San Juan acogerá en 2016 el VII Congreso de la Lengua Española. Es momento para viajar a la realidad literaria de una isla que lucha por su cultura en español... y también en inglés
La cita literaria anual del Festival de la Palabra es la manifestación cultural más importante que se celebra en Puerto Rico. / Daniel Mordzinski./elpais.com |
Al subirse en el aeropuerto de Nueva York a un taxi que comparte con una desconocida estadounidense, el protagonista de Simone oculta su nacionalidad puertorriqueña: “Decir que venía de Puerto Rico no era que me pareciera poco. Luchaba para que no me atribuyeran una de las pocas imágenes de las que se disponía para mí. Mi humanidad no cabía en ella y se rebelaba. ¿Pero por qué me hice pasar por paraguayo si para esta mujer eso era incluso menos ubicable, menos real? ¿Qué le decía?”, escribe Eduardo Lalo en esta novela ganadora en 2013 del premio Rómulo Gallegos. La pregunta acerca de si la identidad sigue siendo un tema central en la literatura puertorriqueña, aunque gastada, no deja de ser relevante al contemplar el panorama actual, comodemuestra el hecho de que el tema del VII Congreso Internacional de la Lengua que acogerá en 2016 San Juan, la capital de la isla, sea la convivencia del español con otros idiomas, en especial, el inglés. “Los escritores no tienen que hacerse puertorriqueños porque lo son y si se trata el tema de la identidad no es por oposición, sino desde otros ángulos, como el humor”, dice el periodista y escritor Héctor Feliciano.
El Tratado de París con el que arrancó la conflictiva relación con EE UU y se rompieron los lazos coloniales con España es de 1899, así que la cultura de la resistencia a estas alturas está asumida, es el llamado “arte de bregar”. La fidelidad al idioma español se mantiene en Puerto Rico, país que con cerca de cuatro millones de habitantes sólo cuenta con un 20% de la población bilingüe en inglés, explica Feliciano antes de señalar dos herencias: la que dejaron aquí los poetas españoles y profesores universitarios Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez; y la inserción de Puerto Rico dentro del panorama latinoamericano, con Emilio Díaz Valcárcel, finalista del Premio Seix Barral en 1971, dentro delboom.
Zona de carga y descarga, la revista que la escritora Rosario Ferré lanzó ese mismo año, marcó un antes y un después e inauguró un tiempo de vanguardia, como señala la profesora y poeta Lilliana Ramos-Collado. De formato grande, similar a un pasquín, en estas páginas incluyó voces que representaban agresivamente la sexualidad o la política, a escritores nuevos entonces como Luis Rafael Sánchez que con su Guaracha del macho Camacho abrió una nueva senda. La revista rompió la dinámica de grupos o peñas literarias que habían marcado el paso hasta entonces. “La cuestión identitaria no tiene tanta relevancia como la propia producción y hoy ser puertorriqueño no es cuestión de idioma, la cultura es más importante. Desde Rosario Ferré las delimitaciones no son tan claras”, afirma Ramos-Collado. Lo que sí ha permanecido es una predilección por el género corto: poemas, cuentos, piropos, insultos y hasta eslóganes publicitarios han sido un fértil campo para la creatividad puertorriqueña. Hoy, junto a la explosión de la poesía por aclamación, la novela va ganando terreno.
Juan López Baúza, ganador del Premio de las Américas con Barataria, arrancó directamente con el género de la novela y se sumergió a contracorriente en asuntos políticos, no tan presentes en la literatura actual. “Me interesó hablar de la mentalidad y la psicología colonial, de las locuras rampantes, porque bajo ellas está la colonia, algo que vivimos todos los días y que ahora nos coloca al borde del precipicio”, señala. Sobre asuntos como el autodesprecio —“Quiero ser americano pero no soltar nada de lo que soy”—, el no apreciar lo que se tiene o la constante intervención política Baúza coloca su sarcástica pluma en ésta su primera novela usando como esqueleto El Quijote. “La defensa del español ha sido la resistencia más grande y yo he tratado de usar todos los recursos lingüísticos a mi disposición. Durante 50 años intentaron imponer el inglés y ya comprendieron que no lo lograron”, dice este licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Colgate en EE UU. De una manera tangencial, de forma íntima y reflexiva, ahondando en la desilusión, Eduardo Lalo trata también asuntos políticos. “Aquí hay voces que se enfrentan a la realidad con gran libertad”, señala el autor de Simone, y enfatiza el lugar privilegiado que el país ocupa para avistar los conflictos de la globalización antes de que estallen en otras partes. “Pensar desde o en Puerto Rico permite ver descarnadamente esas fuerzas”.
