21.4.14

Se soltaron los caballos para siempre: semblanza de Cheo Feliciano

El jefe musical de Señal Radio Colombia recrea el perfil del cantante, quien murió el Jueves Santo

La muerte de Cheo Feliciano dejó con el alma hecha trizas a sus seguidores en Puerto Rico y el Caribe./eltiempo.com

Un mismo lugar le dio una bienvenida y una despedida a José Luis Feliciano Vega: el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico). Allí, el 13 de noviembre de 1973, después de 20 años de residir en Nueva York, se presentó por primera vez ante el público de su país como parte de la Fania All Stars, cantando –no podía ser de otra manera– 'El ratón'. Hoy su cuerpo se encuentra en ese mismo lugar, a la espera de ser despedido por los suyos tras el absurdo accidente que el pasado jueves pudo lo que el cáncer no había logrado.

La partida de Cheo Feliciano supone el final de un modo de cantar, un estilo iniciado por Tito Rodríguez en la década de los 40, y hoy, sin el ‘Señor Sentimiento’ en la faz de la Tierra, huérfano de posta. Ambos ostentaron un cantar limpio, enclavado en el registro barítono, con un rango algo limitado, pero con enormes niveles de vocalización, alcance y ternura. Todo ello los convirtió en grandes soneros, virtuosos para cantar el son, certeros a la hora de improvisar y básicamente superdotados para el arte del bolero.

Fue justamente la relación laboral entre el enorme hijo de Santurce y el aspirante a cantante de Ponce, que fungía como utilero de la orquesta de Rodríguez en el legendario Palladium de Nueva York, la que permitió a Cheo Feliciano cursar su prueba de fuego. “Los panas míos comenzaron a gritarle a Tito que me diera una oportunidad para cantar”, le contó Feliciano a la periodista Helga García, citada por el DJ caleño Gary Domínguez en su Cuaderno latino de la salsa. “Entonces me dijo: ‘La tarima es tuya, vamos a ver si de verdad tú eres bueno’. Se fue a la barra a darse un trago y la orquesta comenzó a tocar dos de los números que cantaba Tito”. Y aunque el mismo Cheo confesó que esa primera opción la traspasó prácticamente imitando a su mentor, fue suficiente para ser recomendado por Rodríguez al percusionista Joe Cuba, en cuyo sexteto faltaba un cantante.

Es bien conocida la historia del tema más célebre del cantante, a la vera de esa agrupación: faltando un corte para cerrar la producción 'Hangin’ Out' (1964), Feliciano propuso una suerte de ronda infantil que había compuesto sin ninguna ambición y que finalmente, a ritmo de guajira, ocupó el cuarto corte del lado B bajo el título de 'El ratón'. Hoy, esa pieza, el primer gran éxito de lo que poco después se llamaría salsa, ha sido objeto de centenares de versiones, incluyendo las del propio Cheo con sus orquestas, con la Fania All Stars y la muy recordada grabación con dicho colectivo al lado del guitarrista Jorge Santana, hermano de Carlos y líder del grupo Malo. Justamente, la posibilidad de encontrar una recóndita versión de 'El ratón', aparentemente grabada por el mismo Cheo Feliciano acompañado por la guitarra del inglés Eric Clapton, es punto de partida de la teoría detectivesca esgrimida en 'La nostalgia del melómano' (2005) ópera prima del periodista y escritor Juan Carlos Garay. A la publicación de dicha novela Feliciano respondió agradeciendo al autor por dedicarle su talento y su tiempo para incluirlo en su obra.

