20.9.10

W. Ospina retrata a su propio Bolívar

En busca de Bolívar, responde las preguntas más urgentes que tenía Ospina sobre el Libertador

William Ospina, autor de El país de la canela.Foto: Rodrigo Sepúlveda.fuente:.vive.in

En el proceso de investigación, Ospina leyó, entre otros, las biografías de Indalecio Liévano, de Ludwig, las memorias de Luis Perú de Lacroix y parte de la correspondencia personal del Libertador.

"Bastó que muriera para que todos los odios se convirtieran en veneración, todas las calumnias en plegarias, todos sus hechos en leyenda". Esta frase, con la que el escritor William Ospina comienza su nuevo libro 'En busca de Bolívar', además de deleitar al lector, de entrada, con ese sello narrativo tan personal, retrata la imagen solemne del ese personaje histórico con la que muchas generaciones crecieron.
¿Cuál es su percepción sobre el uso de la imagen de Bolívar?

Yo diría que Bolívar es un personaje muy complejo. Todo el mundo tiene derecho a querer imitarlo y querer aprender de él, pero es desafiante abarcarlo y recibir la compleja herencia, también porque Bolívar tenía, como todo ser humano, sus defectos.

¿Qué va a encontrar de novedoso el lector sobre un personaje del que tanto se ha escrito?

Para mí, casi todo es nuevo porque yo, por supuesto, no he leído las inmensas bibliotecas que se han escrito sobre su vida. Es posible que los especialistas de Bolívar sepan mucho de lo que fue su vida, pero el común de los ciudadanos, entre los cuales me cuento, no tenemos una información suficiente sobre él. Yo he querido hacer un libro personal, tratando de responder algunas preguntas que yo me hago sobre él.

¿Con qué Bolívar se encontró?

Con un Bolívar como símbolo del romanticismo de comienzos del siglo XIX, con Bolívar como discípulo de la Ilustración, como interlocutor de los filósofos de aquel tiempo, como aprendiz de la estrategia napoleónica, como inventor, de alguna manera, de la idea de la República en América, como viajero, como aventurero, como soñador, como seductor, como bailarín, como psicólogo y como aventurero; y el modo en que todas esas cosas se fusionaron para crear un personaje de una talla histórica asombrosa, inclusive a despecho de un continente que pocos ejemplos nos puede mostrar de tanta persistencia y de un pensamiento tan abarcador, capaz de conciliar los sueños con la realidad.

¿En qué radica su magnetismo para que grandes escritores le hayan dedicado un libro?

Hay algo que le fascina al arte y es que, como decía alguien, nadie se anima a celebrar a un triunfador. Es más propicio para el arte interrogar los fracasos. Y Bolívar cumple el ciclo completo. Es, en los comienzos, un gran soñador; en la mitad de su vida, un gran triunfador, y al final de su vida, un gran derrotado. Muchos de sus sueños de esfuman, muchos de sus seguidores lo abandonan o lo traicionan y, sin embargo, la grandeza de su sueño sigue viva. Entonces nos podemos permitir el lujo de admirarlo y de celebrarlo, sin sentir que estamos solamente celebrando a un héroe victorioso, a un guerrero triunfal, a un ser hecho de autoridad y de poder, sino también la fragilidad de un ser humano que en él también se encarnó.

¿En el contexto de los hombres libertarios e idealistas (Washington, San Martín, Miranda), en dónde lo ubicaría?

Bolívar es alguien que acunó desde muy temprano unos sueños muy grandes y muy altos. Pero además es un personaje que tiene la curiosa característica de que no se traza un sueño único sino que está como modificando, permanentemente su sueño, no en el sentido de cambiarlo sino en el sentido de ampliarlo. Yo le presto a este libro un epígrafe de unos versos de Rilke que dice: "Vivo mi vida en círculos abiertos que crecen sin cesar sobre las cosas" porque me parece que hay algo en Bolívar de ese espíritu del que siempre está viendo crecer sus sueños en el horizonte. A Bolívar lo derrotan en 1811, en la aventura de la Primera República venezolana, y cuando se levanta de esa derrota ya no quiere liberar a Venezuela sino que quiere derrotar a la Nueva Granada; cuando lo derrotan en la segunda república venezolana, en 1814, al levantarse de esa derrota en Jamaica, ya no quiere liberar solamente a Venezuela y a la Nueva Granada sino a todo el continente. Y cuando logra avanzar en ese sueño de Independencia, ya no quiere solo eso sino la unión de las naciones, un sueño aún más ambicioso. Entonces en eso es un personaje asombroso porque además era muy pertinente todo lo que él soñaba. Algunas cosas no estaban al alcance de las manos como otras, en realidad ni la Independencia estaba al alcance de su mano, lo logró más por su obstinación y por la capacidad de convencer a sus propios amigos, que porque fuera una tarea fácil. Fundar repúblicas en América era muchísimo más difícil que funda repúblicas en Europa, en aquellos tiempos. Entonces es alguien que siempre aspira a algo más de lo que es posible y eso es admirable.

¿Y en el contexto de los guerreros (César, Napoleón, Hitler), como estratega, dónde estaría?

Hay algo que cada vez admiran más los que documentan el tema, y es que hay una diferencia muy grande entre librar guerras en Europa y librar guerras en la América equinoccial, porque Europa es una especie de campo de batalla tonificado por el arte de la guerra desde hace dos mil años, en Europa, la estrategia militar se aprende en las academias y en los libros porque ya Julio César había descrito una parte de los movimientos que hay que hacer en un escenario como ese. Y hubo guerras y guerras y guerras, y generales y generales siguiendo esas estrategias y tácticas. Pero el escenario latinoamericano hacía mucho más difícil la guerra porque no era una guerra solamente contra los enemigos sino afrontando las enormes dificultades de la cordillera andina, de los llanos, de las ciénagas, de los páramos, de las borrascas, de los tigres, de una naturaleza demasiado viva y entonces no se puede medir con el mismo rasero la guerra europea donde en unas llanuras se concentran 50 mil hombres a estas selvas y ciénagas y estos montes americanos, donde era una temeridad enorme avanzar, en medio e grandes penalidades. Y por otro lado también está el hecho de que la importancia de una batalla no se mide por la cantidad de soldados que participen en ella ni por la cantidad de muertos que tenga, esa es una manera apocalíptica de mirar la historia; la importancia de una batalla se mide por la importancia de las consecuencias que obró esa batalla. Y la verdad es que Europa ha vivido muchas batallas que no han sido más que sangre y tragedia, pero que no han obrado modificaciones sustanciales en la historia, en tanto que una de Bolívar a veces con 2.500 hombres liberaba una nación entera.

¿Cómo separó la experiencia teatral de 'Bolívar, fragmentos de un sueño', con la literaria de 'En Buscar de Bolívar'?

El caso del trabajo de escribir el libro es un trabajo más trazado en mis propias obsesiones y en mis propias preguntas, en tanto que el ejercicio de trabajar para la obra es, en realidad, creación fundamentalmente de Omar Porras, para la cual yo aporté algunos textos, algunas reflexiones, algunas ideas.

En busca de Bolívar
William Ospina
Norma

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