30.11.14

El cuento del domingo

Chuck Palahniuk
Canto del cisne
Un día mi perra se come unos desperdicios envueltos en papel de aluminio y hay que hacerle unas radiografías que cuestan mil dólares. El patio que hay detrás de mi bloque de apartamentos está lleno de basura y cristales rotos. En el sitio donde la gente aparca sus coches hay charcos de anticongelante esperando para envenenar a cualquier perro o gato.
Aunque está completamente calvo, el veterinario que la atiende se parece a un viejo amigo íntimo. A un chaval con el que crecí. Con una sonrisa que yo veía todos los días de mi infancia. El hoyuelo de su barbilla y cada peca de su nariz, los conozco perfectamente. Sé que puede usar el hueco que tiene entre los dientes de delante para silbar.
Aquí y ahora le está poniendo una inyección a mi perra. De pie frente a una mesa de acero plateado que hay en una sala fría con baldosas blancas, aguantando a la perra por el pellejo del cuello, menciona la filariosis.
Cuando encontré su nombre en la guía telefónica me cegaban las lágrimas de tanto miedo que tenía de que se me fuera a morir la perra. Con todo, allí lo encontré: Kenneth Wilcox, Veterinario. Por alguna razón me encantó aquel nombre. No sé por qué. Mi salvador.
Ahora, mientras tira hacia atrás de las orejas de la perra y mira dentro de las mismas, menciona el moquillo. En el bolsillo de la pechera de su bata blanca hay bordadas las palabras: «Doctor Ken».
Hasta el sonido de su voz me trae ecos de hace mucho tiempo. Le he oído cantar: «Cumpleaños feliz». Le he oído gritar «¡Strike uno!» en partidos de béisbol.
Se trata de él, de un viejo amigo mío, pero demasiado alto, con la piel de los párpados lívida y colgante. Con demasiada papada. Tiene los dientes un poco amarillos y los ojos de un azul no tan brillante como antaño. Me dice:
–Tiene buen aspecto.
Le pregunto a quién se refiere.
–A su perra –dice él.
Sin dejar de mirarlo, de mirar su calva y sus ojos azules, le pregunto:
–¿A qué universidad fue?
Él dice que a una universidad de California. Una de la que no he oído hablar nunca.
Él era pequeño cuando yo era pequeño, y de alguna manera crecimos juntos. Él tenía un perro que se llamaba Skip y se pasaba el verano descalzo, yendo a pescar o construyendo una casa en un árbol. Ahora que lo miro, me lo imagino una tarde de invierno construyendo el muñeco de nieve perfecto mientras su abuela lo mira desde la ventana de la cocina. Y digo:
–¿Danny?
Y él se ríe.
Esa misma semana le intento vender un artículo sobre él al jefe de sección del periódico. Sobre cómo lo he encontrado, cómo he encontrado al pequeño Kenny Wilcox, el actor infantil que interpretaba a Danny en la serie de televisión Mi vecino Danny hace un millón de años. El pequeño Danny, el niño con el que todos crecimos, ahora es veterinario. Vive en una casa adosada en una urbanización de los suburbios. Se corta su propio césped. Es él en persona, calvo y de mediana edad, un poco gordo y anónimo.
Una estrella olvidada. Ahora es feliz y vive en una casa de dos dormitorios. Le han salido patas de gallo. Toma pastillas para controlarse el colesterol. Es el primero en admitir que después de aquellos años siendo el centro de atención, ahora le gusta estar solo. Pero es feliz.
Y lo importante es que el doctor Ken ha aceptado. Dice que me va a dar una entrevista, que claro que sí. Un pequeño perfil para la sección de Ocio del Suplemento Dominical del periódico.
El jefe de sección al que le estoy proponiendo el artículo se hurga una oreja con el extremo de un bolígrafo y se dedica a sacar cera. Con aspecto de estar mortalmente aburrido.
El jefe de sección me dice que los lectores no quieren leer un artículo sobre alguien que nació guapo y con talento, que cobró una fortuna por aparecer en la televisión y que después vivió feliz el resto de su vida.
No, la gente no quiere finales felices.
La gente quiere leer sobre Rusty Hamer, el niño de Make Room for Daddy, que se suicidó pegándose un tiro. O sobre Trent Lehman, el niño guapo de The Nanny and the Professor, que se colgó de la verja de un parque infantil. O sobre la pequeña Anissa Jones, que interpretaba a Buffy en Mis adorables sobrinos y que se abrazó a una muñeca llamada señora Beisley y se tragó la sobredosis de barbitúricos más grande de toda la historia del condado de Los Ángeles.
Eso es lo que quiere la gente. Por la misma razón que vamos a las carreras para ver cómo chocan los coches. Como dicen los alemanes: «Die reinste Freude ist die Schadenfreude». Nuestro placer más puro viene del dolor de la gente a la que envidiamos. La forma más genuina de placer. El placer que uno siente cuando una limusina gira en el sentido incorrecto en una calle de sentido único.
O cuando Jay Smith, el miembro de La pandilla conocido como Pinky, fue encontrado muerto a puñaladas en el desierto a las afueras de Las Vegas.
Es la clase de placer que sentimos cuando Dana Plato, la niña de Arnold, fue detenida, posó desnuda en Playboy y tomó demasiados somníferos.
La gente que hace cola en el supermercado, que recorta cupones y que envejece... Estos son los titulares que hacen comprar periódicos a esa gente.
La mayoría de la gente quiere leer sobre Lani O’Grady, la guapa hija de Con ocho basta, que fue encontrada muerta en una caravana con la barriga llena de Vicodin y de Prozac.
Si no hay derrumbe, me dice el jefe de sección, no hay artículo.
El feliz Kenny Wilcox con sus patas de gallo cuando se ríe no vende.
El jefe de sección me dice:
–Sorprende a Kenny Wilcox con pornografía infantil en su ordenador. Encuentra cadáveres debajo de su casa. Y tendrás un artículo.
El jefe de sección me dice:
–Mejor todavía, encuéntralo con todo eso que te he dicho y, además, encuéntralo muerto.
La semana siguiente, mi perra se bebe un charco de anticongelante. Mi perra se llama Skip como el perro de Mi vecino Danny, el perro que tenía Danny. Mi querida Skip es blanca con manchas grandes y negras y un collar rojo igual que el perro de la televisión.
La única cura para lo del anticongelante es hacerle un lavado de estómago a la perra. Luego llenarle la tripa de carbón activado. Encontrarle una vena y ponerle un suero de etanol. Alcohol etílico para limpiarle los riñones. Para salvar a mi perrita querida tengo que emborracharla como una cuba. Eso quiere decir otra visita al doctor Ken, que me dice: Claro, la semana que viene me va bien para la entrevista. Pero me avisa de que su vida no es muy emocionante.
Yo le digo: Confíe en mí. El talento periodístico consiste en coger datos normales y transmitirlos de forma atractiva. No se preocupe por la historia de su vida, le digo: Eso es trabajo mío.
Hace tiempo que ando necesitado de que me encarguen una buena historia. Ya llevo un par de años haciendo de periodista freelance. Desde que me quitaron de hacer reportajes para la sección de ocio. Aquello sí que lo pagaban bien, los viajecitos pagados, hinchar citas para promocionar películas, compartir a una estrella de cine con una mesa llena de otros periodistas durante diez minutos, todos esforzándose por no bostezar.
Estrenos de películas. Lanzamientos de discos. Lanzamientos de libros. Era un flujo constante de trabajo, pero de pronto das una opinión indebida y te quedas sin chollo. Un estudio cinematográfico amenaza con retirar sus expositores de las tiendas y –abracadabra– tu firma desaparece.
Ahora estoy sin blanca porque intenté avisar a la gente. Refiriéndome a cierta película, escribí que la gente haría mejor gastándose el dinero en otra cosa y desde entonces estoy fuera de circulación. Bastó con una película de terror de esas que se estrenan en verano y el poder que había detrás de la misma, y ahora ando suplicando que me dejen escribir necrológicas. Escribir pies de foto. Lo que sea.
Es una estafa pura y simple que te dejen construir un castillo de naipes y luego te quiten la opción de derribarlo. Te pasas un montón de años acumulando nada, creando una ilusión. Convirtiendo a un ser humano en una estrella de cine. Cuando tu verdadera recompensa está al final del camino. Es entonces cuando puedes tirar de la manta. Enseñar las cartas. Mostrar al atractivo mujeriego metiéndose un jerbo por el culo. Revelar a la vecinita de al lado robando en una tienda y colocada con calmantes. A la diosa pegando a sus hijos con una percha de alambre.
El jefe de sección tiene razón. Y Ken Wilcox también. Su vida es una entrevista que no compraría nadie.
A modo de deberes, durante toda la semana antes de que hablemos, me dedico a navegar por internet. Allí encuentro una clase distinta de estrella infantil: escolares rusos sin vello púbico que se la chupan a viejos gordos. Niñas checas a las que todavía no les ha venido la primera regla y que son folladas por el culo por monos. Guardo todos los archivos en un fino disco compacto.
Otra noche, le pongo una correa a Skip y me arriesgo a dar un largo paseo por mi vecindario. Al regresar a mi apartamento, tengo los bolsillos llenos de bolsas de plástico de bocadillos y de sobrecitos de papel. Cuadrados de papel de aluminio doblado. Cápsulas de Percodan. De OxyContin. De Vicodin. Ampollas de cristal de crack y heroína.
