Pero ¿sirven los libros para
curar las enfermedades? Los sabios de la Antigua Grecia creían que sí.
Tal vez por eso en las puertas de las bibliotecas se colocaban avisos
que advertían a los lectores que estaban a punto de entrar en un lugar
de curación del alma.
Buscando una respuesta, los investigadores
de varias universidades de Inglaterra y Estados Unidos han intentado
cuantificar, en la medida de lo posible, los efectos de la lectura en
personas que padecen distintas enfermedades. Los resultados son
sorprendentes, sobre todo en el campo de las enfermedades nerviosas y de
origen psicológico, según varias noticias divulgadas por revistas
científicas, periódicos y servicios informativos tan populares como la
BBC.
Una investigación de la Universidad de Sussex, en el Reino
Unido, por ejemplo, demostró que leer es más eficaz para aliviar el
estrés que escuchar música, ir a dar un paseo o sentarse a tomar una
taza de té. La BBC reveló que el nivel de estrés de los participantes en
el estudio se redujo en un 68 % a escasos seis minutos de haber
empezado a leer un libro cualquiera.
Psicólogos de la New School
for Social Research de Nueva York, por su parte, en un estudio realizado
en 2013, hallaron que la ficción literaria aumenta de modo
significativo la capacidad de leer las emociones ajenas y puede
contribuir al tratamiento de algunas enfermedades mentales.
Según
otro estudio llevado a cabo por investigadores de la Ohio State
University en 2012, el impacto de la lectura en las emociones incluso
puede cambiar el comportamiento de un lector.
Otros estudios
realizados por centros universitarios de investigación también
demostraron que leer poesía estimula partes del cerebro relacionadas con
la memoria.
Lo más sorprendente de los resultados son los que
tienen que ver con la lectura de novelas. Cada vez más los estudios
científicos sugieren que leer ficción es un apoyo invaluable a la hora
de enfrentar los desafíos de la vida. Esto comprueba una verdad ya
sabida por los lectores de novelas: que un libro no tiene que contener
un sermón para dejar una huella imborrable en nuestras vidas y que toda
buena novela nos cambia. Que la medicina nos cura las heridas visibles,
pero la literatura nos cura las invisibles.
Estos hallazgos
científicos han provocado la aparición de centros como la Escuela de la
Vida, dedicados a la curación de enfermedades por medio de los libros.
Este nuevo arte de curar es llamado biblioterapia. El Diccionario Médico
Ilustrado Dorland’s fue el primero en reconocer en 1941 que este
tratamiento es una terapia con validez científica y la definió como “el
empleo de los libros y la lectura en el tratamiento de las enfermedades
nerviosas”.
La Escuela de la Vida está situada en Londres y fue fundada por el filósofo Alain de Botton. Allí
se ofrecen curas dirigidas para distintas enfermedades. La Escuela
publicó hace dos años un bello libro titulado “La cura de la novela:
Remedios literarios de la A a la Z”, escrito por dos biblioterapeutas.
En él hay recetas para toda clase de males. “Las olas”, de Virginia Woolf, por ejemplo, es recomendada para la presión sanguínea alta, y “Ana Karenina”, de León Tolstoi, para aliviar el dolor de muelas.
Las
cartas que los pacientes dirigen a la escuela después de las terapias
son una prueba de su eficacia. Una de ellas me conmovió. Dice: “Aun
cuando algunas veces los libros no logran curarnos, siempre pueden
consolarnos”.
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