12.11.11

El poema como una casa

Resultados Concurso Nacional

ACTA

LA POESÍA COMO UNA CASA

Reunido en la fecha, el Jurado del Premio, "La Poesía como una Casa", convocado por la Casa de Poesía Silva de Bogotá, decidió otorgar los siguientes premios y menciones:

Premios

Por unanimidad

Hipótesis tardías, seudónimo Martín Vicuña, identificado con el número 0540

Morada de niebla, seudónimo Luto, identificado con el número 0008

Por mayoría

Refugio , seudónimo Leonard T. Blue, con el número 0595

Donde está la vida, seudónimo el Inquilino , con el número 0028

El falso llanto del granizo , seudónimo Ray Stromo, número 0208

Menciones

Al final de la jornada , seudónimo Alejandro Montejo, con el número 0296

Cuando el poema , seudónimo Lao, con el número 0116

A Lino Hernández , seudónimo Roch, con el número 0871

Círculo , seudónimo Celeste, con el número 0088

Nietzsche era un mariachi en chapinero , seudónimo Raúl, con el número 0154

Los miembros del jurado consideramos que la convocatoria rebasó las expectativas, no sólo por la cantidad de participantes, sino por el elevado rango estético de premiados y mencionados. Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca y José Ángel Leyva.

POEMAS GANADORES

PREMIOS

# 0540
HIPÓTESIS TARDÍAS

Si mi casa estuviera hecha con palabras no me calcinaría el silencio,
la humedad y las grietas no serían más que metáforas del frío
que se alimenta con mis huesos.

Si mi morada fuera un poema tendría una fuente en la mitad del patio
y las monedas oxidadas por la memoria de tantos deseos perdidos
no hablarían en los bolsillos del hambre.

Si la argamasa de los muros estuviera hecha de aliento incontenible,
si las vocales llenaran las horas con ese humo que no asfixia,
sería difícil desprenderse del fuego,
alejarse cuando el crepitar se hace canto y la luz sube por la garganta:
no mediarían en la atmósfera los vocablos de la muerte,
no podría, como ahora, olvidar la manera de respirar.

Sandra Uribe.
Seudónimo Martín Vicuña

*****

# 008
MORADA DE NIEBLA

Paciente espera detrás de la puerta

viendo el paisaje de un largo corredor,

o atisba parapetada en el silencio

de unas habitaciones que rezuman

cantos y rondas infantiles de otras épocas,

o se acerca insegura como la hoja

que callada cae desde el almendro,

o surge de una caótica algarabía

de pequeños duendes que en la sala retozan,

o la acompaña un mar en calma que alberga

como en la tina que no había,

barcos de papel que al mojarse naufragan.

Su fuerza viene de aquí o de allá,

del gastado carbón que brasea en el anafe,

del aire o de los cielos que hacen

de la ventana una pintura inquieta.

Se hace añicos parece que partiera

como cuando se ausentan los hermanos

y ya los padres abandonan la partida.

O como un Big Bang del alma estalla,

se aturde ante el azar de las palabras,

los cimientos se quiebran

bajo el andamiaje de los versos.

Así la casa, así la poesía,

nos observan de lejos como

a extraños huéspedes "tocados"

que tiemblan en la espera

a que la poesía, como la casa,

reticente y posible,

espabile los ojos de un niño extraviado.

Rafael Escobar de Andreis
Seudónimo: Luto

*****

# 0595

REFUGIO

I

Por mis fantasmas acechado, llego hasta el libro, acechado por mis fantasmas.

Abro nervioso una página, buscando una palabra, una clave, un talismán,

una migaja dejada caer por un poeta en el bosque de la noche,

al fondo de la noche, para iluminar la noche,

para indicar senderos que sólo indican senderos

hacia allá, donde perdiéndonos, nos encontramos:

La lectura.

(Una fragata para tierras lejanas, una cabaña con leña seca, la máscara que talla, lentamente, nuestro rostro)

Los acentos me descubren y me ocultan,

Son capaces de rasgar mi carne y rozar el borde de mis labios.

