Eco, Yourcenar, Cela, Rushdie... ¿Qué ha ocurrido para que los autores de calidad hayan desaparecido en las últimas tres décadas de las listas de libros más vendidos? Los editores reconocen que la novela ha perdido peso en un mundo multimedia
Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo./elmundo.es |
E.L. James, Dan Brown, Joël Dicker, Hiromi Shinya, Javier Sierra,
Julia Navarro e Ildefonso Falcones. Si tienen algún amigo que escriba
crítica literaria, pregúntenle por sus libros, cuántos de ellos han
leído. Después, pueden teclear la alineación en su buscador de internet y
esperar respuesta: James, Brown, Dicker y compañía fueron los autores de los libros más vendidos de 2013 según un informe de la consultora Nielsen.
Tampoco hay por qué escandalizarse a estas alturas. Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo.
Más interesante es aprenderse la lista y, a continuación, buscar en
internet los libros más vendidos en España hace 30 años. Cualquier
semana al azar de 1984. El diario ABC elaboraba en esa época una lista
con la información de 56 librerías de toda España. Umberto Eco, Tolkien,
Vázquez Montalbán, Michael Ende, Salman Rushdie, Marguerite Yourcenar,
Vázquez Figueroa, Sánchez Dragó, Camilo José Cela y Miguel Delibes
encabezaban la clasificación una semana de septiembre de hace tres
décadas tomada al azar. Qué nivelazo, ¿no?
¿Qué ha pasado aquí? ¿En qué momento desaparecieron los escritores
'nobles' de las listas de los autores más vendidos? ¿Por qué ocurrió
así? ¿Ha sucedido sólo en España o ha pasado en todos los países? ¿Nos
entristecemos por ellos? ¿Por nosotros? ¿O mejor llevarlo con calma?
"El proceso es global, no sólo pasa en España. El público pide concreción", explica Xavier Folch
La primera en contestar es Deborah Blackman, decana, o casi, de la
edición en el mercado del 'best seller' en España. En su casa,
Plaza&Janes, celebran esta primavera los 25 años que han cumplido
'Los pilares de la tierra' de Ken Follett, uno de los nudos de esta
historia. "Creo recordar que comprar los derechos fue relativamente sencillo.
Follett ya era conocido, escribía 'thrillers' con cierto éxito pero,
por eso mismo, hubo gente que se desentendió del libro. 'Si ya hace bien
lo que hace, para qué se mete en novela histórica', era lo que se decía
entonces". Era la época de 'El nombre de la Rosa', ¿verdad? "Sí, claro,
era la época de las novelas históricas. Pero él dice que no seguía la
moda, que ésa era su fascinación desde siempre. Entonces, los tiempos
eran más largos, se tardaba un año entre la traducción, la impresión y
tal. De modo que cuando llegamos a las librerías, 'Los pilares de la
Tierra' ya se había convertido en el gran 'best seller' de ese momento
en todo el mundo".
Por cierto, ¿le gustan las palabras 'best seller'? ¿Las emplea a
menudo? "Me da pena que se usen con un significado de desprestigio, de
poca calidad. En esencia, 'best seller' significa popular, no mal hecho.
Hay novelas con pretensiones literarias muy altas pero que son muy
dudosas. Y hay novelas sencillas, directas y fáciles de leer que
conmueven a cualquier lector, también al exigente. En español intento no
usar lo de best seller, porque se le da ese significado de mal hecho.
En inglés sí, es otra cosa, porque existe un sentido de la literatura
popular muy fuerte en el mundo anglosajón".
Y cuando ve la lista de Eco, Rushdie y Yourcenar, ¿qué se le viene a
la cabeza? "No sé qué decirle... Vázquez Figueroa ya era un autor que
escribía para entretener, Los otros son más complejos", explica
Blackman. "Tampoco sé qué decirle sobre aquellas listas, se hacían un
poco como se podía, con información que a veces estaba sesgada. A lo
mejor, los libreros nombraban a los autores que veían con más cariño...
Hasta hace 10 años que llegaron los estudios de Nielsen, no tuvimos
datos más profesionales". ¿Y? "A veces veo las listas del Reino Unido y suelen ser peores que las de España. Algunas semanas no, pero casi siempre".
Ernest Folch, director editorial de Ediciones B, sí que encuentra
significativas las listas de hace 30 años, por poco rigurosas que
fueran. "¿Qué qué pienso? Que hay un proceso muy real que no ha pasado
sólo en España, es global. Primero: que las cosas se han puesto
difíciles para la literatura sin género. La novela que no es histórica,
ni negra ni romántica, lo que llamamos la novela literaria, lo tiene cada vez más difícil para encontrar a sus lectores,
porque el público pide información concreta. No sé, quizá nos gustaría a
todos que no fuera así, que Auster y Marías siguiesen vendiendo como
hace 20 años, pero es un fenómeno que se da en todo el mundo. En
Francia, Marc Levy vende más que Daniel Pennac y eso era impensable en
otra época".
"La velocidad y el alcance"
¿Y cuándo se dio el cambio? "Le diría que en el momento de la
explosión del 'El Código Da Vinci', hace 12 años, que es cuando el
público adquiere la percepción de que hay un género que es el que le
atrae. Un poco antes había ocurrido lo mismo para el mercado infantil
con el primer 'Harry Potter'".
