Las historias y las personalidades de los libreros del usado que suelo visitar hubieran inspirado más de un carácter de la Comedia humana de Balzac
Bogotá cuenta con un amplio circuito de librerías
del usado en las que el lector puede descubrir desde una primera edición
de Dumas hasta Me llamo Rojo, de Orhan Pamuk. Desde mi humilde
y centralista perspectiva, aquí van las nueve más significativas. Nota:
en el listado hubiera debido estar Valderravia para las 10 pero su
librero, Juan Andrés Valderrama, colgó hace poco los guayos, lo que es
una tragedia para nosotros sus compradores.
1. La Torre de Babel.
Quien diga que es lector y no conozca esta librería falla de modo
grave. Es una verdadera catedral con muchos salones dispuestos para la
más exquisita lujuria bibliográfica. Los espejos en sus muros dan una
extraña perspectiva de un laberinto sin fin, como reza Borges. Y lo más
importante: el librero es un señor lector, lo que no siempre es la
regla. Es, sin lugar a dudas, la número uno de toda la Sabana y sus
alrededores.
2. Los Clásicos.
Su dueño, Germán, es conocido por algunos como el Bukowski de los
libros. Su librería es una de las más completas y organizadas de la
ciudad (aunque cuidado, no lo parece). Todo su catálogo se encuentra en
internet, por cierto. Digámoslo con ahínco: es soberbia.
3. Merlín. Una
librería desmesurada, compuesta de cuatro pisos, recovecos y miles de
tomos en todas las categorías posibles. Es popular y muy nombrada. La
atención no es la mejor o por lo menos yo no he tenido tanta suerte con
sus fríos libreros.
4. San Librario.
Álvaro Castillo, uno de sus socios, es una figura pública. Consigue
libros inimaginables y cuenta con la mejor sección de poesía de la
ciudad. Además, es el distribuidor de la ficción cubana, que es escasa
en Bogotá por razones obvias. Su servicio de búsqueda por encargo es
probablemente imbatible, aunque cueste algunos pesos más.
5. El Dinosaurio. Su dueño, el Abuelo, aparece en la gran novela sobre las librerías de Bogotá: Las glorias,
de Matías Godoy, editado por Destiempo. Fue el primero en abrir una
librería en la calle 45, inaugurando de esta manera el camino para que
esta calle se convirtiera en un sector de librerías. La política de “no
es el mismo precio si eres gentil hombre o estudiante”. Es fenomenal y
lo aprecian los chicos del sector.
6. Trilce. Una
librería pequeña, pero muy bien escogida. Su propietario, especialista
en poesía china, vende todos los libros con el 20 % de descuento.
7. Árbol de Tinta. Tal
vez la librería del usado más pequeña de la ciudad, con una gran
movilidad en su catálogo. Llegan libros todos los días. Especializada en
ciencias sociales y literatura marginal. Su propietario representa el
arquetipo de lo mercurial, no recomendable para personas que quieran
comprar libros en silencio.
8. Valija de Fuego.
Una gran librería especializada en anarquismo, en la que también se
encuentra muy buena literatura. Cuentan con su propia editorial y su
librero es de eso que uno reclama más a la ciudad: línea política en
estos tiempos tan tibios. Su nueva sede está ubicada en un lugar
estratégico, pues se encuentra cerca de muchas universidades.
9. Ramón Caro.
Parece un mito urbano. En realidad, este apartamento en el centro
ofrece un sueño: muros tapizados de libros, bibliotecas por donde uno
ande y cientos de títulos de muy buena calidad a la mano. El catálogo es
bueno, pero llegar a este sitio no siempre es fácil, aunque eso hace
más misterioso el asunto.
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