B. H. Winters: "Si Tolstói leyera Androide Karenina me perseguiría gritando". El español Agustín Fernández Mallo experimenta con El hacedor, de Borges. La editorial 451 ha paralizado su colección de versiones de clásicos
Por encargo, por experimentar, por sacar partido a una moda... Siguen llegando a las librerías 'remakes' literarios, versiones (perversiones, según algunos) de clásicos de todas las épocas. Lo mismo pasa en el cine o en el teatro y la receta cambia según la irreverencia y la osadía que aporten los autores. Así, surgen paralelismos como este:
Opción A
- Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada. En casa de los Oblonsky andaba todo trastocado. La esposa acababa de enterarse de que su marido mantenía relaciones con la institutriz francesa y se había apresurado a declararle que no podía seguir viviendo con él.
Opción B
- Todos los robots que funcionan se parecen entre sí: pero cada robot que deja de funcionar falla por un motivo específico. En casa de los Oblonksy reinaba la confusión. La esposa había descubierto que su marido tenía una relación sentimental con la joven francesa que había trabajado para ellos como 'mécanicienne', encargada del mantenimiento de los robots Categoría I y Categoría II de la casa.
De 'Ana Karenina' (A) a 'Androide Karenina' (B) hay, aparte de más un siglo de por medio, la intención de una editorial independiente estadounidense -Quirk Classics- de seguir exprimiendo una fórmula de éxito que encontraron con 'Orgullo, prejuicio y zombis' (2009).
Eso, y la imaginación de Ben H. Winters -también 'coautor', con permiso de Jane Austen, de 'Sentido, sensibilidad y monstruos marinos'-. "Comprendo que algunas personas recelen un poco de estos libros. Puede deberse a que sienten una admiración tan profunda por el autor original, que les parece una blasfemia 'jugar' con sus obras", afirma el escritor estadounidense. El primero cabreado sería el propio Tolstói: "Si leyera 'Androide Karenina' me perseguiría gritando, se tomaba muy en serio a sí mismo y a su trabajo".
Respecto al auge de este tipo de obras, considera que "no tiene nada de extraño que una idea ingeniosa, especialmente si vende ejemplares, atraiga a imitadores", aunque le choca "que algunos se sumen a este juego con obras de Mark Twain o Charles Dickens, cuyos libros son de por sí muy divertidos". Para Winters, "lo divertido de esto, en parte, consiste en tomar una obra con un estilo prosístico más bien serio y formal y agregar unos elementos cómicos y disparatados".
Así lo hizo con 'Androide Karenina' durante un año. Releyó el clásico de Tolstoi, hizo anotaciones en los márgenes... Incluso escribió una ficha por capítulo para no perder del hilo del universo robótico que diseñó para la Rusia decimonónica de Tolstói. No se puso límites a la hora de quitar o poner: "Mi objetivo era simplemente mantener vivos, de forma sutil y sorprendente, los elementos que hacen que el original resulte tan potente".
Así que la trama es básicamente la misma. El drama de Ana Karenina y su trágico romance con el Conde Alexei Vronsky como eje de la novela, salpicado por 'ciborgs' más o menos simpáticos (algunos, incluso, capaces de entender las emociones de sus amos y servirles de apoyo moral).
'Remake' con vocación multimedia
A. Fernández-Mallo, el pasado enero. | J. Barbancho
El caso de Winters no tiene nada que ver con el del poeta y novelista gallego Agustín Fernández-Mallo, quien ha revisitado a través de sus experiencias personales 'El hacedor', de Borges, en una obra de clara vocación multimedia. Habrá una versión electrónica enriquecida, pero para quien adquiera el libro en formato papel ha dispuesto tras el epílogo un listado de más de 10 vídeos complementarios, que no necesarios para la lectura, rodados por el propio autor.
Se grabó, por ejemplo, videovigilando sus propios libros en una tienda de Buenos Aires. "Estoy más interesado en el concepto que en la belleza de la imagen", explica, así que no necesitaba un acabado profesional.
