La dictadura elaboró, entre 1950 y 1976, hasta 14 informes contra los libros del Nobel
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Foto inédita de Octavio Paz a los 23 años./elpais.com |
Los funcionarios de la Dirección General de Propaganda y la Dirección
General de Cultura Popular del Ministerio de Información y Turismo, que
se ocupaban de revisar (léase censurar) todo lo que se publicaba en
España durante la dictadura de Franco,
afilaban la mirada, subrayaban, tachaban y, al final de su lectura,
rellenaban siempre el mismo formulario: “¿Ataca al dogma? ¿A la moral?
¿A la Iglesia o a sus Ministros? ¿Al Régimen y a sus instituciones? ¿A
las personas que colaboran o han colaborado con el Régimen? ¿Los pasajes
censurables califican el contenido total de la obra?”. Uno de los
grandes afectados por aquellas preguntas y los subsiguientes cortes y
supresiones de pasajes fue el escritor mexicano Octavio Paz (1914-1998).
En julio de 1950, la compañía Editora y Distribuidora
Hispanoamericana S.A. (EDHASA) solicitó el permiso para distribuir 200
ejemplares de Libertad bajo palabra de Octavio Paz,
publicados en México. El libro fue enviado a dos censores. El primero,
Pedro de Lorenzo, dijo en su informe que en seis páginas había “frases o
expresiones obscenas, otras irreverentes”. El segundo, Andrés de Lucas,
apuntó con letra angulosa: “Versos oscuros y estúpidos con algunas
expresiones equívocas. Creo, sin embargo que puede autorizarse por el
escaso número de lectores que leerán estos engendros”.
Catorce informes de este estilo, sobre distintos libros del escritor
mexicano y Premio Nobel de Literatura 1990, se exhiben hasta el próximo
20 de marzo en el Archivo General de la Administración, ubicado en Alcalá de Henares (Madrid), como parte de la exposición Octavio Paz: Guerra, Censura y Libertad.
“La muestra podría dividirse en dos partes: la figura de Octavio Paz y
el contexto de sus ideas y su obra en relación con España”, dice Evelia
Vega, una de las comisarias, quien trabaja en el archivo dependiente del
Ministerio de Educación Cultura y Deporte. En la exposición hay,
además, fotografías del autor mexicano durante su estancia en España en
1937, junto a algunos de sus colegas que asistieron al Congreso de
Escritores Antifascistas de ese año en Valencia, como el narrador José
Mancisidor, el poeta Carlos Pellicer, el músico Silvestre Revueltas o el
pintor José Chávez Morado. Y un reportaje gráfico de abril de 1982,
cuando Octavio Paz visitó el Ateneo de Madrid.
“¿Ataca al dogma? ¿A la moral? ¿A la Iglesia o a
sus Ministros? ¿Al Régimen y a sus instituciones? ¿A las personas que
colaboran o han colaborado con el Régimen? ¿Los pasajes censurables
califican el contenido total de la obra?”
Dice Eduardo Ruiz Bautista, investigador de la Universidad de Alcalá,
que los censores franquistas se caracterizaban por su “servilismo
desmedido, exceso de celo, ínfulas de literato frustrado y la crasa
ignorancia y competencia lectora que exhibían en muchos de sus juicios y
prejuicios”. Cuando en 1955 revisaron el poemario Semillas para un himno,
escrito por Paz un año antes, Jesús Garcés señaló en su informe que se
trataban de “poesías de un poeta americano, creacionista sin un
argumento general. Después de la obra creadora el poeta hace unas
traducciones de los poetas Marvell y Gerardo Nerval. Nada que objetar.
Autorícese salvo superior parecer”.
Cuenta Jesús Cañete, el otro comisario de la exposición y director
del Festival de la Palabra de la Universidad de Alcalá, que “la censura
veía a Octavio Paz como alguien peligroso por haber asistido al Congreso
Antifascista de Valencia. Quizá porque esa experiencia marcó para
siempre al autor de El laberinto de la soledad, tanto en su
obra poética como ensayística. Llama la atención que cuando la censura
no podía evitar la publicación de algún libro, hacía todo lo posible por
demorarla. El 17 de abril de 1973, Círculo de Lectores solicitó
autorización para reeditar Los signos en rotación y otros ensayos,
que ya había publicado Alianza en 1971. En esta ocasión el lector
censor volvió a tachar las referencias que había a la Virgen en el texto
dedicado a la obra de Marcel Duchamp (“La novia desnudada por sus
solteros”). La editorial protestó argumentando que el libro ya se había
editado anteriormente y que detener la impresión le causaba daños
económicos. Entonces el censor no pudo impedir su impresión pero sí hizo
todo lo posible por retrasarla. El libro no se publicó hasta año y
medio más tarde: en septiembre de 1974”.
En 1971, la editorial Seix Barral decidió publicar Las peras del Olmo, un compendio de ensayos del Premio Cervantes 1981. La censura pidió que se suprimiera el texto titulado Aniversario Español.
Y así se hizo en su primera edición. La censura, sin embargo, no se
conformaría con trocear los libros de Paz. En 1975 se impidió la libre
circulación de la revista Plural en España y el editor Pere Gimferrer
organizó una protesta pública. Un año después, cuando ya el dictador
había muerto, la censura seguía fijándose en los libros de Paz. “Vuelta,
poemario de Seix Barral, es poesía surrealista. No me ha gustado. Pero
desde el punto de vista jurídico-administrativo, nada que señalar”, dice
el informe fechado en aquel año.
Este tratamiento al que fue sometida la obra de Octavio Paz en la
España franquista ha despertado un interés mesurado entre los
conocedores de la vida y obra del escritor mexicano. “Conocer estos
documentos es algo curioso”, dice el filósofo Fernando Savater, “y son
una buena anécdota para sumarla a toda la información que ya tenemos
sobre Octavio. Son interesantes, también, porque demuestran la
mentalidad de esos inquisidores contemporáneos que eran los censores
franquistas, cuyos criterios literarios dejaban mucho que desear. Lo sé
bien, porque me tocó vivir la censura en todo lo que escribí hasta los
28 o 30 años, la edad que tenía cuando yo murió Franco”.
Para Chus Visor, editor de Visor Libros, “los cortes que se le
hicieron a la mayoría de los libros que pasaban por la censura
franquista fueron poco importantes para su publicación. De lo contrario,
los autores se hubieran negado a publicar. Lo que solía hacerse era
cambiar algunas palabras por eufemismos. Y eso te jodía, como autor o
editor, pero eras consciente del contexto en el que vivías y podías
soportarlo”. Joan Tarrida, director editorial de Galaxia Gutenberg, que
en alianza con Círculo de Lectores ha publicado las obras completas de
Paz en España, opina que “el hecho de que ahora se conozcan estos
informes no aporta gran cosa a la vida y obra del Nobel. Pero sí a la
historia cultural de España. Porque demuestra cómo se trataba a los
escritores durante la dictadura”.
Documentos de los censores de Octavio Paz.
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