10.3.17

Constructora de paz desde las bibliotecas

Consuelo Gaitán es la directora de la Biblioteca Nacional. Junto con el Ministerio de Cultura lidera un programa que llevará literatura y tecnología a las zonas veredales para contribuir a la reinserción de excombatientes
Consuelo Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional de Colombia./Juan Manuel Vargas./elespectador.com

Llevan años instalando bibliotecas en zonas afectadas por el conflicto. ¿Por qué esta vez buscaron el apoyo de una ONG?
El Ministerio de Cultura tiene bibliotecas hechas en contenedores y fáciles de transportar. Sin embargo, las zonas destinadas al proceso de desmovilización de excombatientes son de muy difícil acceso. Para superar ese problema contactamos a la ONG francesa Bibliotecas Sin Fronteras, que creó bibliotecas móviles para utilizarlas en lugares con problemáticas de conflicto y de refugiados.
¿Por qué en las bibliotecas móviles prima el contenido digital?
Estas bibliotecas son un centro multimedia que se puede transportar en dos estibas. Aunque tienen cerca de 380 libros físicos, mantenerlas ligeras es fundamental, por eso traen más de 200 libros digitales, 17 tabletas, 15 lectores de libros digitales y cinco computadores. Adicionalmente tienen una planta eléctrica, internet inalámbrica y un sistema de cine con más de 30 películas.
Tener ayudas tecnológicas no implica que la gente las use. ¿Cuál será el papel de los bibliotecarios?
En este momento están seleccionados 20 bibliotecarios que van a usar toda la experiencia que han adquirido en los procesos de formación que reciben por parte de la Biblioteca Nacional. Ellos conocen las colecciones, saben cómo trabajar con los usuarios, incentivar la lectura en voz alta y, además, conocen las necesidades de cada tipo de población.
¿Cómo se financió el proyecto?
Junto con el Ministerio de Cultura invertirmos en las bibliotecas móviles US$2 millones que nos había donado Bill Gates. Con ese dinero adquirimos 20 bibliotecas que se instalarán en las zonas veredales para ayudar a quienes van a reintegrarse a la vida civil.
¿Cuál es la contribución de las bibliotecas a la paz?
Hoy existe al menos una biblioteca pública en cada municipio del país y creemos que cada una de ellas es fundamental para la construcción de ciudadanía y tejido social. Cuando comenzó el proceso de paz decidimos acompañarlo, porque creemos que quienes van a reintegrarse a la vida civil deben tener los mismos derechos y oportunidades que quienes ya disfrutan de ella.
¿Qué tipo de textos llevarán a las zonas veredales?
Hay documentos del Centro de Memoria Histórica, los acuerdos y algunas cosas del alto comisionado para la Paz. También hay manuales de agricultura sostenible o biotecnología enfocados en que los usuarios se puedan organizar, montar sus propios negocios o empezar a trabajar. Adicionalmente, hemos trabajado con el Cerlac para construir una colección de literatura.
¿Por qué la literatura es importante para la paz?
Creo que nosotros hemos trabajado durante 50 años en medio de las balas y del dolor de nuestros compatriotas. Tenemos que hacer un proceso de asimilación para entender por qué fuimos tan indiferentes a ese dolor. Entender las causas del conflicto es muy importante, y en ese trabajo de ir a la raíz, los escritores y los intelectuales son muy importantes.
¿La lectura aleja de la violencia?
Una de las cosas que nos mueven a actuar violentamente es el miedo. Muchas veces les tememos a los otros porque no los conocemos, y hay que admitir que desconocemos mucho de nuestros propios compatriotas. La literatura es el mejor medio para conocer diferentes formas de pensar y de vivir. Con esto no quiero decir que la literatura sirva para justificar la violencia, pero sí ayuda a aclarar mucho sus motivaciones.
¿Por qué es tan urgente pensar los motivos de la violencia?
Estamos en medio de un proceso de paz, pero si no garantizamos que las causas de los hechos dolorosos desaparezcan, todo se puede repetir. En ese sentido, las bibliotecas quieren ser un lugar de encuentro en el que todos pueden participar en la construcción de un país nuevo. Para lograrlo, el primer paso es fijarnos en nuestra propia indiferencia y reconciliarnos con nosotros mismos.
Su primer trabajo fue como asistente del director de la Biblioteca Nacional. ¿Cómo se siente al ocupar el puesto de su jefe?
No podía aspirar a tener un trabajo más emocionante. En el año 84 empecé a trabajar aquí y treinta años después tuve la suerte de ser nombrada directora de la institución. Es un trabajo que nos ha permitido crear una red de bibliotecas con los municipios y que nos permite empujar el talento que existe en las regiones.

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