Fernández-Mallo -autor del 'proyecto Nocilla'- subraya que en su caso "de ninguna forma se trata de un intento de modernizar a Borges, que de hecho, sigue siendo absolutamente moderno". "Parte de una necesidad personal, estética, artística. Con él descubrí que se podía narrar a través de elementos fríos, como la metafísica o las matemáticas, y que aún así los relatos tuvieran emoción o carnalidad", recuerda.
Lo suyo era experimentar y por eso eligió uno de sus libros de cabecera, de los que de cuando en cuando vuelve a releer. "Si alguien es muy 'borgiano' y le parece mal o se ofende, lo que ocurre es que no ha entendido a Borges. Toda su literatura dicho por él, es reelaboración de otras literaturas. Él mismo dijo que no existe la originalidad, que todo es literatura de segunda mano", indicó.
Fernández Mallo se planteó reescribir a su manera este libro en 2004. Han pasado unos años y varios libros ('Nocilla Dream', 'Nocilla Experience', 'Nocilla Lab') hasta que ha dado al libro todas sus formas (relatos, poesía, fotografía, enlaces a vídeos). "De cada cuento tomé aquello que a mí me comunicaba y opté por reescribirlo en otro contexto. Con la parte de 'El hacedor' que son poemas, me centré en lo que inspiraba el título de cada uno al margen del contenido". Así, en 'El hacedor (de Borges). Remake' sigue exactamente la misma estructura -prólogo, cuentos, poemas, epílogo- que le original.
Modas literarias
El experimento de mezclar clásicos con subgéneros funcionó desde un punto de vista comercial, pero también tiene sus riesgos. Lo explica Sally Avigdor desde la 451 Editores, en fase de reconversión de su colección de 'remakes'.
Lo de intentar 'modernizar' clásicos fue idea fue de Xavier Azpeitia, director del sello. Se planteó como una idea de permanencia "y el resultado fue muy interesante en el ámbito de prensa y crítica, pero no tanto a nivel comercial", explica la editora, quien, sin embargo, cree que este tipo de experimentos literarios tenderán a ser más habituales.
El lazarillo con zombisUno de los libros publicados al hilo hilo de éxito de 'Orgullo, prejuicio y zombis' fue 'Lazarillo Z. Matar zombis nunca fue tan divertido', un 'remake' de la novela picaresca española del siglo XVI lleno de muertos vivientes. Más información
"Reivindicar del frikismo"
"Hay mercado hasta que se agote. Todos estamos hartos ya de zombis, novelas policiacas suecas o vampiros adolescentes", afirma el editor de Umbriel, sello que ha publicado 'Androide Karenina' y sus predecesores en España. Aquí, el más exitoso es el primero, 'Orgullo, prejuicio y zombis', del que ya se han vendido unos 20.000 ejemplares y que, en EEUU, llegó a estar entre los cinco libros más vendidos en la lista del 'New York Times'. "Generó cierto escándalo y, además de prensa, tuvo una reivindicación involuntaria del 'frikismo'". El mercado "reacciona muy rápido" y lo que toca ahora es esperar "la próxima brillante idea".
Lo de los 'remakes' a base de ciencia ficción de por medio fue un 'boom', explica. "Quirk Classics fueron los primeros, pero mientras comprábamos los derechos para publicarlos en España ya salieron en EEUU múltiples imitaciones". "Lo más interesante es que empezó con zombis y fue variando. Su proyecto editorial es elegir novelas clásicas y adaptarlas a ciertos temas que andan más o menos vigentes y que tiene básicamente que ver con el género de terror. Mucho más original que, por ejemplo, coger el Quijote, por ejemplo, y añadirle porque sí zombis", argumenta.
Hojman es, además, un firme defensor de que a los clásicos se les puede tocar cuanto uno quiera. "Ser irrevetenrte con los clásicos, es una forma de actualizarlos y de actualizar el interés en ellos. Me parece maravilloso que [algunas personas] digan que es un insulto, porque eso también sirve para que se hable de esos libros".
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