20.10.12

¡Puñetero Faulkner!

El villorrio puede ser una manera casi sencilla en el mundo de Yoknapatawpha

William Faulkner y su villorio del mundo de Yoknapatawpha./elmundo.es

Ya en 1930, en 'Mientras agonizo', de William Faulkner, tenemos una referencia a aquellos jacos indomables que Flem Snopes trajo de Texas al condado de Yoknapatawpha para subastar, ante la atenta mirada de todos los lugareños de Frenchman's Bend, en el sureste del mapa. Cuando los Bundren intentaron cruzar el río Yoknapatawpha con el cadáver de la madre y perdieron mulas y tiro, para poder continuar su viaje con nuevo equipo, tuvieron que negociar con el viejo Snopes, un fantasma persistente en el largo ciclo del escritor de Misisipi. Toda la casta de los Snopes, aquellos venidos de ninguna parte y valor en alza en un panorama de terratenientes decadentes, aparece ya desde el inicio. Desde la genesíaca 'Sartoris' (1929). En 1940, con 'El villorrio', empezó su trilogía snopesiana. 'El villorrio' ha sido reeditado por Alfaguara en su traducción de López Muñoz, donde los granjeros dicen cosas como "demonios coronados" para maldecir, justo antes de tirar grajos al suelo polvoriento.
Año 1940. Nótese, por cierto, que por entonces, el resto de la célebre generación americana de Faulkner daba signos de agotamiento, de fin. Scott Fitzgerald moriría en diciembre de ese año. Nuestro escritor, sin embargo, aún tenía páginas abundantes de abundoso lenguaje, oscuros crímenes e hijos ilegítimos en abundancia para repartir, para seguir tejiendo la tupida red de mitologías locales de su condado imaginario. La llegada de los caballos locos tejanos aparece narrada en la cuarta parte de esta tetralogía de cuentos largos que integran el volumen (que datan de los años 30, en su origen). Con 'Desciende, Moisés' o 'Las palmeras salvajes' Faulkner ya había asentado la forma "novela-suma-de-relatos-en-torno-a-un-tema-o-apellido". En realidad, sus novelas históricas adoptaban ya una forma fragmentaria. ¿No pertenecía ya 'Winesburg, Ohio', de su "mentor", Sherwood Anderson a esta género digresivo del novelar? 'Flem', 'Eula', 'El largo verano' y 'Los campesinos' son las narraciones que conforman 'El villorrio', en el sureste de Yoknapatawpha.

Blanco pobre

"Roughnecks", "hicks", "hillbillies", "crackers", "whitetrash" son los nombres de los blancos pobres. A veces por debajo de los negros en la escala social. La ascensión de Flem Snopes es referida en la primera parte. Se ha hablado de digresión, pero en realidad, el cauce de biografías que van apelotonándose en estos cuentos es inagotable. Junto a Snopes se nos habla del imperio de Will Varner, quien domina la zona, como los Sutpen o los De Spain dominan otras zonas. Varner y su hijo Jody y la hija Eula, deseada y vaguísima, son algunos de los grandes personajes afectados por la prolífica progenie de Ab Snopes (padre de Flem), incendiario y contrabandista de caballos a quien "se le agrió el carácter" y que cojeaba por un disparo en el pie que un Sartoris le había dado. El profesor rural Labove, es, por ejemplo, un meandro en el que el caudal del relato parece detenerse. En 'El largo verano' toda la trama de diálogos y chismorreos (es un libro chismoso) se abandona y entramos en una acumulación de imágenes y paso ensimismado: los amores de Ike "el idiota" (otro Snopes: no confundir con "el tío Ike" McCaslin, de anteriores entregas faulknerianas) con una vaca. Y su segunda parte (acaso una de las favoritas de este reseñista) tan pronto nos da cuenta de la vida de Jack Houston (otro de estos granjeros insondables) hasta que cae de su caballo, mortalmente herido. Un personaje central, de algún modo poeta y cantor de la región, dueño y señor de las habladurías, será el inefable Ratliff.
'El villorrio' podría ser una de esas novelas que los críticos recomiendan como una de las ideales para entrar en el mundo de Yoknapatawpha. Su gesta experimental ya estaba más que zanjada en 1940, pero también aquí encontrará el lector dificultades. Las genealogías y las nebulosas circunstancias que aquí se refieren nunca entran con luz limpia. Por cierto, qué cantidad de paisajes de luz abigarrada, de luz de cobre o luz de plata y luna contamos aquí. 'El villorrio', seguido por 'La ciudad' y 'La mansión', son títulos muy significativos de la segunda carrera de un escritor que estaba lejos de agotarse después de un decenio prolífico en grandes cumbres sobre aquel despojo rural del Sur confederado, después de la guerra, que es Yoknapatawpha. En 'Santuario' habíamos tenido datos de esa esquina inferior derecha del mapa de campesinos pobres, aunque más en 'Mientras agonizo', donde el joven Jewel Bundren (hijo, en realidad, del reverendo Whitefield, en 'El villorrio presente') tiene que devolver a Snopes (a cambio de un carro y nuevas mulas) un descendiente de los caballos que éste trajo a la región, acompañado por un extraño ganadero tejano, locuaz como un buhonero. Por cierto, entre toda la morralla internáutica, usted tiene entradas serias sobre faulknerianismo en el gran blog de Javier Avilés, 'El lamento de Portnoy'. Son muy útiles los árboles genealógicos que Avilés facilita.

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