Escribo todo el texto de catorce mil palabras de la entrevista antes de que Ken Wilcox abra la boca. Antes de que nos sentemos juntos.
Con todo, para mantener las apariencias, llevo conmigo la grabadora. Llevo un cuaderno y finjo que tomo notas con un par de bolígrafos gastados. Llevo una botella de vino en la que he echado Vicodin y Prozac.
En la casita que tiene Ken en los suburbios, uno esperaría una vitrina atiborrada de trofeos polvorientos, fotos satinadas y premios al civismo. Un memorial de su infancia. Pero no hay nada así. Si tiene algo de dinero, está en el banco, produciendo intereses. En su casa no hay más que alfombras marrones, paredes pintadas y cortinas a rayas en todas las ventanas. Un baño con azulejos de color rosa.
Le sirvo vino tinto y le dejo que hable. Le pido que haga pausas y finjo que estoy cogiendo todas las citas al pie de la letra.
Y tiene razón. Su vida es más aburrida que una reposición estival de una serie en blanco y negro.
Por otro lado, el artículo que ya he escrito es genial. Mi versión trata íntegramente de la larga decadencia del pequeño Kenny desde la fama hasta la mesa de autopsias. De cómo perdió la inocencia con una larga lista de ejecutivos de la cadena de televisión a fin de convertirse en Danny. Para tener contentos a los patrocinadores, se lo prestaban para que se divirtieran teniendo relaciones sexuales con él. Tomaba drogas para mantenerse delgado. Para retrasar el inicio de la pubertad. Para mantenerse despierto toda la noche, mientras filmaban una escena tras otra. Nadie, ni siquiera su familia y sus amigos, conocía lo enorme que eran su adicción a las drogas y su necesidad perversa de atención. Aun después de que su carrera se hundiera. Hasta el hecho de hacerse veterinario no fue más que una treta para obtener drogas de calidad y sexo con animales pequeños.
Cuanto más vino bebe Ken Wilcox, más dice que su vida no empezó hasta que se canceló Mi vecino Danny. Ser el pequeño Danny Bright durante ocho temporadas solamente es real del mismo modo que los recuerdos de segundo curso de escuela primaria le parecen a uno reales. Al final no quedan más que momentos borrosos e inconexos. Día tras día, cada línea de diálogo no era más que algo que se aprendía solamente el tiempo suficiente para aprobar un examen. La bonita granja de Heartland, Iowa, no era más que una fachada falsa. Al otro lado de las ventanas, detrás de las cortinas de encaje, no había más que polvo sembrado de colillas. La actriz que interpretaba a la abuela de Danny, si estaban hablando en la misma toma, lo rociaba de saliva. Una saliva esterilizada: tenía más ginebra que saliva.
Mientras da sorbos de vino tinto, Ken Wilcox dice que ahora su vida es mucho más importante. Curar animales. Salvar perros. Con cada trago que da, su discurso se va descomponiendo en palabras sueltas y cada vez más alejadas entre sí. Justo antes de cerrar los ojos, me pregunta cómo está Skip.
Mi perra Skip.
Y yo le digo que bien, que Skip está de maravilla.
Y Kenny Wilcox dice:
–Bien, me alegra saberlo...
Está dormido, sin dejar de sonreír, cuando le introduzco la pistola en la boca.
Un tipo «feliz» no le sirve de nada a nadie.
Una pistola sin registrar a nombre de nadie. Mi mano enguantada, la pistola en su mano con el dedo apoyado en el gatillo. El pequeño Kenny en su sofá, desnudo, con la polla untada de grasa para hornear, y un vídeo de su vieja serie puesto en el televisor. El factor decisivo es la pornografía infantil que tiene descargada en el disco duro de su ordenador. Y las impresiones de fotos de niños siendo follados que hay pegadas con cinta adhesiva a las paredes de su dormitorio.
Las bolsas de calmantes están escondidas debajo de su cama. La heroína y el crack, enterrados en su lata para el azúcar.
En el curso de un solo día, el mundo pasará de amar a Kenny Wilcox a odiarlo. Danny el pequeño vecino pasará de icono de infancia a monstruo.
En mi versión de esa última velada, Kenneth Wilcox va por la casa con la pistola en la mano. Gritando que a quién le va a importar. Que el mundo lo ha usado y después se ha librado de él. Se pasa toda la tarde bebiendo y tomando pastillas y dice que no le da miedo morir. En mi versión, muere después de que yo me vaya a casa.
La semana siguiente vendo el artículo. La última entrevista con una estrella infantil amada por millones de personas en todo el mundo. Una entrevista hecha horas antes de que su vecino lo encontrara muerto, víctima del suicidio.
La otra semana me nominan para el premio Pulitzer.
Y unas semanas después, lo gano. No son más que dos mil dólares, pero la verdadera ganancia llega a largo plazo. En adelante, ya no pasa un día sin que tenga que rechazar encargos. Sin que mi agente rechace ofertas para mí. No, solamente hago encargos muy importantes y que den mucho dinero. Historias de portada para revistas de primera fila. Nada de medios locales.
En adelante, mi nombre significa Calidad. Mi firma significa la Verdad.
Si miras mi agenda de teléfonos, son todos nombres que conoces de los pósters de películas. Estrellas del rock. Autores de best sellers. Todo lo que toco se vuelve famoso. Me mudo de mi apartamento a una casa con jardín para que Skip pueda correr. Tenemos jardín y piscina. Pista de tenis. Televisión por cable. Pagamos la deuda de mil dólares que tenemos por la radiografía y el carbón activado.
Por supuesto, todavía se puede encender alguna cadena de televisión por cable y ver a Kenneth Wilcox, de niño, silbando y lanzando pelotas de béisbol, antes de convertirse en un monstruo con la cara cubierta de saliva mezclada con ginebra. El pequeño Danny y su perro, caminando descalzos por Heartland, Iowa. Su fantasma en las reposiciones mantiene viva mi historia, aunque sea por contraste. A la gente le encanta conocer la verdad sobre aquel niño que parecía tan feliz.
«Die reinste Freude ist die Schadenfreude.»
Esta semana, mi perra desentierra una cebolla y se la come.
Yo me dedico a llamar a un veterinario tras otro, intentando encontrar a alguien que la salve. Llegado este punto, el dinero no es problema. Puedo pagar cualquier cosa.
Mi perra y yo tenemos una vida magnífica. Somos muy felices. Es mientras estoy al teléfono, hojeando las páginas amarillas, cuando mi querida perrita Skip deja de respirar.
Charles Michael Chuck Palahniuk (Pasco, Washington, Estados Unidos, 21 de febrero de 1962)1 . Novelista satírico estadounidense y periodista independiente residente en Portland (Oregón). Es famoso por su galardonada novela El club de la lucha, que posteriormente David Fincher adaptó al cine. En torno a su web oficial se reúne uno de los mayores grupos de seguidores de escritores en Internet. Sus obras, similares en estilo a las de Bret Easton Ellis, Irvine Welsh y Douglas Coupland, le han hecho uno de los novelistas más populares de la Generación X.
Hijo de Carol y Fred Palahniuk (pronunciado Pôlənĭk), creció con su familia en una casa móvil en Burbank (Washington). Más tarde sus padres se divorciaron, y a menudo lo enviaban, junto con sus tres hermanos, a vivir con sus abuelos en su rancho ganadero del este de Washington.2
Palahniuk se graduó en 1986 de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Oregón. En sus tiempos de estudiante, trabajó en prácticas para la cadena de radio KLCC de la National Public Radio en Eugene. Poco después se trasladó a Portland. Tras escribir para el periódico local durante un breve periodo, se colocó de mecánico diesel en la compañía de camiones Freightliner, donde permaneció hasta que su carrera literaria despegó. Durante ese tiempo, escribió manuales sobre reparación de camiones y trabajó una breve temporada como periodista (ocupación a la que no regresó hasta convertirse en un novelista de éxito). Tras asistir informalmente a un seminario introductorio gratuito impartido por una organización llamada Landmark Education, Palahniuk abandonó su trabajo como periodista en 1988.3 Palahniuk realizó trabajos voluntarios en un albergue para personas sin hogar; más tarde, también colaboró en un hospicio como acompañante, proporcionando transporte para enfermos en fase terminal y llevándoles a reuniones de grupos de apoyo. Dejó los trabajos sociales tras la muerte de un paciente con quien se había encariñado (Palahniuk, p.195-199).4
Palahniuk se convertiría también en miembro de la rebelde Cacophony Society en su edad adulta. Es un participante habitual en sus acontecimientos, incluyendo el SantaCon (una fiesta de Navidad pública que incluye bromas y borracheras) que se celebra anualmente en Portland. Su participación en la Cacophony Society inspiró algunos de los sucesos de sus libros, tanto ficticios como reales.4 Notablemente, usó a la Cacophony Society como base para el Proyecto Mayhem en El club de la lucha.
