24.10.13

Las lecciones del método

El método, afirma el autor, viene a responder dos preguntas: cómo empezar y cómo seguir. Es tanto una disciplina como la ocasión del desvío y supone elegir un modo de trabajar


Ilustración, Daniel Roldán./revista Ñ

Los procedimientos que usaron ciertos escritores fueron las llaves maestras que les permitieron escribir sus novelas, darles forma a nivel rasante –frase a frase– y a nivel estructural. Bajo el paraguas del método se guarecen técnicas, procesos, reglas, y la noción de método ofrece dos ramificaciones principales: los sistemas de trabajo y los trucos narrativos. Podría verse la historia de la literatura como una tradición de métodos que se heredan y se adaptan. No pocas veces un método propio ha resultado de la traducción de uno ajeno.
Los ejemplos cunden y contagian: la maquinaria asociativa de Raymond Roussel, los ejercicios y las constricciones que se propuso Georges Perec. Las cartas de tarot en Italo Calvino y el uso de la fotografía en Sebald. La apropiación de noticias recortadas en Wilcock. La recreación y condensación del género biográfico en Schwob, Borges y Alberto Savinio. William Burroughs y sus tijeras aleatorias para provocar lo accidental. Tácticas de repliegue y expansión, como con Juan Emar y las oraciones que se obligaba a añadir entre una y la siguiente. Las escrupulosas fichas de Nabokov y las arborescentes de Arno Schmidt. Los pareos o parejas que Michel Leiris armaba con su mazo de fichas. Las tintas y lápices de distintos colores que empuñaban Claude Simon y Samuel Beckett.
El método viene a responder dos preguntas, cómo empezar y cómo seguir. El método está impedido de hablar de finales, un método jamás provee un final. Hablar de método es hablar de orden, de cómo ordenar una secuencia. Vale recordar que sintaxis significa el arte de disponer. Método y montaje van de la mano. Godard decía que el sueño de los escritores era hacer montaje en la página. No es difícil tener la impresión de que el siglo XX fue el siglo de los métodos: collage , cut-up , enumeración caótica, etc. Llegados al siglo XX, en apariencia estaba todo hecho; el punto ahora consistía en inventar máquinas de inventar.
Hay métodos más visibles que otros pero, idealmente, a un método no habría que poder reconstruirlo. Quién puede adivinar o a quién puede interesarle –durante la lectura– el plan que guió a Perec a escribir La vida instrucciones de uso . Un método se crea para traicionarlo. Una frase nace de un método determinado y en el mismo gesto borra su huella.
Un método es un dispositivo, un artefacto que genera frases. En Proust, Beckett, Thomas Bernhard o Juan Benet, estilo y método son uno y lo mismo. Estos casos insinúan que a lo que conviene aspirar es a que un método se vuelva irresistible. A veces, lo que el método desnuda es que más que encontrar una buena solución lo preferible es encontrar un buen problema.
Un método literario es un proceso de aceleración, un atajo. ¿Un método hace ganar tiempo a costa de falsificar el contenido de una narración? Una advertencia: un método alienta la ilusión de que le da a un escritor un libro servido. Lo metódico pertenece al mundo de la novela; un cuentista no tiene el tiempo suficiente para embarcarse en un método. En verso, ¿sólo se requiere método cuando se trata de poesía narrativa o rimada?
Un método crea su propia lógica, a menudo zigzagueante, que sólo se ve en retrospectiva. Un método es una disciplina y a la vez el desvío, el desvarío, la locura que se incorpora a esa disciplina para que un relámpago encienda otra cosa en un escrito. “Todos los desvíos le pertenecen”, sostenía Valéry. La sentencia se vuelve una incógnita: qué es lo que entra o no en la zona de una novela. Un método crea un campo, traza un mapa cuyo itinerario, cuyo hilo, será la novela. El método pone a prueba el alcance de una obra, su potencia. El método es una forma de hospitalidad en la intemperie absoluta de la creación.
Trabajar con un método significa elegir una forma de trabajar. El ensayista Adrian Stokes fue quien mejor definió modos posibles de tratar con un material: tallar o modelar. “La comunión con el material es la esencia del tallado,” afirma Stokes, “el tallado es una articulación de algo que ya existe en el bloque de piedra”. El modelado, en cambio, no revela algo que ya existe, sino que construye. En el tallado el material brilla con una luz propia, en el modelado brilla con una luz impuesta desde afuera, por el creador.
Un método apunta a la singularidad absoluta, intenta escribir una novela que no se parezca a ninguna otra. Entre el método y la inspiración existen conexiones y rupturas. ¿La inspiración desdeña el método? ¿El genio está excluido de cualquier método o es el propietario del método menos imitable? En sus investigaciones sobre mecánica cuántica, Max Born descubrió que experimentos idénticos podían ofrecer resultados diferentes. También en literatura la experiencia es intransmisible. Donald Barthelme, escritor estadounidense reconocido por sus ficciones cortas, apuntaba: “No se puede enseñar a escribir, se puede enseñar a editar”.
El método es un modo violento –directo– de acercarse a problemas centrales de la escritura. A un método, para hacerlo genuino y eficaz, habría que volverlo autobiográfico –espiritual, no literariamente autobiográfico–, de lo contrario se consolida en un plano meramente funcional. A la vez, el método es una vía para quitarse del camino. Hay una dimensión en la que el libro debería hacerse solo. El método es la muerte, simulada, del autor. A propósito, el historiador italiano Carlo Ginzburg asegura que donde el control se relaja, en los detalles secundarios, emergen los rasgos más individuales de un artista.
A menudo un método sólo consiste en ponerse bajo los espíritus tutelares más serviciales. Es decir, qué se elige leer mientras se escribe. Como si la “la ley del buen vecino” que proponía Aby Warburg para quien rastrea en una biblioteca tuviera su adaptación a la escritura. Ya que se roza la cuestión de la lectura, ¿un método se pone en marcha en función de una obra soñada o en función de un lector ideal?
No es de ingenuos ser optimistas: un método se crea a partir de las debilidades, las dificultades, los impedimentos. Con un método uno vuelve a enseñarse a sí mismo. Podría pensarse que se buscan métodos cuando no se han tenido buenos maestros.

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