12.10.13

Tras los pasos de Borges

El curador Alfons Hug convocó al inglés Anthony McCall y al alemán Mischa Kuball a rendir tributo a  El Aleph  en el Faena Arts Center. El resultado son bellas, gigantescas instalaciones de luz

Space-Speech-Speed, 1999/2013. La instalación del alemán Mischa Kuball.

Between You and I. Anthony McCall hizo en el Faena Arts Center una nueva versión de la instalación que presentó en 2006 en la Round Chapel de Londres./revista Ñ
Tal como le había sido indicado, Borges se incomodó frente al escalón número 19 que llevaba al oscuro sótano de la casa de Beatriz Viterbo en la calle Garay. La promesa de ver el Aleph no le había disipado el temor de estar a merced de un loco. Pero a poco de asumido, el riesgo le deparó su recompensa: cerró los ojos y al abrirlos tuvo la insospechada visión. Vio la pequeña esfera tornasolada, de “casi intolerable fulgor que albergaba múltiples espectáculos”. El “populoso mar, el alba, la tarde; las muchedumbres de América, una plateada telaraña en una negra pirámide, un laberinto roto, e interminables ojos escrutándose en él como en un espejo. Todos los “espejos del planeta y ninguno que lo reflejara”. Vio en un “traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años había visto en el zaguán de una casa en Fray Bentos, racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena”. Vio todo eso y mucho más en el escaso diámetro de dos o tres centímetros que le mostraba en “cada cosa infinitas cosas porque claramente la veía desde todos los puntos del universo”.
¿Cómo trasladar este caudal de imágenes literarias a un equivalente visual? ¿Cómo plasmar en una instalación contemporánea esa percepción infinita de todos los espacios y todos los tiempos? El desafío asumido por el curador alemán Alfons Hug en el Faena Arts Center al convocar al artista alemán Mischa Kuball y al inglés Anthony McCall es enorme. Los dos artistas, que trabajan con el tiempo y la luz, adaptaron en Buenos Aires dos trabajos suyos previos en homenaje al célebre relato de Borges. Publicado por primera vez en 1945 en la revista Sur, el Aleph ha sido objeto de tantas lecturas e interpretaciones que tornan muy compleja la cuestión.
Hace tiempo escuché al cineasta británico Karel Reisz afirmar que muy pocas veces un gran relato literario había logrado plasmarse en una buena película y que, por el contrario, folletines de tono menor habían llegado a transformarse en grandes hitos de la historia del cine. La observación viene a cuento por la dificultad que reviste la traducción. Aunque en verdad el relato borgeano no estuvo en la génesis de ninguna de las dos obras presentadas en Buenos Aires sino que su confluencia responde más bien a una idea del curador. Y todavía más, al oscurecer los espacios del FAC para hacer lugar a las intervenciones de ambos artistas, Alfons Hug no tuvo en mente sólo la extraordinaria visión del Aleph sino una tradición más larga de luces y sombras, descensos e imágenes proliferantes que remiten tanto a la alegoría de la Caverna de Platón, como al “purgatorio de Dante” o al propio laberinto de circularidad infinita de Borges. Podría decirse que cada uno de los artistas convocados traduce esa genealogía con mayor o menor acierto.
La versión de Mischka Kuball es ciertamente la de aproximación más problemática. Adaptada al interior del FAC, su obra “Space-Speech-Speed” se materializa en varias esferas de espejos, como las que producen brillos múltiples en las discos, que dispersan las tres palabras que lleva por título, en un espacio que se expande al ritmo de un giro que no cesa. Si bien el desplazamiento veloz de las letras podría aludir al confesado temor infantil de Borges a que las letras se escapen de los libros durante la noche, el recurso para lograrlo, tan banalizado por los efectos DJ, disuelve la sutileza que demanda cualquier asociación con esa fantasía.