Palahniuk comenzó a escribir ficción cuando tenía más de treinta años mientras acudía a talleres impartidos por Tom Spanbauer, a los que iba para hacer nuevos amigos según él mismo recuerda. Spanbauer inspiró en gran medida el estilo minimalista de Palahniuk. Su primer libro, Insomnia: If You Lived Here, You'd Be Home Already, nunca fue publicado debido a su desilusión con la historia (aunque rescató una pequeña parte y la usó en El club de la lucha). Cuando intentó publicar su siguiente obra, Monstruos invisibles, los editores la rechazaron por ser demasiado perturbadora. Esto le llevó a escribir su más famosa novela, El club de la lucha, con el objeto de intentar perturbar al editor incluso más para que la rechazara. Palahniuk escribió esta historia en su tiempo libre mientras trabajaba para Freightliner. Tras aparecer inicialmente como una historia corta en la recopilación Pursuit of Happiness (que sería el capítulo 6), Palahniuk la amplió hasta una novela, la que, en contra de sus expectativas, el editor estuvo dispuesto a publicar.5 Aunque la primera edición recibió críticas positivas y algunos premios, estuvo poco tiempo a la venta. Sin embargo, el libro se abrió camino hasta Hollywood, donde David Fincher completó la película en 1999. Fue un fracaso en taquilla (aunque ocupó el primer puesto en la recaudación de su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos) pero pronto se convirtió en película de culto tras ser lanzada en DVD. La novela ha sido reeditada tres veces en edición de bolsillo: en 1999, en 2004 (con un nuevo prólogo del autor sobre el éxito de la adaptación cinematográfica) y en 2005 (con un epílogo de Palahniuk).
Una versión revisada de Monstruos invisibles, así como su cuarta novela, Superviviente, fueron publicadas ese año, permitiendo a Palahniuk convertirse en una estrella. Pocos años después Palahniuk consiguió su primer superventas en la lista del New York Times con Asfixia. Desde entonces, los libros de Palahniuk han repetido con frecuencia este éxito.
1999 fue también un año que le acarreó una gran tragedia personal. Su padre Fred había empezado a salir con Donna Fontaine, una mujer a la que había conocido a través de un anuncio de contacto bajo el título de Kismet y quien había logrado enviar a prisión a su anterior novio, Dale Shackleford, por abuso sexual. Éste había jurado matarla tan pronto saliera de la cárcel. Palahniuk cree que mediante su anuncio de contacto Fontaine estaba buscando a un hombre que pudiera protegerla.6 Tras ser liberado, Shackleford siguió a Fontaine y a Fred Palahniuk hasta la casa de ella en Kendrick (Idaho), les disparó a los dos y arrastró sus cuerpos hasta la cabaña de Fontaine, a la que prendió fuego. En la primavera de 2001, Shackleford fue declarado culpable de dos cargos de asesinato en primer grado y sentenciado a muerte. Al hilo de estos sucesos, Palahniuk comenzó a trabajar en la novela Nana. Según ha declarado, la escribió para ayudarse a sobrellevar el haber ayudado a decidir que Shackleford fuera condenado a muerte.
En septiembre de 2003, durante una entrevista dada a Karen Valby para Entertainment Weekly, Palahniuk mencionó, de manera confidencial, información sobre su pareja. Aunque muchos creían que estaba casado con una mujer (algunos periodistas afirmaba que tenía esposa), en realidad vivía con un hombre. Palahniuk, asumiendo que Valby publicaría esa información sin su consentimiento, colgó una airada grabación de audio en su sitio web en la que no sólo revelaba que es homosexual, sino que también hacía comentarios negativos sobre Valby y un miembro de su familia. Sin embargo, los temores del escritor resultaron infundados, pues Valby no reveló nada en su artículo sobre la vida personal de Palahniuk, aparte del hecho de que no estaba casado. La grabación fue posteriormente retirada del sitio web, lo que fue interpretado por algunos seguidores como que Palahniuk se avergonzaba de su homosexualidad. Según Dennis Widmyer, el administrador de la página, la grabación no fue retirada por la revelación de su homosexualidad, sino por lo que decía de Valby. Palahniuk envió después una nueva grabación a su sitio, pidiendo a sus fans que no se tomasen muy mal estos sucesos; se disculpó asimismo por su comportamiento, afirmando que desearía no haber grabado el primer mensaje.7
Mientras estaba en la gira de 2003 para promocionar su novela Fantasmas, Palahniuk leyó a sus oyentes una historia corta titulada Tripas (Guts), un relato de accidentes relacionados con la masturbación que aparece en el libro. Se informó de que unas 35 personas se desmayaron mientras oían la lectura (aunque es posible que muchos de estos incidentes fueran representados por fans de Palahniuk como efecto humorístico).8 La revista Playboy lo publicó más tarde, en marzo de 2004; Palahniuk les ofreció sacar otra historia junto con éste, pero los editores encontraron demasiado perturbador el segundo relato. En su gira para promocionar Stranger Than Fiction: True Stories en el verano de 2004, volvió a leer la historia a la audiencia, elevando el total de desmayos a 53, y más tarde a 60, durante la gira para promocionar la edición de bolsillo de Diario: una novela. El último desmayo ocurrió en noviembre de 2004 en Durham (Carolina del Norte). Aparentemente Palahniuk no da importancia a estos incidentes, que no ha evitado que sus fans lean Tripas o sus otras obras.
Los libros de Palahniuk anteriores a Nana tienen similitudes características. Los personajes son gente que ha sido marginada de una u otra forma por la sociedad, y que a menudo reaccionan con agresividad autodestructiva (una forma de historia que el autor gusta en describir como ficción transgresiva). Mediante estos relatos, intenta comentar los problemas actuales de la sociedad, tales como el materialismo. Sin embargo, con la controversia que rodea las obras literarias sobre dichos temas tras los atentados del 11-S, Palahniuk decidió comenzar a escribir usando un enfoque más sutil para obtener el mismo mensaje. Empezando con Nana, sus novelas han sido historias de horror satíricas. Aunque diferentes de los anteriores libros en la trama, siguen guardando muchas similitudes con obras anteriores.
Los relatos de los libros de Palahniuk empiezan a menudo en el final cronológico, con el protagonista recordando los sucesos que le llevaron al punto en el que libro comienza. Nana usó una variante de esto, alternando entre la narrativa normal lineal y el final cronológico tras cada pocos capítulos. Sin embargo, entre las excepciones a esta estructura se incluyen Asfixia y Diario: una novela (que son más lineales). A menudo hay un giro fundamental en la trama que se revela cerca del final del libro relacionado de alguna manera con el final cronológico (al que Palahniuk se refiere como «la pistola escondida»). Sus obras más lineales, aunque no empiecen igual, incluyen también giros parecidos en la trama.
El estilo de Palahniuk se inspira en buena parte en el de escritores tales como Gordon Lish y Amy Hempel. En lo que el autor define como un enfoque minimalista, sus obras usan un vocabulario limitado y frases cortas para imitar la forma en la que una persona normal contando una historia hablaría. En una entrevista, afirmó que prefiere escribir verbos en lugar de adjetivos. Las repeticiones de ciertas frases en el relato de las historias (a las que Palahniuk llama «estribillos») son uno de los aspectos más comunes de su estilo, encontrándose dispersas en la mayoría de los capítulos de sus novelas. Palahniuk ha dicho que hay también algunos estribillos entre novelas: se dice que el color azul aciano y la ciudad de Missoula (Montana) aparecen en todos sus libros. Sin embargo, Palahniuk es famoso por su humor negro cínico e irónico que aparece en toda su obra. Es la mezcla de este sentido del humor y de los extraños sucesos sobre los que giran estas historias (considerados molestos por algunos lectores) lo que ha provocado que a veces Palahniuk sea etiquetado de «escritor impactante» por los medios.
Cuando no escribe ficción, Palahniuk tiende a escribir obras cortas de no ficción. Trabajando como periodista independiente entre libro y libro, escribe ensayos y reportajes sobre una variedad de temas; a veces participa en los sucesos sobre los que escribe, teniendo estas obras mucho trabajo de campo. También ha escrito entrevistas a celebridades como Juliette Lewis y Marilyn Manson. Estas obras aparecen en varias revistas y periódicos, tales como Los Angeles Times y Gear. Algunos de estos relatos han aparecido en su libro Stranger Than Fiction: True Stories.4 Fuera de su obra de no ficción, Palahniuk también incluye algunos factoides en sus obras de ficción. Según el autor, los incluye para sumergir mejor al lector en su obra. Por otra parte, cierto número de ellos son falsos o engañosos, a propósito o no.
Ha sido calificado de «escritor impactante» debido a la anormalidad de las situaciones en sus obras, que son tratadas con humor en lugar de con crítica.9 Hay también cierto cuestionamiento sobre la necesidad de los factoides no ficticios que aparecen en sus novelas, lo que no hace más que apoyar el argumento anterior. Muchos críticos afirman que sus obras son nihilistas o exploraciones del nihilismo. Sin embargo, Palahniuk afirma que en realidad es un romántico y que sus obras se toman por error como nihilistas simplemente porque expresan ideas en las que otros no creen.10
