No tengo tan claro
que el compromiso en las redes sociales sea bajo. Es indudable que sí
existen relaciones superficiales y gente que jamás va más allá de hacer
clic en “Me gusta”, pero cuando a la gente le interesa y gusta algo de
verdad, las cosas son de forma muy diferente. El problema no es que el
compromiso sea bajo, sino que el compromiso es bajo cuando el interés
también lo es.
Punto 4.
Me parece una
afirmación demasiado prepotente y monetarista, especialmente pensada con
el propósito de polemizar. En los medios sociales se crea imagen de
marca y se fideliza de nuevas formas, tomando en consideración la
opinión de los lectores y preocupándose por sus gustos e intereses,
entablando conversaciones con ellos. Quizás esto no sea “vender”
literalmente, pero genera ventas mucho más estables y lectores mucho
más fieles.
Punto 5.
Casi me da la risa
floja al leer esto, pues jamás he visto un impacto tan amplio como el de
las redes sociales, capaces incluso de organizar movimientos ciudadanos
que ponen en duda toda la base del establishment político de un país, y
seguidamente extenderse a nivel mundial a la velocidad del rayo.
Punto 6.
Está claro que
Amazon gana mucho con todo esto, pero pienso que se trata de la merecida
victoria por ser el primero en democratizar la autopublicación. Se
arriesga mucho innovando (si no que se lo digan al desaparecido Napster), por lo que si el negocio resulta funcionar, no se le puede negar el reconocimiento (y el beneficio).
Punto 7.
¿Y qué tiene esto
de malo? Es precisamente gracias a Amazon, Apple, Lulu, etc. que podemos
disfrutar de la existencia de millones de pequeños autores que aportan
una brisa de aire fresco al antes casi decrépito mundillo editorial. Si
han sabido hacer rentable el riesgo de posibilitar que todo el mundo
pueda publicarse, ¡olé!
Punto 8.
Está claro, por el
momento son muchos autores entre los que repartir el pastel del aún
emergente mercado del libro digital, y muchos aún son prácticamente
desconocidos. Démosles tiempo para darse a conocer, seguir publicando y
seguir expandiendo el número de lectores, y estoy convencida de que no
van a ser solo unos pocos quienes acaparen la mayor parte de las ventas.
Muy al contrario, creo que las ventas de ebooks siempre van a estar
caracterizadas por una gran segmentación, dada la variedad creciente de
géneros, subgéneros y gustos cada vez más amplios y variados de los
lectores que ¡bienvenidos sean!: a más necesidades que cubrir, más
posibilidades para todos.
Por lo tanto, es cierto que las redes
sociales no son la panacea para los escritores de ebooks. Pero, lejos
del fatalismo inherente al artículo de Ewan Morrison en The Guardian,
creo que hay más y mejores razones para apoyar el marketing editorial
en Facebook, en Twitter, en Google+ y cualquier otra que esté por venir.
Fotografía: catspyjamasnz
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