El absorbente relato autobiográfico de Françoise Frenkel llega a España bendecido por el Nobel Patrick Modiano y tras ser la sensación literaria del 2015 en Francia
Portada/foto de Adolfo Ortega García. |
Documento de incautación de 1940 por la Gestapo del baúl de Françoise Frenkel, autora de Una librería en Berlín, que había depositado en un guardamuebles de París. |
Tienda judía, destrozada durante la Noche de los cristales rotos, en Berlín, en noviembre de 1938. /elperiodico.com |
Marcha nazi en la ocupación de París. |
Mientras vagaba por el Aviñón del régimen de Vichy, en la Francia ocupada por los nazis, Françoise Frenkel se topó con una anciana que le ofreció sidra fresca. Entró en su casa, llena de antigüedades, y se la sirvió “en una copa de oro y plata”, regalo de un papa de la ciudad a uno de sus señores. “Esa copa era bendita y tenía el poder de preservar a su propietario de la peste que causaba estragos. También la preservará a usted del enemigo”, le dijo la dama a la librera judía. Y quizá la magia funcionó, pues sobrevivió al nazismo y publicó en la editorial Jeheber su única obra conocida en la Suiza de 1945: el absorbente relato autobiográfico 'Una librería en Berlín' (Seix Barral), rescatado del olvido en un mercadillo de Niza en el 2010 y aupado y prologado en Francia por el Nobel Patrick Modiano, en una nueva edición, que ahora llega a España.
Con el título original de ‘Rien où poser sa tête’ (Ningún sitio donde descansar), por el prólogo de Frenkel sabemos que lo escribió entre 1943 y 1944 a orillas del lago de los Cuatro Cantones, en Suiza, donde se refugió de la persecución nazi tras lograr cruzar clandestinamente, al tercer intento, la frontera. Pocas cosas se saben de su vida tras ello, pero se supone que volvió a Niza, donde murió en 1975.
Ya desde la primera página se desvela letraherida desde niña (a los 16 años le encargó al carpintero una librería acristalada por los cuatro costados que colocó en medio de su cuarto en su casa, en Polonia, donde nació en 1889). Estudió en París y tuvo claro que sería librera, y lo fue, fundando la primera librería francesa de Berlín en 1921, La Maison du Livre. Y la convirtió en lugar de paso obligado para escritores como Gide, Colette, Maurois o Nabokov, ofreciendo conferencias, presentaciones, audiciones de discos...
NI UNA REFERENCIA A SU MARIDO
Modiano revela en el prólogo que, gracias a un estudio del 2005 de Corine Defrance sobre la librería, se sabe que Frenkel la dirigía con su marido, un tal Simon Raichenstein, de quien ella, misteriosamente, no dice una palabra en su libro. Él, judío ruso, huyó a Francia en 1933 y fue deportado en el convoy del 24 de julio de 1942 a Auschwitz, donde murió. Ella no dejó Berlín rumbo a París hasta 1939, ante la inminencia de la guerrra y la persecución judía, en alza desde las leyes de Núremberg de 1935 y, sobre todo, desde la Noche de los Cristales Rotos, en noviembre de 1938, de la que la librería se libró gracias a la Embajada francesa.
HIMNOS DE GUERRA Y ODIO
Pasó su última noche en Alemania "velando los libros", despidiéndose de ellos en la librería, donde ante "la agobiante atmósfera de los últimos años" sus clientes iban a "reposar su espíritu y respirar libremente". En el alféizar de su ventana, recuerda, se sentaban los “fanáticos” de las SA durante sus rondas nocturnas “entonando himnos que magnificaban la fuerza, la guerra, el odio, la venganza...”. “¡Qué noches de insomnio y de inquietud!”.
Gracias a la investigación de Modiano y a sus editores de Gallimard existen algunas pistas de Frenkel, de la que no parece haber fotos. Quizá las más llamativas son el recibo del guardamuebles de París donde consignó el baúl en el que guardó lo poco que pudo sacar de Berlín, con el sello de incautación de la Gestapo como “posesión judía”, y del que ella misma habla en su libro; el inventario de su contenido -piezas de ropa, efectos personales y dos máquinas de escribir- y la reclamación que tramitó tras la guerra: en 1960 fue indemnizada con 3.500 marcos.
"¿HACE FALTA SABER MÁS?"
A pesar de la curiosidad que despierta su figura, Modiano opina: “¿En realidad hace falta saber más? No lo creo”. Para él, “la gran singularidad de 'Una librería en Berlín' procede justamente de que no podamos identificar a su autora de una manera precisa (...) Ese testimonio de la vida de una mujer acorralada entre el sur de Francia y la Alta Saboya durante el periodo de la Ocupación es más impresionante cuanto más anónimo nos parece”.
Frenkel ofrece su testimonio “para que los muertos no sean olvidados” y lo dedica a “los hombres de buena voluntad que, con una valentía inagotable, opusieron la voluntad a la violencia y resistieron hasta el final”. Gentes, que pese a la mezquindad y el cinismo de tantos en la Francia de Vichy, donde “la propaganda alemana hizo estragos”, la ayudaron aunque eso significara poner en peligro su vida.
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