Algunos críticos han afirmado que ven elementos de sexismo en sus historias.11 Es verdad que estos elementos aparecen en la adaptación cinematográfica de El club de la lucha, aunque el guion no fue escrito por el propio Palahniuk. También hay quien sostiene que sus novelas contienen también afirmaciones chovinistas.
Laura Miller de Salon.com escribió una mordaz crítica de Diario: una novela,12 provocando la respuesta de los seguidores y del propio Palahniuk en la sección de Cartas de Salon.13
Se ha argumentado asimismo que tras El club de la lucha las novelas de Palahniuk han sido demasiado parecidas estilísticamente. Por ejemplo, afirman que los narradores de El club de la lucha, Asfixia y Superviviente tienen voces y estilos de escritura muy parecidos, a pesar de proceder de ambientes radicalmente diferentes (por ejemplo, El club de la lucha es narrada por un trabajador de cuello blanco culto y cínico, mientras Superviviente es narrada por el superviviente de una secta suicida que ha crecido aislado). Las características comunes a estas tres novelas incluyen el uso de párrafos y frases muy cortas, referencias a la cultura pop y chistes cínicos sobre el statu quo.
También le han acusado de escribir sobre temas escabrosos simplemente por ser lo que se espera de él. En la crítica de Fantasmas publicada en The Onion, el autor escribió que las escenas escabrosas «se amontonan hasta el extremo de parecer que Palahniuk simplemente se reta a sí mismo a superar cada infame degradación con algo peor».14
Hay también algunas discrepancias sobre el conocimiento científico de Palahniuk. Por ejemplo, en Superviviente confunde la velocidad terminal de una persona en caída libre con la aceleración de la gravedad. Que estos errores sean intencionales o no es discutible: muchas de sus novelas están llenas de leyendas urbanas, mitos y otras falsedades. Por ejemplo, poco de lo que el protagonista de Asfixia cuenta sobre la historia colonial tiene alguna base real, repitiendo viejos mitos tales como el del origen de Ring around the rosey. Sin embargo, otras historias son ciertas, como la de un joven de la época colonial condenado por zoofilia (puede comprobarse en el Diario de William Bradford).
Tras el éxito de la película de El club de la lucha, se generó cierto interés en adaptar Superviviente al cine. Los derechos cinematográficos de Superviviente fueron vendidos primero a comienzos de 2001, pero ningún estudio cinematográfico se ha comprometido a rodar la historia. Tras los ataques sobre El Pentágono el 11 de septiembre de 2001, los estudios aparentemente estimaron que la novela era demasiado controvertida para ser filmada. Esto se debe al hecho de que el protagonista de Superviviente secuestra un avión de pasajeros y lo estrella en el interior de Australia. Sin embargo, a mediados de 2004 la 20th Century Fox decidió comprometerse a adaptar la novela de Palahniuk. Éste afirma que el equipo responsable de la película Constantine trabajará en Superviviente.15
Mientras tanto, los derechos cinematográficos de Monstruos invisibles y Diario: una novela también se han vendido. Aunque se sabe poco de estos proyectos, sí se conoce que Jessica Biel ha firmado para interpretar los papeles de Shannon y Brandy en Monstruos invisibles, que se suponía que iba a comenzar a rodarse en 2004 pero que en el 2005 aún no ha empezado a producirse. La adaptación de Asfixia, estrenada en 2008, ha sido rodada por Clark Gregg, actor, guionista y director, y protagonizada por Sam Rockwell y Angelica Houston. David Fincher ha expresado su interés por rodar Diario: una novela como miniserie para la HBO.16 «[1]»
Además de la película, El club de la lucha fue también adaptado a un videojuego de lucha lejanamente basado en la película, que fue lanzado en octubre de 2004 obteniendo unánimes malas críticas. Palahniuk ha mencionado en algunas de sus lecturas que está trabajando en un musical basado en El club de la lucha con David Fincher y Trent Reznor.17 Brad Pitt, que interpretó el papel de Tyler Durden en la película, ha expresado también su interés por participar.
Las adaptaciones al cómic de Monstruos invisibles y Nana, dibujadas por Kissgz (también conocido como Gabor) está disponibles el sitio web oficial de fans.
En 2003, miembros del sitio web oficial de Palahniuk hicieron un documental sobre su vida titulado Postcards from the Future: The Chuck Palahniuk Documentary.
El sitio web oficial de fans, llamado por los propios miembros «La Secta» (The Cult), ha empezado un taller de escritura donde el propio Palahniuk enseña los trucos del oficio. Cada mes Palahniuk cuelga un ensayo sobre uno de sus métodos de escritura, y contesta preguntas sobre ellos durante el siguiente mes. Palahniuk piensa recopilar todos estos ensayos en un libro sobre escritura minimalista.
Palahniuk también intenta responder cada correo que le envían sus fans. A veces envía regalos curiosos (como manos de plástico mutiladas, tiaras del baile de graduación y máscaras) junto con sus respuestas. A menudo también reparte estos regalos a los fans en sus lecturas, en ocasiones como premio por hacerle preguntas. Además de firmar los libros de los fans en estas lecturas, también los marca con sellos de caucho divertidos que aluden a sus novelas (por ejemplo, un sello de «Propiedad de la Clínica de Reasignamiento de Sexo del B. Alexander» en una copia de Monstruos invisibles).
Un grupo musical británico llamado Fightstar retituló su canción Out Swimming In The Flood (llamada así por el tsunami que provocó el terremoto del océano Índico de 2004) a Palahniuk's Laughter porque pensaron que la teoría de Palahniuk sobre que las risas enlatadas grabadas en los años 1950 se siguen emitiendo actualmente era interesante.
La banda estadounidense Panic! at the Disco incluye en su disco A Fever You Can't Sweat Out muchas referencias a sus novelas. El título de la canción "The Only Difference Between Martyrdom And Suicide Is Press Coverage" fue tomado de su novela Survivor. En el tema "London Beckoned Songs About Money Written by Machines" la frase "Just for the record, the weather today is..." es una frase recurrente en Diario: una novela. En el tema "Time to Dance" es aun más notorio: la canción se basa en Monstruos invisibles, lo podemos ver en la frase "When I say shotgun, you say wedding..." (Cuando yo diga escopeta, tu dices boda...) deriva de que en la primera escena del libro hay un personaje que es disparado con una escopeta en una boda. "Give me envy, give me malice, give me your attention" (Dame envidia, dame malicia, dame tu atención) es una frase recurrente del narrador. "Walls line the bullet holes" (Las paredes forran los hoyos de balas): la novela comienza con un tiroteo; "Boys will be boys hiding in estrogens" (Los chicos serán chicos escondiéndose en estrógenos): en la novela hay un travesti. "Wearing aubergine dreams" (Vistiendo sueños color berenjena): se refiere al color favorito de maquillaje del personaje anterior. Premios. 1997: Premio de la Pacific Northwest Booksellers Association (por El club de la lucha).1997: Premio a la mejor novela Oregon Book (por El club de la lucha)18.2003: Premio de la Pacific Northwest Booksellers Association (por Nana)19. Novelas.El club de la lucha (Fight Club, 1996), trad. de Pedro González del Campo, publicada por El Aleph en 1999 y por Mondadori en 2010. Superviviente (Survivor, 1999), trad. de Pablo Álvarez, publicada por El Aleph en 2000. Monstruos invisibles (Invisible Monsters, 1999), trad. de Catalina Martínez, publicada por Mondadori en 2003. Asfixia (Choke, 2001), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2001. Nana (Lullaby, 2002), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2003. Diario: una novela (Diary, 2003), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2004. Fantasmas (Haunted, 2005), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2006. Rant: La vida de un asesino (Rant, 2007), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2007. Snuff (Snuff, 2008), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2010. Pigmeo (Pygmy, 2009), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2011. Al desnudo (Tell-All, 2010), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2012.Condenada (Damned, 2011), trad. de Javier Calvo, publicada por Mondadori en 2013. Invisible Monsters Remix (Invisible Monsters Remix, 2012). No traducida todavía al español.. Doomed (Doomed, 2013). No traducida todavía al español.. Beautiful You (2014). No traducida todavía al español.. Make Something Up (2015). Sin publicar..Fight Club 2 (2015), novela gráfica. Anunciada. Novela corta. "Fetch" in Dark Delicacies III (2009). "Loser" in Stories (2010)."Romance" in Playboy (2011).
Semblanza biográfica: Wikipedia. Texto: El cuento del día. Foto: Archivo.

