La vida del gran poeta César Vallejo fue breve e intensa. No nos
atreveríamos a decir que fue sufriente porque qué vida no lo es en
alguna medida. A diferencia de otros humanos, él supo escribirlo para
dejar una marca en la historia de la literatura.
En su primer libro publicado, Los heraldos negros
, encontramos un primer verso que dice: “Hay golpes en la vida, tan
fuertes... Yo no sé!”. Este libro es considerado, dentro del carácter de
ruptura que posee la obra de César Vallejo, como un poemario que
conserva un influjo del modernismo. Si con Trilce , editado en
1922, Vallejo quedó ubicado por su estética en el terreno de la
vanguardia poética, cuando el poeta viaja a Europa, continente del que
no volverá, su interés quedará centrado en la vanguardia política de su
época.
Camino hacia una tierra socialista. Escritos de viaje
tiene una selección y un prólogo realizados por Víctor Vich. El poeta
intentó, desde que llegó a París en 1923 hasta su muerte, sobrevivir
como periodista. Nos hace saber Vich que de acuerdo a su correspondencia
sabemos que “su vida cotidiana fue una suma de angustias y miserias
cotidianas”. Escribió para el diario El Norte de Trujillo (1923-1930), la revista Mundial (1925-1930), la revista Variedades (1926-1930) y el diario El Comercio de Lima
(1929-1939). Sus crónicas, escritas desde París, Rusia y España,
presentan reflexiones acerca de la vida urbana, apreciaciones acerca del
arte y, por sobre todo, revelan una posición ética que se sostiene en
la idea de una sociedad más justa. Es un cronista comprometido, que
interpela a la realidad para expresar su posición subjetiva al respecto.
Por
supuesto estas crónicas deben ser leídas en función de la historia de
su época, cosa que no ocurre con su poesía que trasciende cualquier
momento histórico. Posiblemente por esto mismo Víctor Vich se vio
necesitado de incluir, en algunas partes del libro, poemas y
correspondencia del poeta. Es una forma de que el libro quede más
estructurado, para el lector, en torno al personaje y a la vida de César
Vallejo. Por ejemplo, el libro comienza con una carta dirigida a Víctor
Clemente Vallejo, escrita el 14 de julio de 1923 en París, que dice
así: “Dedico este momento a la sagrada memoria de mi padre y de todos
ustedes, que a esta hora, estarán en mi Santiago, y en casita, quizá
conversando juntos, riendo o acaso llorando. Pienso en ustedes y la
melancolía me ahoga y no puedo más. Yo regresaré a América, Dios lo
permita muy pronto. Vamos a ver”.
Se impone la pregunta acerca del
interés que depara este libro, quiénes podrían ser sus lectores
interesados. La poesía de Vallejo no ofrece dudas al lector acerca de
sus efectos, en tanto lo atraviesa, lo perturba, lo desencaja, lo
cambia. Esto es otra cosa. Permite contextualizar cuestiones relativas a
su tiempo, al recorrido del poeta y a sus ideales, ofreciendo crónicas
de viaje en las que la impronta subjetiva del escritor configura en
forma singular un transito periodístico, ni más ni menos que en el
período de Europa entre la Primera y la Segunda Guerras Mundiales.
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