Lo que tuvo de especial esa explosión frente a otros momentos de
euforia como el de 'Los pilares de la Tierra' o 'El nombre de la rosa'
fue, según Folch, "la velocidad y el alcance. Lo del 'El código' ocurrió
muy deprisa y en todo el mundo a la vez. Antes, los 'best sellers' se
construían acompasadamente, se iban calentando poco a poco, había países
en los que funcionaban y países en los que no... Después, entramos en
la era de los lanzamientos simultáneos, de la urgencia. Y eso va en
contra de la literatura más compleja que, como todos los productos
complejos, necesita su tiempo".
La tercera respuesta llega de Ymelda Navajo, directora de La Esfera
de los Libros (parte del Grupo Unidad Editorial, al que también
pertenece EL MUNDO), que ya estaba en este negocio en septiembre de
1984. "Estaba en Planeta, creo, pero ni siquiera estoy segura. Y sí que
tenía en la cabeza que los 'best sellers', en esa época, eran otra cosa,
pero la verdad es que impresiona ver una lista así". ¿Qué ha pasado?
"Dos cosas, sobre todo: primero, la concentración de sellos editoriales
en todo el mundo a finales de los 80, principios de los 90. No lo
critico, la concentración es inevitable para sobrevivir, pero fueron
desapareciendo las editoriales independientes, que eran las que hacían
los descubrimientos. Con los grupos grandes llegan los adelantos
millonarios, las operaciones de marketing y la necesidad de apostar
sobre seguro, de ser más conservadores".
Y después: "La aparición de la mass media, de una diversidad de
oferta con la que tenemos que competir y que crea un nuevo lector que
tiene más que ver con las mitomanías y el fenómeno de los fans que con
lo que considerábamos la cultura. El lector literario sobrevive, pero la relación que tiene con la literatura es menos intensa",
explica Navajo. Para que nos entendamos: un buen 'javier marías' de
esta época vende la mitad de lo que vendía un buen 'javier marías' en
1990. "'Las sombras de Grey' pueden vender tantos ejemplares como los
que vendió en su momento El nombre de la Rosa. Pero es un lector
distinto, el fenómeno es otro".
¿Se ha vuelto más difícil este negocio? "Bueno... Siempre ha habido
sorpresas. Lo de Umberto Eco nadie lo habría adivinado y en eso está la
gracia", contesta Blackkman. "Todos los intentos de hacer ciencia de
esta profesión han fracasado y eso es lo que la hace maravillosa: hay
margen para la sorpresa, que un libro pequeño gane a un lanzamiento
grande...", explica Folch. "Sólo con marketing no puedes construir un
éxito, sigues necesitando un buen texto".
¿Y los hay? ¿Diría que los 'thrillers' que llegan hoy a sus manos son
peores que las novelas clásicas de John le Carré? Eso por nombrar a un
autor del que todos estamos dispuestos a hablar bien en voz alta...
"Pues es un ejemplo interesante", responde Folch, "porque a Le Carré, al principio, se le consideraba un autor comercial no muy interesante. Y
lo mismo con Simenon. ¡Si le hubieran dicho a Simenon que íbamos a
pensar en él como un autor de culto! Todos tenemos que tener cuidado con
eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor".
El boom de la literatura popular
Su colega Blackman también relativiza: "El cambio más importante que
he vivido en este negocio consiste en que los escritores españoles se
han apuntado a hacer literatura popular. Fíjese en la lista: está
Vázquez Figueroa, que fue el único escritor español comercial durante
mucho tiempo. Hay autores extranjeros y hay autores españoles de tipo
literario. Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas, Javier Sierra, Ildefonso
Falcones... Hay un tipo de escritor español que quiere vender mucho que
hoy existe y entonces no".
Hay una última voz que se apunta al debate: Jacobo Siruela es el
editor de Atalanta y algo así como un disidente del mercado del 'best
seller', ventitantos años después de ponerle el sello de Siruela a 'El
mundo de Sofía' de Jostein Gaarder. Desde su rincón en L'Empordá, mira
los problemas del mercado con desdén. "En realidad, desconozco el mundo de los 'best sellers' nunca me ha interesado
y he procurado actuar al margen de él. Aunque algunos libros del fondo
de Siruela se han vendido muy bien, los auténticos 'best sellers'
siempre vinieron de la colección infantil-juvenil".
"Vivimos inmersos en el reino de la cantidad. Hoy en día la calidad,
si no cuenta con un buen número de lectores, es relegada a los márgenes.
Los medios fomentan esto; y además las cosas solo interesan en la
medida en que son noticia. Los muertos dejan de leerse porque dejan de
ser noticia y de ser promocionados. Es terrible. Yo abogo por una
sociedad que rinda tributo a lo pequeño: pequeñas empresas, autores de
culto, redes interactivas con los lectores, frente a emporios anónimos,
autores de grandes cifras y publicidad a raudales. Esto es perfectamente
posible en la actualidad y transformaría el uniforme panorama. El reino
de la cantidad es nuestro becerro de oro".
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