29.11.14

¡Adiós a nuestro ‘Chekespeare’!

  La leyenda urbana dice que se bautizó Chespirito con el sueño de ser tan grande como Shakespeare

El Chapulín Colorado, uno de los personajes icónicos de Roberto Gómez Bolaños,  Chespirito. /semana.com

 No es un chiste. Al contrario, cuando le preguntaban si de verdad era cierto, él excepcionalmente fruncía el ceño y respondía que era en serio: “Tengo el sueño de ser tan grande como William Shakespeare”. Con semejante propósito empezó en los escenarios. Si el inglés fue un dramaturgo, poeta, actor pues él también empezó a escribir, a declamar y a interpretar. Ser o no ser, esa era su cuestión. Y fue porque empezó a mirar hacia Latinoamérica, su continente colorido con expresiones llenas de sabor y de personajes cargados de inocencia: 'Chespirito', el 'Chavo del Ocho'… Captó la atención de todos por su tremenda sencillez en los diálogos y por la fuerza natural de sus personajes. Y creó un espejo divertido de la televisión que colonizaba desde Estados Unidos. Si allá tienen a 'Superman' entonces hay que buscar alter ego aquí. Así le dio vida a 'El Chapulín Colorado'. Y todos los niños empezaron a decir: “No contaban con mi astucia”. Entonces el comediante y escritor mexicano Roberto Gómez Bolaño atravesó las fronteras y se convirtió en pionero de la televisión en México. Con su talento ayudó a impulsar el imperio de Televisa. De 1972 a 1995, 'Chespirito' atrapó la atención de varias generaciones en ambos lados del Atlántico, con un solitario niño de vecindad que se escondía en un barril y con el primer superhéroe mexicano con su potente 'chipote chillón' y sus pastillas de ‘chiquitolina’. Entonces llegó al prime time. Se robó el corazón de todos los pequeños. Pero también de los grandes. Y entonces se volvió común que en los hogares todas las familias se sentarán a ver en la pantalla chica sus creaciones. Hasta cuatro generaciones lo disfrutaban con alegría. ¿Por qué? Porque como los grandes supo que para transcender hay que comunicar con sencillez. Eran otros tiempos. Eran la prehistoria de la pantalla chica, mucho antes de HBO y de Neflix. Y, sin embargo, hoy cuando ha muerto a los 85 años en su residencia en Cancún, Quintana Roo, millones sienten que cumplió su objetivo. Aquí, en este continente, al menos es más popular que Shakespeare.

 

 Los momentos estelares de Chespirito


 El comediante marcó la cultura popular de América Latina con sus famosos personajes

El famoso comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, fallecido este viernes, se hizo rápidamente popular con El Chavo del 8. Ese niño que vivía en un barril en una vecindad de México D. F. lo llevó a los televisores de toda Latinoamérica, pero no fue su única creación. Estos son sus personajes más populares y las frases que los hicieron famosos.

 El Chapulín Colorado

El antihéroe mexicano es un hombre en mallas rojas con antenas de saltamontes y un martillo de plástico. El Chapulín Colorado aparecía de los sitios menos esperados cuando alguno de los personajes pronunciaba la frase: "Y ahora, ¿quién podrá defenderme?".



Aunque enfrentaba a los villanos de una forma torpe, el peculiar héroe hacía una distinción entre el bien y el mal. Cada vez que una "brillante" idea se le ocurría pronunciaba frente a los espectadores: "¡Síganme los buenos!".

El Chavo del 8

Este es el personaje más conocido de Roberto Gómez Bolaños en América Latina. Un niño que vive en un barril de madera en una vecindad al que todos llaman el Chavo pero de quien nunca se conoce ni su nombre, ni su origen. Legendarios son sus diálogos con Kiko, uno de los habitantes del barrio, con quien tiene una relación de complicidad. Una de sus frases más resonantes era su "eso, eso, eso", cuando por fin lograba entender algo, que decía selañando con el dedo índice en señal de aprobación.




Entre las peripecias del Chavo era común el regaño de algún adulto al niño. Una escena que siempre terminaba en el peculiar llanto del personaje: "Pipipipipi".

Chaparrón bonaparte

Un pequeño dramaturgo frustrado con su fornido compañero Lucas siempre intentando demostrar que no están locos... haciendo locuras. La marca de este par es ser excesivamente educados: “Gracias, muchas gracias”, a lo que da como respuesta segura “No hay de queso, nomás de papa”. Aunque a Chaparrón Bonaparte en todos los episodios le da un ataque conocido como “la chripiorca”, donde el personaje no puede dejar de levantar la pierna en repetidas ocasiones hasta que alguien lo golpea.



Doctor Chapatín

La práctica de este médico de dudosa reputación es el tema de todos sus episodios. Un doctor mayor que siempre lleva una misteriosa bolsa de papel en la mano y que siempre tiene diagnósticos imposibles para sus pacientes. "¿Está insinuando usted que soy viejo?", decía cuando alguien dudaba de su autoridad. Y sujetando su bolsa de papel de cara a la cámara mencionaba: "Con solo pensarlo, ya me dio cosa".



Chompiras y Botija

Una pareja de ladrones decide dejar de robar y conseguir un trabajo honrado. Los enredos de este par terminaban con una afirmación tan compleja como: "Para qué te digo que no, si sí".


fuente:elpais.com, youtube.com

Murió Roberto Gómez Bolaños

 El creador de un humor universal sin fronteras, Chespirito, falleció a los 85 años en su residencia en Cancún, confirmaron fuentes familiares

Febrero 21 de 1929

Hijo de la secretaria bilingüe Elsa Bolaños Cacho y del pintor, dibujante e ilustrador Francisco Gómez, nace Roberto Gómez Bolaños en Ciudad de México.

21 Febrero 1949

Estudios

Estudió ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero nunca se graduó.

1951

Se inició como creativo en la Agencia ‘D'arcy, cuando tenía 22 años.

“Shakespearito”

Su nombre profesional, “Chespirito”, se le atribuye al director cinematográfico, Agustín P. Delgado; y éste deriva del diminutivo de la pronunciación españolizada de Shakespeare: “Shakespearito” El diminutivo lo empleó Delgado, haciendo alusión a la estatura de Gómez Bolaños, y por la pretensión de que el talento del actor mexicano, para escribir historias, se asemeja al de Shakespeare.

1960 — 1965

Muestra de talento

Entre 1960 y 1965, dos programas se disputaban el primero y el segundo lugar de audiencia en la televisión mexicana, y ambos eran de la autoría de 'Chespirito': 'El estudio de Pedro Vargas' y 'Cómicos y canciones'.

1966

Cantinflas y Chespirito

En 1966 Mario Moreno ‘Cantinflas’ decidió tomar los guiones de Roberto para una serie que se llamaría El estudio de Cantinflas, pero el patrocinador canceló el proyecto dadas las altas pretensiones económicas del famoso comediante.

1970

Su carrera como actor se consolidó y en 1970, se extendió el tiempo de transmisión a una hora y fue entonces cuando la serie se llamó: Chespirito, y donde se dieron a conocer diferentes personaje tal es el caso de 'El Chapulín Colorado' y 'El Chavo del Ocho'. Tal fue el éxito que se les dio una serie con un día especial de la semana para cada uno, en media hora de transmisión y con horario estelar.

1971

Se llama “Chavo del Ocho” porque en el año de 1971 este programa se transmitía por Canal 8 de México; fue tanto el éxito del mismo, que éste pasó a otro canal de más nombre y, señalan algunos, “Chespirito” tuvo que buscar alguna excusa para el “8″ por lo que inventó que el Chavo vivía en el departamento número 8.

1973

En 1973 'El Chapulín Colorado' y 'El Chavo del Ocho' ya se transmitían en América Latina, su popularidad los colocó en el primer lugar de audiencia.

1977

En 1977 llenó el estadio de futbol de Santiago de Chile con el Show de Chespirito. En Buenos Aires, Argentina, llenó hasta el tope el auditorio Luna Park, pero las fechas fueron insuficientes por lo que tuvo que dar catorce funciones más.

1978

En 1978 "Chespirito" produjo, escribió y actuó la película El Chanfle, que rompió todos los récords de taquilla. En su archivo guarda seis obras de teatro.

2000

En el 2000 se le rindió un homenaje por su trayectoria artística y su aportes como uno de los mejores cómicos, en el evento compartió momentos con todos los actores que conformaron por más de 20 años el programa Chespirito, incluido Carlos Villagrán ‘Kiko’

En el 2003 lanzó a la venta su libro de poemas titulado ‘Poemas y un poco más

 

19 Noviembre 2004

2004

El 19 de noviembre del 2004, Roberto Gómez Bolaños se casó con la actriz Florinda Meza, luego de haber vivido más de 27 años de unión libre.

28 Mayo 2004

Chespirito en las redes

Roberto Gómez Bolaños, a sus 82 años, sorprendió a sus seguidores al rebasar el millón de seguidores en Twitter, al lograr esta meta rompió el récord convocando a más de 40 mil usuarios a través de un Twitcam, que fue televisado en el noticiero Las noticias por Adela.

2012

En Marzo del 2012 se realizó en el Auditorio Nacional de México un homenaje en su honor, donde más de 10 países participaron de diferentes maneras, desde coreografías masivas hasta parodias con personas muy talentosas.


Noviembre 28 de 2014

Fallece Roberto Gómez Bolaños, 'Chespirito'

El actor, comediante y escritor mexicano Roberto Gómez Bolaños, más conocido como Chespirito y creador de personajes como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, falleció este viernes, luego de padecer serios quebrantos de salud.
En las últimas semanas y a pesar de sufrir los achaques propios de la edad, el actor seguía activo y de buen humor, comentaron sus familiares, quienes hoy confirmaron la noticia de su deceso.
En sus últimas apariciones públicas, mez Bolaños se trasladaba siempre en una silla de ruedas.
"Estoy en estado de shock, no pensé que me iba a afectar tanto (...) Lo recordaré siempre con una sonrisa", dijo a Televisa llorando el actor Édgar Vivar, quien interpretó al personaje 'Señor Barriga' en la serie 'El Chavo del Ocho'.
Roberto Gómez nació el 21 de febrero de 1929, en la Ciudad de México, en un hogar formado por la secretaria Elsa Bolaños-Cacho Aguilar y el pintor Francisco Gómez Linares, quienes tuvieron dos hijos más, Francisco y Horacio.
Antes de convertirse en uno de los actores más emblemáticos de Latinoamérica, fue boxeador amateur. De la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se graduó como arquitecto, profesión que nunca ejerció.
Su carrera artística comenzó en la radio y la pantalla chica luego de haber sido creativo publicitario. En 1973 sus programas eran un éxito internacional y se transmitían en toda América Latina, ocupando el primer lugar de sintonía y fama.
El trabajo de Gómez Bolaños se popularizó en cerca de diez países de habla hispana México, Colombia, Argentina, Brasil, Bolivia, Guatemala, Ecuador, Perú, Costa Rica, Nicaragua y en Estados Unidos. Sus programas han sido transmitidos en más de 90 países y fueron doblados en 50 idiomas.
Actualmente los personajes el Chapulín Colorado, el Chavo del 8, la Chilindrina, Don Ramón, Doña Florinda y Kiko, entre muchos otros, siguen teniendo millones de seguidores, pues después de 40 años ininterrumpidos en todos los hogares mexicanos los programas se siguen transmitiendo, así como en Latinoamérica y España. Como si fuera poco, el Chavo del 8 también cuenta con un canal oficial en Youtube.
Durante su carrera ha llenado dos veces el estadio de fútbol en Santiago de Chile con el Show de Chespirito, el Madison Square Garden de Nueva York en 1983 y hasta el escenario de la Quinta Vergara, que fue desbordado por los fanáticos que querían conocerlo.
Este talentoso comediante tiene más de 6 millones de seguidores en su cuenta de Twitter. La primera vez que trinó escribió "Hola, soy Chespirito tengo 82 años y esta es la primera vez que tuiteo. Estoy debutando, síganme los buenos". Desde entonces, sus seguidores aumentaron día a día.
fuente:elespectador.com

Argentina es literatura

Hay mucha vida después de Borges. La eclosión de autores de todas las generaciones garantiza el relevo en las letras del país protagonista de la Feria de Guadalajara
Argentina es el país invitado de honor a la Feria del Libro de Guadalajara.Ilustración de Pacheco./elpais.com

Cada tarde, cientos de jóvenes en Buenos Aires salen de sus casas con la sana intención de matar a Borges. A Borges o al mismísimo Witold Gombrowicz, el escritor polaco al que se le atribuye el famoso consejo cuando le preguntaron qué deberían hacer los argentinos para adquirir la deseada madurez literaria.
Maten a Borges! -gritó desde el barco en el que regresaba a Europa en 1963, o bien se lo confió a un periodista al pie del barco; en ese punto la leyenda se bifurca.
En cualquier caso, cientos de jóvenes salen cada tarde en Argentina a formarse como escritores. Y suelen meterse en casa de otros escritores que montan talleres literarios. “Es curioso”, resalta la escritora Sylvia Iparraguirre “el prestigio del que sigue gozando el libro en esta época en la que cada cual publica lo que quiere en Internet”. Alrededor de esos maestros están naciendo alumnos aventajados. Pero antes de mencionar un solo nombre convendría recordar las palabras de uno de los mejores autores argentinos:
La prensa seria, es decir, la que de un modo más seriado informa lo que ocurre en el mundo, necesita tratar el hecho literario según el único paradigma que el periodismo sabe procesar: el orden. Como respuesta, la industria cultural presenta sus productos jerarquizados según ranking: los premios, que prueban la medida en que la obra y otros recursos arbitrados por el autor satisfacen las expectativas de los jurados, y las ventas, que reflejan la medida en que las obras satisfacen las expectativas de los tenderos terminales de la industria, lo que a su vez depende de factores publicitarios, de diseño de cubiertas y de emplazamiento en la vidriera.
Lo escribió Fogwill en 1981, Rodolfo Enrique Fogwill (1941-2010), autor de Los Pichiciegos, novela memorable sobre el despropósito de la guerra de Las Malvinas. Ahora podemos seguir con nuestro intento de poner orden.
Este año Argentina será el país invitado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Acudirán unos sesenta escritores. Otros tantos no viajarán a México por razones de diversa índole. Pero, más allá de quien vaya o deje de ir, la feria es un buen pretexto para preguntarse cuáles son las voces más significativas, qué tendencias hay y quién es el escritor más influyente en Argentina.
“Si nos atenemos a la jerarquía rudimentaria de las ventas”, señala una editora que prefiere mantenerse en el anonimato, “descubriremos que el autor argentino de más éxito es Julio Cortázar, cuyo centenario de nacimiento se celebra en Guadalajara. Cortázar es de lejos el autor que más vende en Argentina. Borges es Borges, hay como un acuerdo tácito es que es de lejos el mejor escritor argentino, lo legitima todo, cualquiera se ampara en él. Pero Cortázar es un icono, es más querido. Uno puede encontrarse su foto en cualquier mostrador de una tienda perdida en un pueblo chiquito de una provincia remota”.
Y entre los vivos, esperando que Fogwill nos disculpe por la pregunta, ¿quiénes son los que más venden? Ahí, según la misma editora, destaca Claudia Piñeiro, quien se dio a conocer en 2005 con una novela, Las viudas de los jueves, que lleva vendidos 150.000 ejemplares, algo inaudito en Argentina. Y después Eduardo Sacheri, autor de La pregunta de sus ojos -que dio lugar a la película El secreto de sus ojos.
Si alguien entra en una librería de Buenos Aires y pregunta por un nuevo escritor es muy probable que el primer nombre que se le ocurra al librero sea el de Selva Almada
Pero si uno entra en una librería de Buenos Aires y pregunta por un nuevo escritor -que Fogwill nos perdone otra vez-, es muy probable que el primer nombre que se le ocurra al librero sea el de Selva Almada, nacida hace 41 años en la provincia de Entre Ríos. En 2012, la pequeña editorial Mardulce le publicó su primera novela, El viento que arrasa. Y arrasó. Su editor, Damián Tabarovsky, le dijo: “Para un escritor que publica su primera novela vender 500 ejemplares ya está muy bien. Es muy raro que se vendan los 1.000 que hemos editado”. El libro va en Argentina por su sexta edición, lleva vendidos 10.000 ejemplares y se ha traducido al francés, italiano, portugués, alemán y sueco, entre otros.
En torno a la generación de los 40 años han despuntado también otros escritores: Félix Bruzzone (Buenos Aires, 1976), hijo de desaparecidos víctimas de la dictadura militar que aborda de forma indirecta en sus cuentos el problema de las desapariciones; también sobresale Samanta Schwebling, quien con dos libros de cuentos publicados en 2002 y en 2009 se convirtió en la autora de la que todo el mundo hablaba hace 14 años. Ahora acaba de publicar su primera novela, Distancia de rescate (Random House). Otro nombre y otro título: Julián López y su primera novela, Una muchacha muy bella (Eterna cadencia, 2013), que relata la historia de un niño y su madre, desaparecida en los años 70. Hay muchos más autores y gran diversidad entre ellos. Pero si algo tienen en común es que casi ninguno vive de lo que publica.
A falta de ingresos por derechos de autor, los talleres son un buen recurso para pagar las facturas de luz y agua. Selva Almada, que acudió en su día al taller de Alberto Laiseca, dirige otro taller. Abelardo Castillo, uno de los escritores más consagrados, cuenta con el que quizás sea el taller más antiguo de Argentina. Y suele recibir a los alumnos advirtiéndoles que el taller no sirve para nada. En una entrevista publicada en 2008 en La Nación, Castillo comentaba:
El taller literario es un invento nacional que aparece en los años 70 por una razón política e histórica y no por una razón literaria -responde el autor de El que tiene sed -. Con la dictadura, desaparecen las revistas literarias y son reemplazadas por los talleres. Han venido de España a preguntarme cómo doy mis talleres. Les dije que no hay ningún misterio, que esto es una reunión de escritores que leen sus textos y se critican entre ellos. El taller literario tomado estrictamente como un método de enseñanza es muy dudoso, porque no nació como un fenómeno cultural, educativo o pedagógico sino como un fenómeno histórico. Mi taller lo dan los alumnos, funciona como una gestalt. Yo lo único que hago es enseñarles, tal vez, a leer. Si de mis talleres de cuentos sale un escritor es porque ya era escritor cuando llegó.
La librería Ateneo Grand Splendid, toda una institución bonaerense. / Daniel García (AFP)