Quedo impregnado de sintaxis,

Menos solo, al fin,

Como quien construye una caricia.

Como quien siente que las lágrimas han hecho su labor redentora,

como quien cree, quiere creer que cree, que ha encontrado el adjetivo perfecto.

II

Las palabras no son mías, pero ahora -por un instante- también

me pertenecen.

El ritmo me hala la camisa

Y me lleva, bordando las esquinas con hilo de recuerdos.

No sé si salté por la ventana, o escalé por las líneas de una frase aventurera.

Ya no estoy solo,

es cierto.

Los gatos son versos con cola y bigotes, susurrando sinuosos al oído de la noche:

Una casa de palabras es un manantial que fluye desde el corazón.

III

Tenemos una serie de surcos en nuestra piel de vinilo, para que pase la aguja de las canciones que nos hacen llorar.

Pero además, tenemos una serie de puertas y ventanas,

Un recoveco de afectos impresos por ambas caras,

Un salón donde entra la luz de las tinieblas y el abismo,

Unos brazos abiertos para guardar en su memoria los poemas que nos definen,

Siempre cambiantes,

Siempre de paso,

Siempre mariposas,

Siempre murciélagos.

IV

Una sílaba me cobija en un frío rincón

El papel me acoge entre sus pliegues

Ruedo por una de las vocales de tu nombre.

Capturas el instante con un juego de espejos:

Al otro lado del tiempo, mis ojos se cierran y mi espíritu se eleva ante el aroma

De tu piel.

Te leo,

Me habitas,

Te habito.

Enrique Trujillo
Seudónimo Leonard T. Blue

*****

# 0028
DONDE ESTÁ LA VIDA

En esta casa

donde cambian de sitio las memorias

cada palabra es aleteo del insomnio

un canto una meditación un quejido

que vienen del silencio.

El color de la luz es cada hora diferente

y si el viento se asoma a las ventanas

es otra la sombra de todos los mortales

otro es el gato que sube a los tejados

o el perro que ladra ante la puerta.

Alguien golpea

como buscando lugar a su tristeza

un sitio a la alegría

una página en blanco

la pantalla de algún ordenador

luz que se enciende con el tacto

música grave

que de lo profundo llega

Se abre la puerta

y uno por uno entran los vocablos

se instalan en una habitación

como poniendo en su lugar los muebles

y se encuentran las luces y las sombras

como puertos celestes.

Entran

sonidos que ascienden o descienden

por el pentragrama

se posan en la página

letras que salen del lápiz o el teclado

y caminan mirándose a los ojos

acomodan sus voces y sus tonos

auscultan los rincones

se ubican en el patio o en la sala

y saben que ahí está su casa

donde cada palabra y cada gesto

a todos nos reúne

como en última cena.

Con todos los vocablos

- dóciles ecos de la luz -1

oímos el canto de los pájaros

que rasgan el aire como un chelo

o gritan como un violín que rompe el arco.

Se oyen de una pared a otra

caminan del corredor a la cocina

habitan esta casa

donde la vida pasa breve

tomada de la mano con la muerte.

_____
1 Armando Rojas Guardia

Luz Mary Giraldo
Seudónimo El inquilino

*****

# 0208

EL FALSO LLANTO DEL GRANIZO

I

Me enamoré alguna vez de una mujer con los pechos recién ungidos

Era el tiempo de la guerra

Ella recogía esparto

en estaciones violentas

y yo veía crecer dos o tres caídos sobre la hondura del agua

La noche en que durmió el búho cetrero

un estruendo levantó las tapias

y la trepadora

que ascendía hasta los tejados

dejó su rastro a los pies de las bisagras

Nuestra casa

una pluma en la memoria

¿Con qué adobe está hecha su voz

que aún se oye

por el derruido cielo raso?

II

Es la lágrima del ángel que se hunde entre las losas

o son los muslos de la muerte trenzando su sudario

Hay un latido sordo

un galope súbito en los azulejos del alma

¿Bajo qué baldosa ofendida

encontrar su eco de ceniza y espanto?

