5.5.11

Claudio Magris, doctor honoris por la Universidad de Barcelona

El escritor italiano ha dedicado su discurso a "la experiencia de la frontera", que considera esencial para su obra

Claudio Magris, doctor honoris por la Universidad de Barcelona.foto.fuente:lavanguardia.es

El escritor italiano Claudio Magris, quien hoy ha reconocido que la experiencia de la frontera es para él esencial, ha sido nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona, a propuesta de la Facultad de Filología, en una ciudad que dice haber convertido en su segunda casa.

El profesor Antoni Martí Monterde ha sido el encargado del discurso de presentación del autor de El Danubio, nacido en Trieste en 1939, y que ha considerado como uno de los principales escritores europeos de la segunda mitad del siglo veinte y de principios de este siglo.

A su juicio, la obra de Magris es una de las más "inteligentes, bellas, responsables y exigentes maneras de ser y de sentirse europeo".

En un lleno Paraninfo de la Universidad, en el que también se encontraba el expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall, quien no ha desaprovechado el momento de la investidura para fotografiar al también profesor con su teléfono móvil, Claudio Magris ha rememorado cómo se inició en la lectura, "mucho más importante que la escritura", y cómo Salgari fue para él un autor fundamental.

Convencido de que las historias se explican por sí solas, ha enfatizado que desde ese momento de su infancia en el que conoció las hazañas de Kammamuri y del tigre Dharma piensa que "la literatura, en esencia, es un relato oral y anónimo" y ha agregado que "sería mejor si los autores no existieran o, al menos, no fueran identificados".

Por paradójico que parezca, ha indicado que de la fantasía de Salgari aprendió "el amor por la realidad, el sentido de la unidad de la vida y la familiaridad con la variedad de los pueblos, las civilizaciones, los vestidos o las costumbres".

A partir de las obras del escritor de Verona, el autor de Trieste ha sostenido que fue creando su "carné de identidad" e incluso ha hecho sonreír al público cuando ha recordado que su "primer libro", a los once años, fue un tratado sobre perros, quizá influido por el hecho de que su padre era un experto en perros.

Sin embargo, su primera obra le reportó un grave incidente con su progenitor, puesto que para ilustrar las entradas de los diferentes tipos de perro que referenciaba en su obra recortó "cientos de fotografías" de los libros de su padre, estropeándole su biblioteca.

"Mi padre -ha proseguido- cuando vio que no se trataba de un capricho sino de una pasión, me dejó hacer, y eso, creo, fue fundamental para mi relación con los padres de varios géneros, que han contribuido a formarme y con los que siempre he tenido una relación libre, basada en el reconocimiento de su superioridad objetiva, pero también en un sentimiento, más fraterno que filial o paternal, de paridad e igual dignidad".

Antes de comentar cómo nacen sus libros, Claudio Magris no ha querido desaprovechar la ocasión para aseverar que la experiencia de frontera fue para él "esencial, incluso antes de ser consciente de ello".

La frontera, junto a su ciudad natal, "separaba el mundo en dos" y lo que había detrás "era un mundo desconocido, inmenso, amenazador, el mundo del Este bajo el dominio de Stalin", pero también "había un mundo que conocía muy bien, porque eran tierras que habían formado parte de Italia".

En cuanto al proceso de gestación de sus títulos, ha indicado que casi todos nacen de la "combinación de un profundo interés por un tema y una casualidad que actúa como una comadrona, que trae a la superficie los objetos y los personajes de aquel profundo interés".

Así preparó El Danubio, en el que tuvo su peso, como en otras ocasiones, su fallecida esposa Marisa, u Otro mar. "Siempre me ha interesado -ha dicho- el tema de la necesidad de la búsqueda de la verdadera vida y del peligro de ilusionarse por haberla encontrado".

Al final de su discurso, y antes de apadrinar a la nueva promoción de doctores de la universidad barcelonesa, Magris ha vuelto a cuestionarse por qué se escribe. "A menudo me lo pregunto. Por muchas razones. Por fidelidad, por miedo, sobre todo para luchar contra el olvido, para poner orden y para deshacer un orden, para protestar, para adentrarse en la vida o para huir de ella".

Sin embargo, cree que más radical es la pregunta que le formuló ya hace años una estudiante china: "¿Qué se pierde, escribiendo?".

No hay comentarios: