26.10.13

Un mensaje sutil contra la ceguera del individualismo

 "Escribo sobre las formas de dominación del otro", dice la chilena Lina Meruane. Radicada en Nueva York, de visita en el último Filba, charló  acerca de sus últimos trabajos. Las derivaciones de Sangre en el ojo, su última novela, el desafío de su proyecto editorial Brutas editoras, y las elecciones en Chile. Sostiene que el periodismo de su país sigue operando bajo censura y que las grandes editoriales sólo se ven como empresas, que abandonaron el proyecto cultural

LETRA CHILENA EN NUEVA YORK. "Mi vida personal es menos divertida que cuando no escribía", dice Lina Meruane./revista Ñ

“Todos como lectores sentimos la misma ansiedad de la ceguera”, afirma la escritora chilena Lina Meruane. La ceguera como enfermedad es un tema central de Sangre en el ojo, su última novela. Pero también es una metáfora. Ella, que en sus libros incorpora los lenguajes hispanos que conviven en Nueva York, donde vive, recrea de manera inquietante el impacto en las conductas cotidianas de la educación del miedo, del silencio que impuso la dictadura chilena. Pero lo hace de un modo sutil, a veces simbólico. Meruane (Santiago de Chile, 1970)  tiene publicados por la editorial argentina Eterna Cadencia dos libros, el mencionado Sangre en el ojo y Las infantas, una selección de relatos breves. Ahora trabaja en un nuevo libro, sobre el que apenas hablamos en esta charla que se volverá entrevista.
Llegó desde Nueva York Meruane. Y lamenta haberse perdido la conferencia con la que Sylvia Molloy abrió el Filba 2013. Lo lamenta porque Molloy fue su directora de tesis en los Estados Unidos y porque la lectura toca un tema común para ambas. Escribir desde lejos, a la intemperie. Aunque sea una intemperie distinta, de climas diferentes. “Mi situación con la ida de Chile es que nunca siento que estoy lejos de Chile. Mi cabeza sigue funcionando ahí, los problemas políticos me siguen irritando, sigo leyendo la prensa chilena y sigo estando al día con los autores, con el cine, es algo que me autoimpongo”, dice. Y ofrece sus razones: “Quizás tenga miedo de perder la frescura de lo chileno”. Su pasaporte sigue siendo trasandino, pero su experiencia neoyorquina le abrió las fronteras.  La muestra está en su escritura, en su habla, pero también en su editorial Brutas Editoras, con la que busca amplificar el debate académico que el mundo latino anima profusamente en los EE.UU. “Había poco espacio para la circulación de le libros producidos en el gran mundo hispanohablante de Nueva York. Buscamos generar esa conversación”, arremete.  Por eso lanzaron una colección fuerte en español, con abrumadora mayoría de autores latinoamericanos. “De algún modo refleja la experiencia de los latinos en los Estados Unidos, una experiencia que les es ajena”, sugiere, y entonces sí, comienza la entrevista.  
-Allí hay una frontera, con la que chocan los medios estadounidenses en español, por ejemplo. La segunda generación de estos migrantes ya lee en inglés, ¿sucede lo mismo con la literatura? ¿Cómo es trabajar para un público transitorio?
Nosotros, en atención a esos desplazamientos de la lengua, tenemos otra colección que es bilingüe.  Novela  corta en español e inglés. Son libros para compartir con alguien que preferiría leer primero en inglés. Es compartir un libro en dos lenguas. Es en español y es en inglés, pero también es el punto de contacto entre esas dos lenguas. Un encuentro muy productivo con enormes posibilidades literarias.
-Hablabas al principio de tu interés autoimpuesto por seguir de cerca lo que ocurre en Chile…
No es tan sacrificado como quizás sonó. Son conexiones muy fuertes, profundas, largas.
-Sin embargo, en Sangre en el ojo, el contexto aparece algo desdibujado. Esa historia podría transcurrir en cualquier lugar del mundo, un personaje enfocado en si mismo, con lo que lo circunda mostrado de manera casi anecdótica, banal. La crisis argentina de 2001, o el 11 S en Chile, son apenas unas marcas de lugar y tiempos. ¿Es una búsqueda introspectiva la tuya, es adrede minimizar el contexto?
El contexto histórico es más bien algo que tiene su efecto sutil sobre los personajes. Los lugares y los hechos generan heridas en esos personajes, que no necesariamente son muy visibles. Pero es curioso, en otros lugares el tema de la dictadura en Chile o la crisis argentina les parecen mucho más visibles. A nosotros que estamos bombardeados por nuestra propia realidad nos parece quizá menos importante. Ahora, es verdad que es un personaje egocéntrico y yo quería explorar la condición de la enferma y los poderes de ese personaje culturalmente débil. El contexto, como tu dices, pasa a ser un telón de fondo, pero tiene un impacto en su vida.
-¿Es disparatado asociar una tragedia política a una enfermedad como esta?
Quizá sea difícil asociarlo leyendo sólo este texto, pero hacia atrás hay otros escritos en los que trabajo también la figura de la enferma, en relación más directa con los hechos políticos chilenos. Pero nunca en la manera realista en la que se narra la historia de Chile. Lo que está es la manera de comportarse de las personas y las familias en relación con la educación política que se les dio. La educación del miedo, la educación del silencio. Hay allí una especie de efecto eco, más que un efecto directo.
-Sangre en el ojo es un libro inquietante, imagino a lectores mimetizados con tu personaje, ¿qué devoluciones te han hecho?
La gente que me habla del libro me habla de sus problemas oculares, o de sus angustias y miedos relacionados al tema. Eso que parece que es un caso muy particular resuena de manera poderos entre los lectores, todos como lectores sentimos la misma ansiedad de la ceguera. Incluso gente que no tiene problemas oculares, ha visto despertar sus temores. Me hizo pensar e intuir por qué hay tantos personajes ciegos en la literatura. Sábato, Saramago…Es una figura que se teme muchísimo.
-Es curioso, el tema del amor es central en la novela, pero es un amor filtrado por un personaje en crisis, hiperegoista.
La enferma víctima acaba invirtiendo esa relación. La famosa prueba de amor se le pide siempre a la mujer. Mi personaje invierte esa prueba, y se la entrega a él. La pregunta sobre la incondicionalidad del amor aquí se da vuelta. ¿Cuánto me quieres dar?, dice. Pero a la vez muestra el grotesco que están incluido en esa pregunta, el exceso que hay en esa pregunta.
-Esta es una enfermedad concreta, pero el retrato de este personaje egocéntrico, ¿es también una reflexión sobre el individualismo?
Sí, el personaje sólo se mira a si mismo, por lo tanto solo puede querer satisfacer sus propios deseos. En ese sentido, todos los demás personajes son secundarios, completamente funcionales a su propia lógica.
-¿Escribís contra esa lógica?
Sí, escribo contra esa lógica.
-¿Y contra qué más escribís? ¿Contra los vínculos familiares superfluos?
Es una buena pregunta. Escribo, pensando en las formas discursivas, sobre las formas de dominación del otro. Me preocupa ese tema, y lo he centrado en el cuerpo porque allí se hacen realidad, encuentran su concreción material. Uno de los efectos de haber crecido en dictadura es haber visto como eso ocurría alrededor. Como el discurso puede general invalidez en el otro. Me interesaba explorar como funcionan esos discurso que invalidan al otro pero también como el inválido puede manipular al otro. No es tan blanco y negro. Hay maneras de zafar, de fisurar, pero también hay maneras de hacer propias esas formas de dominar al otro.
-En un video que grabaste en Berlín decís que sos una persona menos divertida desde que escribís, ¿era sólo para la cámara o de verdad influyó tanto en tu carácter convertirte en escritora?
Es tanta la energía que le pongo a la escritura que allí es donde me divierto más. Pero el ejercicio de escribir, que no es con lo que me gano el sueldo, le ha quitado tiempo a disfrutar el resto de la vida. Es mi momento actual. En ese sentido, mi vida personal es menos divertida que cuando no escribía, cuando era una adolescente.
-Vayamos a tu perfil de consumidora de productos culturales chilenos. Tengo la sensación de que el cine y la literatura chilena, ocupan el lugar que el periodismo por imposibilidad o debilidad nunca ocupó. El lugar de la crítica social, por ejemplo. ¿Coincidís con esta apreciación?
Creo que el periodismo chileno sigue operando bajo censura. Puedo decir que después de la dictadura, época en la que yo todavía trabajaba de periodista, había muchas palabras que no se podían usar. Dictadura, Golpe de Estado, aborto…
-El actual presidente (Sebastián Piñera) no las usa 20 años después…
Claro, el pertenece a un partido político que las prohíbe. Pero era mucho peor que eso ocurriera en los medios masivos. El periodismo chileno, en el que escribe gente de izquierda, sufre una línea editorial muy poderosa. Pero también hay que decir que desde hace un tiempo crece una prensa online e independiente que hace otro periodismo. Investigaciones no menores que fueron apareciendo en libros también. El periodismo de medios ha tenido mucha obstrucción, pero el periodismo no está muerto.
-¿Tus próxima novela será más política?
Me interesa mucho la política, pero no es la manera que yo trabajo la literatura. Incluso mi próxima novela, que tiene que ver con las problemáticas contemporáneas, no la abordo desde los hechos. Trabajo más lo simbólico, como todo eso genera ciertas conductas, pero no tomo los hechos de manera directa.
-No puedo dejar de preguntarte por las elecciones. Parecen bastante definidas a favor de una Bachelet que se ha nutrido de algunos cuadros de la derecha pero también del PC. Una ensalada difícil de explicar…
Bueno, el peronismo no es muy fácil de entender.
-Pero es una dificultad histórica, viene desde el 45. Esto es más nuevo para ustedes
Puede ser.
-¿Da para esperanzarse?
Yo tengo esperanza de que la derecha deje de gobernar. Incluso que Evelyn Matthei (la candidata oficialista) no llegue a la segunda vuelta. Es una esperanza que pide poco, porque en efecto la situación política está muy establecida. Pero me parece importante que hayan aparecido candidatos nuevos, como por ejemplo Giorgio Jackson. Pero si en efecto Bachelet gana esta elección, me gustaría que aproveche este momento, un momento de alta demanda social, y haga los verdaderos cambios sociales que se necesitan. La educación es el tema central.
-Seguimos con la política, pero ahora sobre el panorama editorial, dominado cada vez más por las grandes multinacionales, que fagocitan a los más pequeños. ¿Cómo editora y autora, cuál es la salida?
Yo no soy tan apocalíptica. Veo, en efecto, que las grandes editoriales abandonaron el proyecto cultural. Empezaron a verse a si mismas y a operar como empresas. Perdieron su aporte específico a la cultura. Ese espacio que dejaron libre las grandes editoriales lo están ocupando de manera voraz, en el mejor sentido de la palabra, las editoriales independientes. Son las que marcan el paso de lo literario, no el paso del best seller. Se dividieron las aguas. Son esas mismas editoriales las que producen cruces y diálogos, y este es un fenómeno que ocurre en toda América latina.
-¿No es demasiado endogámico ese fenómeno, cuando vemos las ventas, la circulación y todo queda muy acotado a los propios actores?
Mi expectativa nunca ha sido la masividad, sino que mi literatura llegue al lector que la vaya a apreciar. Si eso ocurre, bingo.

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