El tropiezo quizá radique en no advertir que la obra de Kuball se orienta hacia claras implicancias de orden político que operan como consignas. Las palabras que giran sobre la cabeza del visitante lo sugieren y lo confirma el propio artista, aunque el sentido que él le imprime a la obra pueda no ser definitivo: “En estos tiempos la gente está recobrando sobre todo el espacio público que se encontraba muy controlado por la economía y los políticos”, se entusiasma Kuball mostrándose al tanto de los conflictivos itinerarios que atravesó nuestro país desde el 75 en adelante. En ese sentido pareciera entenderse la fuga incesante de las palabras “Space-Speech-Speed” que en su obra, opera como aliento al libre accionar democrático. No cabe duda de que la libertad de expresión y movimiento de la sociedad es algo que le interesa particularmente. Pero cuando se le interroga por la relación de su obra con el Aleph, responde que en realidad la adaptación realizada a instancias de Alfons Hug para el Faena, (espacio connotado política y socialmente si los hay) debiera ser tenida sólo como punto de partida para trabajos ulteriores que seguramente incluirán otras áreas que reflejen otros estamentos de la sociedad como en otros proyectos suyos. Cabe recordar que una de las interpretaciones del Aleph ha vinculado su ubicación en un sótano de un barrio del Sur con la particular predilección de Borges por los arrabales y las literaturas de culturas periféricas no europeas.
Pero volviendo al punto de origen, la intervención de Anthony McCall, una adaptación de “Between You and I”, la instalación que realizó en abril de 2006 en la Round Chapel de Londres, revela por muchas razones una afinidad más estrecha con el relato borgeano. Desde una sensibilidad común y la propia experiencia que propone, la obra, situada en el cruce entre el cine, la escultura y el dibujo, es una sucesión de delicados velos que acogen al espectador. Es cine porque depende de un desarrollo temporal y al mismo tiempo es escultura porque articula formas tridimensionales que invitan a recorrerla, rodearla o penetrar su interior. Por último son dibujos en movimiento que se proyectan con un haz de luz del techo al piso. No es una cuestión menor que la pieza involucre al cuerpo del espectador, seduciéndolo y asimilándolo como la incomodidad primera que impone la visión del Aleph. McCall, cultor de prácticas performáticas, fue modelando su pensamiento por la necesidad de los registros fílmicos que esas prácticas requerían y que terminaron definiendo su adscripción a la vanguardia del cine de los 70. A ese momento se remonta su pieza “Line describing a cone”, en la que aparece por primera vez la forma escultórica evanescente, como resultado de la proyección de la luz. Transcurridos casi cuarenta años –de los cuales pasó veinte sin mostrar nada– la levedad de su obra se ha afirmado tanto como su rotunda presencia inmaterial. Seguramente allí está la sutil conexión con el Aleph.

Anthony McCall básico  

Londres, 1946. Artista plástico. 

Es reconocido por sus instalaciones de luz sólida –una serie que comenzó en 1973 con su obra seminal “Line Describing a Cone”– en la que una forma volumétrica de luz proyectada evoluciona en el espacio. Ocupando un espacio entre la escultura, el cine y el dibujo, sus trabajos se han exhibido en el Pompidou de París, la Tate de Londres, el Whitney y el MoMA de Nueva York, el Museum Moderner Kunst de Viena, y el Museo Hirshborn de Washington, entre otros. Anthony McCall vive y trabaja en Manhattan.

Mischa Kuball básico  

1959, Düsseldorf, Alemania. Artista plástico. 
Utiliza la luz como medio para explorar el espacio arquitectónico y el discurso político y social en sus instalaciones y fotografías. En sus proyectos, el espacio público y privado se funden hasta volverse indistinguibles, dando lugar a una plataforma para la comunicación con el público. Sus trabajos se exhibieron en Bauhaus Dessau, en el Museo Judío de Nueva York, en Berlín, en Tokio y en el Centro Pompidou-Metz. Desde 2009, desarrolló una serie de instalaciones site specific llamadas “Public Preposition”. Vive y trabaja en Dusseldorf.

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