10.1.12

Martínez Mata: "En España se empezó a valorar ´El Quijote´ para poder decir que como nación habíamos hecho algo"

El nuevo cervantismo llega a la Europa del siglo XVIII con la novela inglesa
Emilio Martínez Mata, catedrático y destacado cervantista. foto:luisma murias.fuente:Ine.es

Emilio Martínez Mata, catedrático de Literatura de la Universidad de Oviedo y destacado cervantista, ha expuesto y analizado recientemente en la Universidad de Harvard las visiones de «El Quijote» a lo largo de los siglos y, sobre todo, el profundo cambio que se manifiesta con el siglo de las Luces.

¿Cómo se produce en el siglo XVIII el cambio radical en la interpretación de «El Quijote»?

-Se produce precisamente en los inicios del XVIII, cuando los novelistas ingleses hacen una nueva lectura de la obra. Hasta entonces se la consideraba como una lectura burlesca, una mera parodia de los libros de caballerías. De esa forma se entendió desde siempre y hasta entonces en todos los sitios. «El Quijote», además, es una obra muy conocida en ese tiempo, pero no es cierto el éxito de ventas que se le suele atribuir. Logra un fuerte éxito inmediato, con cinco ediciones en el primer año, pero, después, experimenta una decadencia muy clara. Hay un repunte a partir de 1657 con las ediciones ilustradas. Pero, por ejemplo, desde 1674 hasta 1704 no aparece ninguna edición de «El Quijote» en España y en Europa solo la segunda traducción al inglés y la segunda francesa. En el siglo XVII tiene 26 ediciones que pueden parecer muchas, pero son las mismas y en el mismo espacio de tiempo que logra el «Guzmán de Alfarache», pero en sólo cinco años. Y el «Persiles» en diez años suma tantas ediciones como el propio «Quijote». Las cifras editoriales de «El Quijote» no son pues tan elevadas. Pero en el siglo XVIII se hacen 65 ediciones de «El Quijote» en Francia; 57 en Inglaterra, frente a sólo 7 en el siglo anterior; 35 en España; 11 en Alemania; 8 en Holanda; 4 en Italia o 2 en Rusia.

¿Cuál es el detonante de ese salto espectacular?

-La novedad está en que los novelistas ingleses descubren las verdaderas virtudes narrativas de «El Quijote» cuando proyectan sobre la novela una nueva mirada. Se considera que cambia la interpretación sencillamente por el cambio de época, por la llegada de la Ilustración. A mi modo de ver, no es eso sólo lo que cuenta y en todo caso no es lo determinante. La prueba es que el cambio, la nueva mirada, sólo se da en Inglaterra, mientras que la Ilustración se generaliza por toda Europa.

¿Entonces?

-Yo creo que el cambio de interpretación viene dado por varios factores. Para empezar, coincide con la interpretación realizada por un jesuita francés según el cual todo gira alrededor del resentimiento de Cervantes hacia el duque de Lerma. Por eso satiriza los valores de la aristocracia española, que, al menos según el novelista, está obsesionada con lo caballeresco. Esa interpretación tuvo un gran éxito. Y ahí se vio la causa de la decadencia del Imperio español, pues tal crítica habría debilitado los valores caballerescos que lograron el Imperio. A mi juicio, eso no basta, hay que sumar otros factores, como el concepto de la sátira ilustrada frente a la barroca, que es concreta, personal y a veces injuriosa. La ilustrada, sin embargo, es abstracta y amable. Don Quijote está loco, pero es bondadoso y noble, es ambivalente, algo propio de la sátira ilustrada. Enlaza, asimismo, con la melancolía inglesa, y «El Quijote», como sátira de un defecto nacional, le hace coincidir con la sátira abstracta de un comportamiento nacional.

¿Tan potente era la novela inglesa?

-La novela inglesa se difunde por todo el continente de una forma preponderante. Se publica en el XVIII mucha más novela inglesa que ninguna otra, aunque llega tarde a España. En estudios sobre las bibliotecas francesas de 1750 a 1800 se ha visto que tienen, por ejemplo, 1.200 ejemplares de novelas inglesas frente a sólo 500 de novelas francesas.

¿«El Quijote» llega al continente como novela inglesa?

-Llega con la novela inglesa. El nuevo cervantismo llega con la novela inglesa. En España no se acepta la nueva interpretación y sigue viéndose como una sátira de los libros de caballerías. No se aprecian las virtudes narrativas, el juego metaliterario, el contraste quijotesco entre la ficción y la realidad, la literatura influyendo al personaje en la vida real, los juegos del narrador con el lector... todo eso no se aprecia. En una biografía de Cervantes de un éxito enorme, que es más bien un análisis de sus obras, se considera al «Persiles» por encima de «El Quijote». Y de «El Quijote» elogia cosas muy genéricas como el decoro, la sencillez de estilo o la actitud crítica. Sin embargo, ensalza el «Persiles» mucho más. «El Quijote» en España se publica en ediciones baratas, con baja calidad del papel y tipografía pobre. Los intelectuales apenas lo aprecian. Pero a mediados del siglo XVIII el éxito de «El Quijote» es tan clamoroso en Europa que no lo pueden obviar sobre todo cuando salta esa pregunta ¿qué se le debe a España? La respuesta era que nada, así que en España se empieza a valorar «El Quijote» para poder decir que como nación hemos hecho algo. Los viajeros del XVIII llegan a España esperando encontrarse con el país de «El Quijote».

¿Y Feijoo?

-Feijoo no menciona «El Quijote» ni a Cervantes entre las glorias de España, aunque hace una alusión, lo que demuestra lo evidente, que lo conocía. Cadalso, Forner y Vicente de los Ríos sí lo defienden. Se manifiesta una doble lectura. Los reformistas lo valoran porque en Europa lo ven como el representante del Antiguo Régimen y de los valores a superar. Y para los reaccionarios, el hidalgo satiriza las pretensiones infundadas de nobleza y, en ese sentido, a veces se emplea el término quijotismo. Hay una doble visión.

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