Mayra Santos-Febres hizo la transición del verso al cuento y llegó a la novela. La autora de Sirena Selena vestida de pena considera fundamental la llegada de editoriales como Norma y Santillana a Puerto Rico en los noventa. Aunque ya han cerrado sus sedes, formaron a editores que han continuado adelante con proyectos independientes. “Hasta los ochenta la identidad marcaba muchas voces, pero hoy se habla de otras cosas como la ciudad o la experiencia queer”, explica la fundadora de grupos literarios y revistas desde esa década y creadora del Festival de la Palabra. Luis Negrón, librero desde hace más de dos décadas y autor de los cuentos reunidos en Mundo cruel, habla con conocimiento de causa de la enorme pluralidad que caracteriza el panorama de las letras puertorriqueñas, con nuevas editoriales independientes como Erizo o Libros AC. “La literatura actual es bien diversa. Hay libros testimoniales y cómicos, hay novelas históricas, policíacas y queer. Hubo un día en que alguien preguntó si es que todos los gais estaban publicando libros", cuenta divertido.
Negrón habla de lo que está ocurriendo como fruto de una actitud: “Yo voy a hacer lo que quiera”. Él optó por plasmar el lenguaje de la calle sin caer en un español neutro que asocia a la marca Univisión: “Yo te hablo así,mano, porque yo estoy seguro de lo que soy. A mí esa pendejá no me gusta pero tampoco jodo a los que son así. Mano, las cosas cambian, estamos en otro mundo”, dice el narrador de su cuento Junito a su interlocutor.
Negrón menciona con satisfacción la buena respuesta del público frente a esta diversidad —“Es algo que se celebra y se apoya y cada autor se sostiene solo”— y defiende la idea de que la pluralidad siempre existió, en novelas del siglo XIX por ejemplo muy cercanas a la ciencia ficción, pero que se encontraba en la periferia. “Los puertorriqueños hemos sido vistos como raros, se pensaban que hablábamos inglés como en Hawai, pero esto está cambiando, Puerto Rico ya no tiene miedo de sentirse aislado de Latinoamérica; somos un elemento esencial”.
La relación con los que están afuera, la diáspora en EE UU, también está cambiando. El desplazamiento del foco sobre la cuestión identitaria o su abordamiento desde otras perspectivas plantea nuevos puentes. Iniciativas como el Festival de la Palabra, que se celebra en San Juan y en Nueva York, tratan de volver más fluida la conversación. “Me identifico con la herencia cultural pero el idioma y la distancia crean un muro”, explica el novelista neoyorquino Justin Torres cuyo padre no quiso que aprendiera español para evitar que fuera estigmatizado como lo fueron sus padres. El reverso es el poeta y performer Urayoán Noel, de padre americano pero criado en Puerto Rico, que siente que al llegar a Nueva York a los 22 años completó las piezas del puzle que le faltaban: allí arrancó a publicar y a actuar. “Me hizo repensar lo que es ser puertorriqueño. El inglés y el español son sus lenguas literarias”. También el spanglish, que antes no se leía ahora, aunque las cosas, dice, están cambiando, gracias en parte a los nuevos canales de comunicación.
Hay intertextualidad entre poetas y escritores de dentro y fuera que se leen y contestan y el término puertorriqueño se eleva por encima del espacio, según Noel: “Se convierte en algo más translocal aunque el tema del idioma sigue estando ahí”. En la clase que prepara para New York University abordará el modernismo latino en EE UU. “Desde experiencias como la raza o lo queer se admiten voces que superan las barreras”, señala. La identidad se rodea hoy quizá por los flancos, con más libertad.
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