En pleno apogeo de 50 sombras de Grey, la
trilogía de E.L.James que ha vendido 100 millones de ejemplares en todo
el mundo, y de la que se acaba de estrenar la película, no está de más
repasar diez títulos fundamentales de la literatura erótica que no
decepcionarán al lector exigente o curioso
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50 sombras de Grey de E. L. James llega a las salas. |
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50 sombras de Grey sólo tiene 20 minutos de sexo./lavanguardia.com |
-Decamerón
(1353), de Giovanni Boccaccio. Este centenar de cuentos son las
historias que se explican un grupo de jóvenes que ha huido a las afueras
de Florencia, para refugiarse de la peste bubónica que asuela la
ciudad. Un mundo regido por Eros, con profusión de monjes
seduciendo monjas en los conventos. Fue adaptado al cine por Pasolini en
1971, y actualmente se representa en el Teatro Español de Madrid la
versión recién escrita por Mario Vargas Llosa, que también interviene
como actor.
-La filosofía en el tocador
(1795), del marqués de Sade. Unos instructores, entre ellos el elegante
y sodomita Dolmancé, introducen a Eugenia en el mundo del libertinaje y
el hedonismo extremo. La joven alumna acabará torturando a su propia
madre, a quien inoculará la sífilis y coserá los genitales. Más allá de
la perversión, la obra contiene un mensaje político, que invita a
profundizar en el espíritu republicano. Dedicada a los "voluptuosos de
todas las edades y de todos los sexos".
-Historia del ojo (1928),
de Georges Bataille. Uno de los grandes escritores surrealistas narra
aquí las las relaciones entre dos adolescentes exhibicionistas,
ahondando en temas tan profundos como la muerte o la locura. Hay escenas
de sexo en grupo, simbolismos, fluidos y una clara identificación entre
religión y sexo. El personaje de Simone encarna el deseo
inconsciente y a la vez el pecado y el placer, que es portador del
máximo castigo: la muerte. La edición original incluía ilustraciones explícitas.
-Trópico de cáncer
(1934), de Henry Miller. Basado esencialmente en los años en que el
escritor vivió en París, el protagonista, un álter ego de Miller,
disfruta de la vida bohemia, en especial del desenfreno sexual y etílico
a partes iguales. La pornografía, en su versión prostibularia,
entendida como religión, aunque la novela no se centra exclusivamente en
los encuentros sexuales, sino que retrata las penurias en sentido
amplio de un joven que debe buscarse la vida.
-La casa del incesto
(1936), de Anaïs Nin. Aparte de sus diarios, la hija del compositor
español Joaquín Nin escribió esta novela onírica sobre uno de los temas
que más le interesaron y que conoció de primera mano. Este libro es el
germen de todo su trabajo posterior. "Escribiré para ti. Esa será
nuestra droga", le dice Anaïs a Sabine (la otra) en el libro. Y el
psicoanalista de la autora le dio la razón: "Si la gente acepta su lenguaje, entonces se drogará". Este texto musical es un puzzle que cada lector debe reconstruir.
-El fiord
(1969), de Osvaldo Lamborghini. Este autor argentino marginal,
residente en Barcelona -el Macba expone estos días una muestra de su
obra gráfica- fue admirado, entre otros, por Roberto Bolaño. En la que
fue su primera obra, ya aparece todo aquello que lo va a definir, a
través de una escena extrema, mezcla de parto y orgía, salpicada de
sangre, saliva y otros fluidos y en la que la violencia desenfrenada
funde placer y dolor en un lenguaje con guiños lunfardos que funde lo
simbólico y lo político.
-La insólita y gloriosa hazaña del Cipote de Archidona
(1977), de Camilo José Cela. En 1971, un obrero agrícola de Archidona
(Málaga) sembró el pánico durante un espectáculo flamenco. Según el acta
del juicio, en pleno show, "la procesada masturbó a su novio, el
procesado, teniendo éste el órgano viril fuera del pantalón, lo que
motivó que salpicara de semen a los también espectadores". Un admirado
Cela convierte el caso en un sentido homenaje a la hombría hispánica.
-El amante
(1984), de Marguerite Duras. Novela autobiográfica, ambientada en la
Indochina colonial, sobre una adolescente cuya familia está arruinada y
se hace amante, a los 15 años, de un acaudalado comerciante chino al que
conoce en un transbordador que cruza el río Mekong. Con frases ya
míticas: "Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde (...) A los
dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo
mismo...". Fue premio Goncourt y Jean-Jacques Annaud la llevó al cine.
-Amorrada al piló
(1986), de Maria Jaén. Fue la gran sensación de la literatura erótica
en catalán durante los años 80 (hay un gag de La Trinca al respecto que
todavía triunfa en youtube). La protagonista es Marta, una locutora de
radio que dirige un programa nocturno de verano, en el que habla con sus
oyentes de temas muy íntimos. Las ondas van mezclando las situaciones
reales con las imaginadas. Fue adaptada al cine el mismo año por Antoni
Verdaguer con el título de L'escot.
-Las edades de Lulú
(1989), de Almudena Grandes. El gran fenómeno erótico-literario de los
años 80 y posteriores. Seguimos a Lulú cuando tiene 15 años y sucumbe a
la atracción que le despierta Pablo, un profesor de universidad amigo de
la familia que creará para ella un mundo aparte. Luego, todo eso se
quebrará cuando, a los 30, la chica se precipita febrilmente en un
barranco de deseos peligrosos. Llevada al cine por Bigas Luna en 1990.
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