4.8.11

El premio Rómulo Gallegos 2011 le fue entregado a Ricardo Piglia

Una frase suya define interiormente lo que es el escritor argentino Ricardo Piglia como artista de la palabra: "La literatura es una forma privada de la utopía"
El Rómulo Gallegos 2011 le fue entregado el martes a Ricardo Piglia.foto.fuentes:eltiempo.com,lainformacion.com

Piglia destaca ruptura con "la poética única" en América Latina

Arte de la soledad: construcción lenta y afinada de un lenguaje que permite instalar el paraíso de la ficción en la realidad.

Su novela 'Blanco nocturno', que será galardonada en Caracas, el próximo martes, con el premio Rómulo Gallegos, también fue exaltada ayer con el premio Hammett de novela negra, que se otorga en Gijón (España). 'Blanco nocturno' reconstruye una historia rural, en la que retoma a su personaje, el periodista Emilio Renzi.

Piglia es un escritor atípico en nuestros tiempos de escritura banal y abundante, que admiró de su compatriota Jorge Luis Borges la creación de textos cortos y esenciales, y que ha ejercido su legado con sobrado talento.

Según el colombiano Rafael Gutiérrez Girardot, Piglia es uno de los escritores que representa la figura del "poeta doctus" en la literatura hispanoamericana; un escritor que es exigente y a la vez tiene la imagen del creador literario: "No tanto por el saber acumulado, sino por la reflexión, es decir, la conciencia lúcida de sí mismo, de su tarea y de los medios y posibilidades con que puede expresar la una y realizar la otra".

De ahí el carácter de polígrafo del escritor argentino: narrador de novelas y cuentos, ensayista.

Desde su segunda novela, 'La ciudad ausente', ya despliega un ambiente que muestra a una Buenos Aires mestiza y con aires siniestros: una ciudad imbuida de conspiraciones y extraños acontecimientos.

Otra de sus vetas importantes, que ya se insinuaba en sus relatos cortos 'La invasión' y 'Nombre falso', es el género policial, que tiene su máxima expresión en la novela 'Plata quemada', de 1997, y ahora en 'Blanco nocturno'.

Piglia es un escritor multifacético que encontró en la novela policiaca una de sus fuentes e inspiraciones, tal vez influenciado por la lectura de Poe y los relatos acaecidos en los bajos fondos porteños de su compatriota Roberto Arlt. Y, además, por su experiencia como director de la 'Serie Negra', que editó a maestros del género como Dashiell Hammet, Raymond Chandler y Horace McCoy.

En 1980, publica 'Respiración artificial', una narración de corte político, en la que expresa la represión de la actividad cultural a la que es sometida Argentina por la dictadura militar.

En el ensayo, sobresalen sus libros 'Crítica y ficción' y 'El último lector', los cuales, además de ser un homenaje a los escritores que lo conmovieron, expresan una inmensa gratitud con el arte del lector, de aquel lector "cuya lectura es inactual y está siempre en el límite".

En su novela 'Prisión perpetua', la creación literaria está inmersa en la narración, como teoría y práctica, y en ella compara la ficción con "el fluir de la vida".

De allí, su sencillez y su grandeza.

La tradición de un premio

Este año, un jurado conformado por William Ospina, Carmen Bullosa y un funcionario venezolano eligieron la novela 'Blanco nocturno', de Ricardo PIiglia, como indiscutible ganadora del Premio Rómulo Gallegos en Venezuela. Se trata del tercer argentino en obtener este galardón, considerado como el más importante de Latinoamérica, después de Abel Posse y Mempo Giardinelli. El premio se otorga cada dos años desde 1967, siempre en la fecha del natalicio del autor venezolano más importante del siglo XX. Otros autores galardonados con esta distinción son Gabriel García Márquez, por 'Cien años de Soledad'; Mario Vargas Llosa, por 'La casa verde', y Carlos Fuentes, por 'Terra Nostra'. En su pasada edición, el premio le fue otorgado al colombiano William Ospina, por 'El país de la canela'. La novela de Piglia se impuso entre 194 obras de 17 países.

ALFONSO CARVAJAL


'En la literatura, el crimen sí se paga'


En Blanco nocturno, el libro de Ricardo Piglia premiado con el Rómulo Gallegos, el periodista Emilio Renzi, su personaje de varias novelas, llega como enviado de un diario capitalino a la historia, cuando ya el principal sospechoso está en la cárcel. A Piglia, más allá de resolver el crimen, le interesa qué podría suceder después de encontrar al asesino.

En esta novela usted empieza a mostrar al personaje desde adentro, para que el lector entienda la fuerza del golpe final...

He trabajado este método: poner toda la cuestión a disposición y trabajar con los sentimientos de los personajes. Las sensaciones de derrota y de nostalgia por otra vida muchas veces están mezcladas con situaciones más bien extremas. La historia empieza a girar alrededor de una familia y del pueblo, a mostrar qué tan ligados están a la situación. Porque no se trata de un criminal individual. El género policial tiende a organizar la resolución en términos de un asesino. Acá, se empieza a comprender que hay una red detrás del asesinato de Tony y del litigio por una fábrica.

¿Cómo es su relación con la novela policial?

Empecé a leerlas porque me interesaba su forma de investigación. Me gusta esa forma narrativa y me parece que el género permite una comprensión de una realidad social de forma más intensa que otras novelas, que tienen temas políticos, pero son superficiales.

¿Qué caminos ha descubierto en su recorrido por el género?

Tuve una primera etapa, centrada en los grandes detectives como Sherlock Holmes y muchos otros. Hacia los años 30, el centro se desplazó hacia el asesino como personaje intrigante. La narrativa policial contemporánea trabaja la idea de la víctima como centro de la historia. Patricia Highsmith, por ejemplo, está en la búsqueda de saber si la víctima lo es de verdad o si es objeto de una paranoia.
En la tradición nórdica trabajan con la idea de qué quiere decir ser perseguido y por qué nos sentimos amenazados.

¿Qué tanto se enmarca usted en estas corrientes?

Por supuesto, uno dice estas cosas, pero al escribir no se hace de forma tan clara. Nunca escribo novelas policiales en sentido puro. Plata quemada fue sobre un grupo violento que roba un banco y es acorralado en un departamento de Montevideo, se resiste a la Policía toda la noche y por fin quema el dinero robado. En ella quería saber si podía transmitir sentimientos y emociones de personajes tan extremos. En Blanco nocturno, lo policial está en el comisario Croce, pero me interesan más los personajes. Todas las novelas empiezan con los personajes.

Y terminó con un premio muy importante.

Ha sido una alegría; veo los premios como un reconocimiento al trabajo. En ese sentido, estoy contento por la tradición que tiene el Rómulo Gallegos. Es muy importante que América Latina mantenga esas tradiciones de reconocimientos.

El jurado dijo que premió la sabiduría literaria presente en su obra...

Han sido muy generosos. Después de tantos años, diría que la sabiduría de un escritor reside en la certeza sobre lo que no quiere escribir. De modo que la certidumbre de un escritor sería del orden del rechazo, de la negación. Sabemos con bastante claridad lo que no nos interesa, el resto, lo que sí queremos -o intentamos- escribir, es siempre incierto y confuso. Las novelas policiales nos gustan porque resuelven problemas que la realidad no resuelve. En ellas el crimen se paga, pero en la vida real no pasa. Tampoco en esta historia hay una clausura o una explicación que cierre todo el sentido.

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