Los años con el Sexteto de Joe Cuba significaron para Cheo Feliciano el despegue de una carrera monumental, sin cuya intervención el fenómeno salsa hubiera perdido en elegancia y calidez. Fueron años en los que abandonaría el mambo y el bolero a la manera de Rodríguez para enfocarse en el muy de moda boogaloo y en géneros netamente bailables y, si se quiere, más solicitados por la juventud que por la veteranía del Spanish Harlem neoyorquino. Corría la década de los 60 y se estrenaba Feliciano además con sus primeras all-stars: la del sello Alegre en 1961, la del sello Cesta Records (con la que grabó su bolero favorito, 'Tú, mi delirio', de César Portillo de la Luz) y la del sello Tico, que realizó una sola y enorme sesión de descargas en otro célebre local neoyorquino, el Village Gate, en 1966. En créditos de esa serie de discos aparece bautizado como ‘Cheíto’.

La llegada del cantante ponceño a texturas más cercanas a la salsa tópica y a repertorios más personales se da con su llegada a la orquesta de Eddie Palmieri, en 1967. Son años en los que puede darse el lujo de ser el únicofrontman, el puente ideal para el inicio de una carrera como solista. De esos dos años al lado del pianista quedan clásicos como 'Busca lo tuyo', 'Ritmo alegre' y 'Páginas de mujer', este último tema con arreglos del monteriano Francisco Zumaqué.

Era el momento del despegue solista, pero, como él mismo se lo contó a la revista venezolana Swing Latino, en ese tiempo había perdido sus ambiciones de superación, “porque el monstruo de la droga destruye cualquier cosa”.

Figura clave en la rehabilitación del cantante fue el compositor Catalino ‘Tite’ Curet Alonso, probablemente el más importante de los creadores boricuas dentro del fenómeno salsa, responsable de títulos como 'Juanito Alimaña', 'Periódico de ayer', 'Barrunto' y 'Las caras lindas'. La primera producción solista del cantante, titulada Cheo (1971), está compuesta por temas de Curet y del propio Feliciano. Las primeras notas de ese trabajo las marca el virtuoso vibráfono de Louie Ramírez en un clásico verdadero creado por don Catalino, Anacaona. Para Feliciano, Tite Curet fue su compadre, su hermano mayor, su consejero, responsable en gran parte de su obra musical como solista. De regreso del infierno de las drogas, en 1973, el cantante agradeció a Curet con un trabajo dedicado a su obra, con un título que da cuenta de la ayuda recibida: 'With a Little Help From My Friend'.

“Aunque siempre he sido particularmente fanático del Cheo bolerista, no puedo dejar de reconocer su indiscutible calidad a la hora de decir la guaracha o el son –manifiesta el venezolano César Miguel Rondón en su enciclopédico 'Libro de la salsa'–. Quizá ninguno de los cantantes lanzados a la fama continental por el boom de la salsa pueda gastarse semejante soltura para pasar de un extremo a otro del canto caribe.” Puede ser por eso por lo que entre los apodos que se le trataron de endilgar a Feliciano, desde el anodino ‘Niño Mimado de Puerto Rico’ hasta el infamante ‘Ratón’, el que mejor le calzó fue el de ‘Señor Sentimiento’. Y que lo digan como prueba reina sus incursiones en el género romántico con temas como 'Amada mía', 'Contigo en la distancia', 'Nuestras vidas', 'Castillos de arena' y sus discos completos al lado de la Rondalla Venezolana. Sea momento de redimir su prácticamente olvidado 'Un solo beso' (1997), acaso una obra maestra del género romántico compuesta por temas inéditos de Armando Manzanero.

La carrera de Cheo Feliciano siguió siendo, en lo sucesivo un dechado de virtudes y generosidad. Sus últimas apariciones previas a su anunciada lucha contra el cáncer, de la que salía avante, habían sido al lado de su indudable alumno Rubén Blades en un álbum compartido bajo el nombre de 'Eba say ajá', y en una última all stars llamada 'Salsa Giants', creada por el productor Sergio George. En ese contexto se escuchó recientemente su grito de batalla: “¡Se soltaron los caballos, familia!”, grito que hace eco desde la madrugada del jueves 17 de abril, mañana en que los caballos se soltaron para siempre.

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