La escritora Sylvia Iparraguirre, pareja sentimental de Castillo, comenta: “A nuestra casa vienen algunos que sin apenas enterarse de lo que es un taller, al poco tiempo ponen otro. Y lo hacen no solo escritores, sino periodistas, profesores…”.
Pero no nos engañemos. Alrededor de esa industria casera, de ese frenesí y ese amor por la literatura subyace un panorama desolador, como describe Alejandro Bellotti, editor del suplemento cultural del bisemanario Perfil. “Las grandes editoriales cortaron de cuajo la publicación de nuevos narradores argentinos. El libro es caro y un escritor novel debe sentirse satisfecho si vende 300 ejemplares”, asegura. Y en cuanto a los índices de lectura, habría mucho que comentar. Los cafés de Buenos Aires parecen bibliotecas donde siempre hay gente de todas las edades leyendo. En los cientos de parques de la ciudad siempre se encuentra alguien con un libro. Pero… el pero es importante: Buenos Aires no es Argentina. Y el hervidero cultural que se disfruta en ese cogollo de tres millones de habitantes no tiene un reflejo similar en los otros 37 millones que viven en el resto del país.
El panorama es parecido al que padeció el mismísimo Borges, según explica Ricardo Piglia, uno de los escritores vivos de mayor prestigio. Piglia impartió el año pasado cuatro clases sobre Borges televisadas por la Televisión Pública de Argentina y disponibles en Youtube. Todas son impagables, pero en la primera de ellas Piglia sostiene algo que aporta mucha luz al presente:
Borges no era un aerolito como se lo hace aparecer ahora. Borges trabajó como trabajamos los escritores en Buenos Aires: hizo de todo, como todos nosotros hemos hecho de todo (…). Publicó en cualquier lado donde le pagaran un poco y en todos lados iba con el mismo estilo (…) No era un personaje que bajó desde no se sabe qué altura. Era un hombre que se ganó la vida. Cuando trabajaba en la biblioteca municipal ganaba 240 pesos y Arlt ganaba el doble. Con las Aguafuertes Arlt ganaba cerca de 500 pesos, me tomé el trabajo de ver. Borges cuenta que las amigas chetas [adineradas] que tenía lo iban a ver y le decían: ¿Pero cómo podés trabajar por este sueldo? Había muerto el padre, necesitaba un sueldo fijo y se fue a trabajar a esa biblioteca. Tenía que cruzar la ciudad en tranvía, porque él vivía en Palermo. Tardaba como dos horas de viaje. Después hizo traducciones, antologías, escribió prólogos, hizo colecciones, dio conferencias en pueblitos diversos (…).
Segunda cuestión: nunca salió de Buenos Aires. Entre 1923 y 1961 hizo todo en Buenos Aires. ¿Ustedes pueden creer, que con las librerías de Buenos Aires hizo todo? Esta ciudad es extraordinaria. Ustedes discúlpenme. Políticamente, no mucho. Pero culturalmente tiene una energía que uno no puede entender o puede entender: cómo Borges tenía esa cultura, construyó esa cultura con las librerías inglesas y francesas de Buenos Aires y arreglándoselas con las bibliotecas. (…) Eso a mí me emociona. Porque me parece que Buenos Aires mantiene esa energía. Acá se están haciendo cosas buenísimas. La gente se las arregla acá… Es como si Borges dijera: ‘no hace falta ir a Nueva York’. ‘No hace falta, para ser contemporáneo, ir a Tokyo’. Mejor ir a Tokyo si quieren, yo no digo… Pero uno puede hacer las cosas acá con lo que hay acá, arreglarse con lo que hay acá.
El autor que más libros vende en Argentina es Julio Cortázar. Y entre los vivos, Claudia Piñeiro
La gente se la rebusca en un panorama a veces desolador. Pero esa desolación podría ser el alimento perfecto que nutra a un escritor ajeno a las dictaduras del mercado. En un diálogo con escritores en la librería Eterna Cadencia, el escritor y editor de Mardulce, Damián Tabarovsky, alabó a esos escritores que “escriben a contracorriente del sentido común de lo que el mercado espera”.
Dijo Tabarovsky:
La última vez que estuve en aquí, en Eterna Cadencia, junto con Luis Chitarroni, un gran escritor y editor argentino, presentando La novela luminosa de Mario Levrero, éramos cinco en la sala. Esa sensación de que no había nadie… (…) me gusta como metáfora de la literatura argentina. La idea que la literatura argentina se escribe para nadie”. Tabarovsky cree que el mercado es algo que solo debe preocupar a los agentes literarios. “Esta idea de que la literatura argentina está, si se quiere, en un margen, en una periferia, en un lugar que uno habla para nadie y no escucha a nadie, no me es del todo desagradable, más bien todo lo contrario.
Las penurias son parecidas a las que sufrió el mismísimo Borges. Pero, ¿La ambición literaria es la misma? Gabriela Adamo, responsable de la Feria del Libro de Buenos Aires hasta este año, extraña la presencia de “algún escritor ambicioso que logre reunir en su obra lo que, tal vez, hizo Saer y está haciendo Aira”.
Francisco Garamona es poeta, cantautor y dueño de la librería La Internacional Argentina, en cuya trastienda se arman muchas tardes tertulias de lectores y escritores en torno a alguna botella y una guitarra. Garamona es dueño también de la pequeña editorial independiente Mansalva, donde edita a autores noveles y también a César Aira y Alberto Laiseca. Garamona sostiene que la literatura ahora se construye con muchos autores y cada uno aporta su individualidad. “Todos los libros que publicamos en Mansalva son lo que forman el gran escritor de ahora. Y entre todos armamos el Frankenstein. Lautréamont decía que la poesía debe ser hecha por todos, no por uno”. Fernanda Laguna, esposa de Garamona y dueña también de la pequeña editorial Belleza y Felicidad, corrobora: “Esto es un trabajo colectivo donde cada escritor tiene un lugar”.
Maximiliano Tomas, crítico literario y compilador de La joven guardia (2005), antología que seleccionó a los nuevos narradores que despuntaron hace una década, no cree que en los autores jóvenes haya falta de ambición sino que sus objetivos son distintos. “En la Argentina, a diferencia de lo que todavía sucede en buena parte de Hispanoamérica, hace mucho tiempo que los escritores trabajan en contra del boom, sus efectos y sus derivados. Nadie pretende ser García Márquez, Cortázar, Onetti. Tampoco Borges. La idea de crear un mundo narrativo propio, a lo largo de los años y los libros, es un norte en el que ya casi nadie cree. El último debe haber sido Juan José Saer. Hay escritores con proyectos, por supuesto: Castillo, Fogwill, Piglia y Aira han creado una obra con ambiciones, cada uno a su manera. Pero si alguien planteara hoy entre jóvenes esa idea literaria tan de la década de 60, de representar ingenuamente al mundo y sus problemas, la gente se echaría a reír”.
Si se trata de saber qué escritor influye más entre los autores jóvenes la respuesta que dan varios editores consultados es la misma: César Aira. La desinhibición con la que que ha escrito sus más de 40 novelas -él mismo lleva perdida la cuenta- es un faro para muchos, aunque hay también quienes reniegan de su estilo. Y también hay quienes no valoran ni Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, 1940 - Barcelona, 1985), un escritor al que Aira venera, ni a su famoso relato, El fiord. Entre los lectores más críticos de Lamborghini se encontraba el chileno Roberto Bolaño, que afirmó en una conferencia sobre literatura argentina titulada La deriva de la pesada: “El problema con Lamborghini es que se equivocó de profesión. Mejor le hubiera ido trabajando como pistolero a sueldo, o como chapero, o como sepulturero, oficios menos complicados que el de intentar destruir la literatura. La literatura es una máquina acorazada. No se preocupa de los escritores”.
Y finalmente, para reconciliarnos con Fogwill, podríamos terminar con un autor que no es joven -tiene 63 años-, que no está traducido, que apenas está reconocido fuera de Argentina, pero al que diversos escritores, editores y libreros califican como lo mejor de la literatura contemporánea argentina: Marcelo Cohen.
Ricardo Piglia dixit: “De su camada, que es muy buena, el mejor es Cohen”.


Las editoriales independientes desataron la revolución

F. P.
En los últimos años se ha producido en Buenos Aires un fenómeno sin precedentes: la publicación de cientos de cientos de libros de autores… argentinos. "El mercado estaba copado por el libro español", explica Francisco Garamona, editor de Mansalva. "Hasta que con la crisis de 2001 se dejó de importar libros y los libreros empezaron a darse cuenta de que había un material en el país al que hasta entonces no le daban bola. Los grandes sellos les habían dado la espalda a la buena literatura. Ahora hay mucho más para elegir".
Desde 2001 fueron surgiendo decenas de pequeñas editoriales cuyos nombres parecen formar un poema: Eterna Cadencia, Mardulce, Cuenco de Plata, Entropía, Blatt & Ríos, Caja Negra, Mansalva, Belleza y Felicidad, Bajo la Luna… "Y se ayudan entre ellas”, explica Pablo Pazos, al mando de la librería porteña Arcadia. “Organizan lecturas con los escritores, trabajan mucho las redes sociales, cuidan las pequeñas librerías… Los suplementos literarios de los grandes diarios no son ya tan influyentes. Estos editores tienen una aproximación muy cercana al lector".
"Nosotros no saldamos libros", explica Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia, "hacemos un trabajo editorial a largo plazo. Publicamos 20 libros al año y cada uno de ellos tiene un aporte puntual en los debates locales o universales".
Entre esas editoriales independientes, pero no tan pequeñas, destaca Adriana Hidalgo, que recibió una distinción en la Feria Guadalajara a su labor editorial. "Estamos publicando la obra reunida de todos los poetas argentinos", explica la propietaria, Adriana Hidalgo. "Y se venden muy bien, tanto en España como en el resto de Sudamérica, porque es muy atractiva la obra reunida. Además, nos propusimos editar toda la obra de Antonio di Benedetto (1922-1986), que hasta entonces era un escritor de escritores. Y a medida que lo fuimos publicando se amplió el público lector".