La escritora cuenta los orígenes de su nuevo libro, Todo sobre las mujeres un florilegio comentado de citas, canciones populares y cuentos folklóricos de diversas culturas, en los que coexisten la misoginia, los elogios dudosos y las alabanzas sinceras
Ilustración: Giselle Ferro./adncultura.com |
El neurólogo Paul de Moebius (1853-1907) escribió un delicioso tratado Sobre la inferioridad mental de la mujer
, que condensa todos los prejuicios misóginos de la humanidad,
convirtiéndolos en teoría científica. El libro puede abrirse al azar y
se disfrutará de cualquier párrafo. Es una especie de biblia de la
misoginia universal. Aquí va una de estas asombrosas hipótesis
"científicas" de Moebius:
No quiero insistir en la prueba de que el cerebro
femenino rinde menos que el masculino, pues esto ha sido demostrado en
numerosas ocasiones y es evidente para una persona sin prejuicios, sino
en el hecho de que la inferioridad del cerebro femenino es útil y
necesaria. Casi setenta años antes, ese genio de la literatura
francesa que fue Stendhal (1783-1842), había creado extraordinarios
personajes femeninos, mostrando, por ejemplo, en La cartuja de Parma , la función fundamental que cumplían las mujeres en la vida política de la época.
Ninguno de los grandes escritores de ficción (poetas
épicos, novelistas, cuentistas, dramaturgos) describió como seres
inferiores a sus personajes femeninos. Todo gran escritor está
íntimamente consciente de la humanidad esencial, única, personal, de
cada uno de los personajes. Shakespeare creó a Ofelia, a Porchia, a lady
Macbeth y no pretendió que ninguna de las tres fuera la representación
de La Mujer. Cada una de ellas es mujer a su manera.
Mi libro Todo sobre las mujeres reúne cuentos
folklóricos de los más diversos países y culturas, proverbios, canciones
populares y citas de autor a favor y en contra de la mujer. La historia
de este libro comenzó hace unos años, recopilando coplas populares
argentinas. Apenas empecé a investigar, me sorprendió la variedad y
cantidad de las coplas anónimas que expresaban el odio y el miedo a la
mujer, algunas tan violentas como ésta: "A la mujer hay que amarla y
quererla de rodillas/ y en la primera ocasión/ romperle cuatro
costillas". Ese material no servía para mi libro de coplas, destinado a
las escuelas. En cambio, fue el comienzo de otro libro sobre la
misoginia en la literatura folklórica mundial que se llamó Cabras, mujeres y mulas .
Cabras... se vendió mucho, pero hubo mujeres que no lo
entendieron. ¿No basta con que los hombres hablen mal de nosotras?, me
decían algunas. ¿Por qué traicionaste a tu género?, preguntaban otras.
Con ciertas lectoras pasó algo todavía peor. Bajaban la cabeza y decían:
"Claro, tu libro tiene razón, las mujeres somos así: veleidosas,
tontas, complicadas, difíciles, tercas, estúpidas, malas.". A la hora de
acusarnos a nosotras mismas, la lista de adjetivos es interminable.
Yo había intentado mostrar una situación histórica que
suponía revertida, formas del prejuicio que, por anticuadas y
exageradas, debían resultar cómicas. No había tenido en cuenta que la
descalificación de la mujer estaba todavía tan presente en la sociedad
actual. Por supuesto, explicaba el tema en mi introducción pero. es una
ilusión de los autores pensar que la mayoría de los lectores leen
nuestros prólogos.
Por eso, cuando decidí publicar otro libro sobre el
tema, no me limité a la misoginia. Intenté dar una imagen más completa
de la mujer tal como la ve la sabiduría popular. Además de los cuentos,
proverbios y canciones misóginas, incorporé elogios a las cualidades
femeninas. Y mostré cómo en todos los pueblos se cuentan también
historias acerca de mujeres buenas, valientes, fieles y generosas. Pero
además agregué comentarios a cada uno de los cuentos, para ubicarlos en
su cultura y en su contexto histórico. En muchos casos, ese comentario
me sirvió para demostrar cómo un supuesto elogio se puede convertir en
un bombón envenenado, con el que se pretende, en realidad, fijar a la
mujer en determinados roles sociales. Todas las alabanzas que sitúan a
la mujer en un lugar por encima del hombre contribuyen a confirmar el
prejuicio, sacándolas de su lugar de personas. Quien pone a la mujer en
un pedestal por lo general prefiere que no se baje de allí.
Así trabajé también Todo sobre las mujeres ,
en el que incluí mucho material nuevo tomado de la sabiduría popular
(tan contradictoria, por cierto). Y agregué citas de personajes célebres
que escribieron a favor o en contra de la mujer.
Las diatribas contra la mujer, igual que los elogios
dudosos, provienen tanto de hombres como de mujeres. Naturalmente,
encontramos más opiniones contra la mujer en autores y textos más
antiguos, sobre todo de la Edad Media. Y por supuesto, las mujeres que
se atreven a hablar, a favor o en contra de sí mismas, pertenecen a los
últimos dos siglos.
El libro comienza con un texto atroz, de un autor
argentino, que se consideraba excelente lectura para aleccionar niñas
hace apenas cincuenta años: "Destino de mujer". Y termina con Las bodas de Lady Ragnell
, un relato medieval tan moderno y tan inteligente que puede contestar,
con mucha más precisión que Freud, una famosa pregunta sobre el género
femenino: qué quieren las mujeres.
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