III

Me enamoré alguna vez de una mujer con los pechos recién ungidos en tiempos de guerra

Su piel de araucaria se vino abajo

con los muros que construimos

Mientras veía desatarse

el indómito fuego

y el falso llanto

del granizo

Helman Giovanni Pardo L.
Seudónimo Ray Stromo

*****

MENCIONES

# 0296

AL FINAL DE LA JORNADA

Casi al final de la jornada mi padre venía

y se sentaba a la mesa,

y luego nos sentábamos nosotros, uno a uno,

en el verde-olivo de sus ojos.

Y la risa de mi madre desde la cocina

era como una canción humeante.

Una canción que llenaba

los estrechos corredores de las habitaciones;

que trepaba por las paredes blancas de la casa

hasta hacerse con la noche murmullo,

susurro triste entre los árboles

que vigilaban el patio.

Recuerdo por ese breve momento

aquellas migas de luz,

aquella paz aligerando el peso

de la pobreza sobre nuestros hombros.

Y entonces seguíamos, tan juntos seguíamos,

hasta el final de la jornada.

Justo Javier Gafaro Montejo
Seudónimo Alejandro Montejo

*****

# 0116

CUANDO EL POEMA

El mar que llevo dentro me separa del mar.

Y si la oscura mirla se posa en la alambrada

otra es la cerca y otro es aquel pájaro

hechos enteramente de nostalgia.

La noche no es la noche,

es miedo, es embriaguez o pesadilla.

El amor no es presencia,

él es tan solo aroma de inestable mañana.

Pero cuando te nombro, oh mar, en poesía,

cuando como a horcajadas de cabello salvaje

llega hasta mí la noche en la palabra noche,

cuando el amor, el pájaro, la soledad y el árbol,

cuando el poema,

allí el mundo me habita

y yo habito el mundo

como a mi propia casa.

Luis Alfonso Otálora Bonilla
Seudónimo Lao

*****

Y LA CASA OLVIDÓ LA NOCHE….

A Lino Hernández

Y la casa olvidó la noche.

La madrugada llegaba con el aire gris, que limpiaba la sangre de los espejos.

Mientras que en cada árbol, un pájaro despertaba.

La casa del pueblo.

Papá, mamá, hijos, nietos… en un solo olor de madera.

Atrás un corral, las vacas, y de nuevo la tierra.

La casa.

El viento que danzaba bajo el sol, jugando con los niños.

El centro del principio.

El lugar de todos los lugares.

Más allá de los caminos, el frío y la lluvia.

No había gobierno para los caballos de la noche…

La abuela en la cocina.

Nosotros escuchando el estrepito de los platos…

La dulce fuerza de sus manos.

Luego sentados en la larga mesa, junto a los caballos.

Y un viento nos sacudía, diciéndonos…

Que la eternidad… ya había comenzado.

Margareth Ríos Hernández
Seudónimo Roch

*****

# 0088

CÍRCULO

en cada espacio de la casa un pedazo de mí

algo

en el umbral del día

corre abismado

mientras me oculto de la noche bajo el techo blanco

María José Losada Vargas
Seudónimo Celeste

*****

#0154

NIETZSCHE ERA UN MARIACHI EN CHAPINERO, ACUÉRDESE

a mi padre por supuesto

la poesía perdió prestigio cuando abandonó la casa de mi padre

la casa de mi padre perdió a la poesía pero de hecho

ganó en independencia

fue entonces que se sublimizaron las metáforas

atraídas por el olor que alimenta un ajo crudo

y el poema pasó a ser su verdadero espacio

(no la noche en esta sala de recibo)

