Los dos escritores discuten sobre los nuevos argumentos literarios
Si todas las fantasías se hicieran realidad, montar en un ascensor con Gonçalo M. Tavares (Angola, 1970) y Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) sería una actividad de alto riesgo. Mientras la cabina inicia su descenso, los dos escritores, máquinas de buscar argumentos literarios, parecen mascullar algo sobre la posibilidad de que el aparato se quede detenido para siempre.
"Todo es factible de convertirse en literatura", según Tavares"Todo es factible de ser volcado en un libro, hasta la triste vida de algunos escritores. No hay nada tan tedioso como para no poder convertirse en literatura", había dicho poco antes Tavares, durante el coloquio que mantuvo con Vila-Matas en la librería Central del Museo Reina Sofía.
Para ilustrar su tesis, el escritor luso recurrió a un ejemplo con caparazón negro y antenas filiformes: "Una cucaracha trepando por un armario le sirvió de trama a Clarice Lispector. Su protagonista meditaba durante 100 páginas sobre la conveniencia o no de matarla. No me acuerdo de si la mató o no (risas), pero sí recuerdo que era un libro fabuloso. Una experiencia exterior insignificante, una cucaracha que avanza unos milímetros, se convierte en una experiencia interior fascinante. La literatura es la capacidad de transformar cualquier cosa en material literario", contó.
La doble vida de Tavares
A Tavares no le gustan los límites. Esta semana presenta Jerusalén (Mondadori), otro de sus "libros negros" sobre el mal, pero también escribe historias luminosas sobre un barrio literario imaginario, como El señor Brecht (Mondadori). "El dilema sobre Pasolini o Calvino, sobre literatura realista o artificial, es falso", dijo.
"Hay que escapar del vicio nacional de la línea fija", explicó Vila-MatasVila-Matas le siguió la corriente. "Jerusalén es uno de sus libros sólidos, los del barrio son sus libros líquidos, pero en ocasiones mezcla lo sólido con lo líquido. Hay que escapar de la neurosis de la línea fija, uno de nuestros vicios nacionales", contó en la que no sería su única pulla contra la industria: "La literatura portuguesa es más seria que la nuestra, debido quizás a que no forman parte de nuestro mercado".
Y siguió: "El otro día me preguntaron en un periódico italiano mi opinión sobre Ruiz Zafón y el extraordinario éxito de la literatura catalana en Italia. Les colgué el teléfono educadamente. La pregunta me recordó cuando llevaron a Borges a visitar las ruinas del Tercer Reich, y dijo: Yo he visto la catedral de Londres. Es decir, ustedes me enseñan unas ruinas, pero yo he visto cosas mejores. Si usted quiere hablar de literatura catalana, quizás le convenga conocer antes a otros escritores".
Para acabar la velada, tras salir del ascensor donde todo es posible, Tavares contó otras claves de Jerusalén. "Es una investigación sobre la locura. También los llamo los libros del reino, como oposición al barrio, un espacio amigable, donde todos se conocen y se sienten seguros. El reino es un espacio extenso, lleno de miedo, donde las personas no se conocen", dijo. "Cuando terminé de escribir Jerusalén estaba tan fatigado que sentí la necesidad de escribir otro libro irónico sobre el barrio". Todo con tal de no seguir la línea fija, como diría su amigobarcelonés.
publico.es
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