mi padre era un curador de insanos confundidos

que lavaba su cabello con sábila licuada para que

así renaciera un poco más en luna llena

las materas de helechos eran paso de corte en el pasillo

dando vuelta en la esquina cuando entraba el verano

el sol hurtaba con malévolo placer las flores deshojadas

de un patio despejado

después llegaban lluvias en los octubres turbios

en ráfagas de vientos que caían sobre las tejas blandas

donde lenguas de gatos limpiaban excrementos de murciélago

el agua resbalaba sin pausa en las cornisas

se entraba en la casa ahora iluminada

por patéticos rayos invisibles

la poesía perdió prestigió cuando abandonó la habitación

donde dormía mi padre

incólume en su oficio de fabricar palabras sublevadas

o al menos testimonios

o mínimo arengas maltratadas

la poesía abandonó el segundo piso de la casa de mi padre

donde detrás de cada puerta

se oficiaba un poema a mano alzada

la casa perdió la poesía pero ganó en poemas menos raros

pues mi padre escribía sobre teclados tristes

entre fotos del siglo diecinueve

que contemplaban impávidas los dedos de su cara

por eso se secaron las cisternas de los baños quizás

por estar un poco más que abandonadas

o el piso resbalaba en los dedos de los pies sin los zapatos

la poesía abandonó el estudio de la casa de mi padre

donde él había vivido mutilado por textos trasnochados

mientras expulsaba en sus humos asfixiados

los habanos de cuba

la casa perdió la poesía pero ganó el poema que es en verdad

su verdadero espacio

la poesía abandonó el cuarto de los huéspedes con sus malos placeres desolados

donde nadie dormía por temor a morir al día siguiente después del chocolate

la poesía dejó algunos nombres de ilustres personajes grabados

en ese anónimo cielorraso envejecido

que se cubría en el patio asediado por los perros

la poesía abandonó la habitación de mis hermanos donde el odio

era espuma sangrienta por la boca

ellos no se dieron cuenta pues andaban cazando los ratones

que huían del veneno amanzanado

ingrávido en los estantes de la biblioteca

la casa perdió la poesía pero ganó en volúmenes de ensayos metafísicos

con un Nietzsche sonámbulo debajo de su sombra en medio de los libros

abiertos en la herida

(Nietzsche jamás durmió en aquella casa)

la poesía abandonó la sala de recibo de la casa de mi padre

donde había una escopeta con dos tiros

vertida en las entrañas de un florero para que nadie escuchara tan de cerca

la música asesina de los pianos de cola

la casa perdió la poesía pero recuperó sin duda los sueños no dormidos

y el tedio jorobado de mi padre hastiado de escribir porque el epíteto

lo había convertido en un hombre cotidiano

de modo que ya todo el mundo en esa casa era escritor de poemas sin poesía

o era la poesía que no necesitaba del poema

la poesía abandonó la esencia de la imagen que se traga la luz a través de la ventana

donde se abrían los miedos después de medianoche

la poesía abandonó la claraboya del pasillo un día en que no salió el sol

y fue cuando mi padre empezó a perder la visita sin fiebres sintomáticas

por tanta ropa sucia atrapada en los armarios

fue entonces que el glaucoma se le rio en la cara

acomodado en el anacrónico ropero

la casa perdió la poesía pero aún así recuperó la luz de un nuevo día

porque quizás la poesía no necesitaba del poema

la poesía abandonó las camas empotradas de antiguos coitos genealógicos

la casa perdió la poesía pero se creció en herencias que mantienen su riqueza en el poema

la poesía abandono la casa de mi padre la noche en que yo nací con un trauma severo

doliendo el omoplato como un putas

la casa perdió la poesía y se quedó conmigo

para que cada día entronice su desmedida ansia protagónica

la casa perdió la poesía pero yo me quedé para siempre en el poema

me quedé con el índice que revuelve este whisky de mi padre bohemio

en mangas de camisa

sin corbata

yo me quedé con sus libros y su música

con sus habitaciones

con sus medias de lana

su pipa y su pijama

yo me quedé con su almohada

donde noche tras noche anido mi cabeza

y leo sin leer ese inmenso poema que es la casa

para deletrear su nombre Poesía

sólo para que ella se acueste a mi derecha

me ame sin amor

sin palabras de odio

sin sueños criminales.


Raúl Flórez Jaimes
Seudónimo Raúl

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