6.7.10

Envidias, venganzas y marketing de escritores, en charlas sin edulcorante

Partiparon, entre otros, Guillermo Martínez, César Aira y Enrique Vila-Matas. Un enviado especial de Revista Ñ cuenta la experiencia



Nada de rosas, petunias o margaritas. Aquí en Bogotá, los floreros transparentes que adornaron cada una de las mesas y rincones de la sede del Festival Malpensante estuvieron hasta el tope de ajíes. Rojos, verdes o amarillos. Y picantes, de ésos que llevan de apodo la mala palabra. Es una forma de resumir el espíritu de este encuentro cultural tan bien armado como políticamente incorrecto cuyo lema es "Pase bien, hable mal" y su logo un rojizo putaparió.

Organizado por la Casa Malpensante y la revista literaria del mismo nombre, la consigna de este festival de tres días -que en su edición 2010 convocó a más de 60 escritores, poetas, periodistas, músicos, historiadores y filósofos de varios rincones del planisferio-, es romper los moldes y condimentar las charlas, conferencias y debates con propuestas insólitas pero a la vez contundentes. La lista de nombres sugiere que el horno podía dar para bollos: estuvieron desde el español Enrique Vila-Matas, el peruano Fernando Ampuero, el argentino César Aira o el colombiano Oscar Collazos, entre otros, quienes desde el sábado hasta ayer se encolumnaron detrás de paneles con títulos provocadores como "Estadísticas inútiles o mentirosas", "El papel kaput", "Católica, apostólica, romana y ¿decadente?" o "El albacea abusivo". Nada de enunciados edulcorados o frases crípticas.

"No me dejan leer lo que había traído escrito. La consigna es hablar sin libreto", comentaba Guillermo Marínez minutos antes de participar el sábado junto con la chilena Alejandra Costamanga en una mesa destinada a desmenuzar si el éxito de Roberto Bolaño es genuinio o una estrategia de márketing editorial. El autor de Crímenes imperceptibles no necesitó machete para afirmar que lo de Bolaño ha sido producto de varios equívocos alrededor de su figura: "El primer equívoco es confundir su obra con lo que fue su vida. Se dice que fue innovador, pero su temática de escritores sobre escritores fue inaugurada por Henry James, y más acá tratada por autores como Sebald o Vila-Matas. Sus procedimientos también están en la literatura desde hace rato. Esto no quiere decir que no sea un gran escritor, porque lo es, pero no por las razones que se aducen". Asumiendo el desafío de venir del país de Bolaño para hablar de Bolaño, Costamagna reconoció que "el éxito de su obra en los Estados Unidos lo hizo sospechoso para algunos, porque entró en cierta institucionalidad".

Una hora antes, el peruano Fernando Ampuero había encandilado a su auditorio hablando de los decálogos literarios, esos recetarios de y para escritores que terminan apuntando siempre para el mismo lado. Luego de repasar y hasta "interpretar" con histrionismo los decálogos de autores como Onetti, Hemningway o Quiroga, Ampuero resumió el suyo, aunque aclaró que estos decálogos "no garantizan nada, porque la buena literatura es un milagro de hechiceros".

Una postal repetida antes del inicio de cada una de las mesas fue la de ver al público esperando... leyendo libros. Una escena envidiable que no fue excepción en el debate que invitaba a hablar, precisamente, sobre la envidia en la literatura. Luego de confesar algunas envidias privadas -"una profunda, seria y muy escondida por las personas flacas", se sinceró el venezolano Sergio Dahbar; "cuando era soltera y solitaria, enviadaba a los que tenían pareja e hijos; ahora que los tengo, envidio muchísimo a los solteros", reconoció la mexicana Guadalupe Nettel-, los panelistas arrugaron a la hora de dar nombres de contemporáneos.

Pero tiraron algunos ejemplos abstractos: "La envidia está presente en el mundo de los escritores y esconde una secreta ambición de justicia. Cuando un escritor cae, es como un orgasmo de la envidia", admitió Dahbar. "¿Por qué le dan la beca a ése que es tan malo, y no se dan cuenta de que ahí estoy yo, que soy mucho mejor?", simplifica uno de los casos típicos de envidia entre escritores según Nettel.

De la envidia a la venganza hay un paso, o un auditorio de distancia, en el caso de este Festival donde el asunto también fue excusa para un debate. César Aira reconoció que la literatura y la poesía están llenas de venganzas, pero en su caso ha descubierto que muchas de sus novelas contienen un homenaje a ciertos libros o autores que le dan una satisfacción tan intensa como puede darla la venganza. Menos diplomático, el chileno Matías Rivas admitió que su poema "Muletas" lo escribió para vengarse de otro escritor -con una cojera indisimulable- que le había robado una novia, con lo que descubrió que el odio es un gran estimulante para la literatura. A su lado, el colombiano Juan Gabriel Vázquez resumió las venganzas literarias con una carta que Samuel Johnson le escribió a un autor primerizo que lo había criticado: "Su libro es muy bueno y muy original, pero la parte que es buena no es original, y la parte que es original no es buena". La lista de venganzas ilustres consumió buena parte de lo que podría haber sido un intercambio más picante.

El domingo por la tarde, ante un auditorio repleto que sumaba más de 400 almas, Enrique Vila-Matas recorrió este y otros tópicos en una charla con su colega y amigo colombiano Oscar Collazos. El autor de Dublinescas contó que cuando comenzó a escribir había tomado la decisión de ser un "autor raro" para que la gente lo leyera, aunque sea por curiosidad. "Tomé como modelo a Gombrowicz -recordó-, no porque lo hubiese leído, sino porque en un viaje a Polonia vi una foto de él y me gustó ese estilo medio enigmático que tenía. Entonces lo imité durante años sin leerlo, hasta que en cierto momento me puse al día con su obra y advertí, sorpendido, que su rareza no tenía nada que ver con la mía".

Lo raro de este Festival Malpensante es que su espíritu desacartonado y provocador no haya tenido aún imitadores. Con lo entretenidas que son las palabras picantes entre escritores, una costumbre que -como los libros de papel- parece en vías de extinción .

Los administradores de la posteridad
"Cada caso es particular, sino tendemos a confundir a Yoko Ono con la viuda de Borges, y no tienen nada que ver", disparó de entrada Enrique Vila-Matas. El moderador Andrés Hoyos, rápido de reflejos, lo apuró: "¿Y a cuál prefieres?". "A Yoko Ono, porque un amigo que la conoce me dijo que es simpática", bromeó. En una mesa titulada "El albacea abusivo", era inevitable que el nombre de María Kodama saltara más tarde o más temprano y todos en la mesa dijeron que manejar la obra de Borges le correspondía a ella por derecho. "El tema de fondo es la relación que cada uno tiene con la posteridad. En vida nosotros mismos escribimos cosas que no nos gustan pero ahí están. Creo que no está mal que se de a conocer la obra que dejó un autor sin publicar", siguió Vila Matas. "En el Perú tenemos el caso de César Vallejo, cuya viuda fue calificada como 'viuda profesional'", contó el peruano Fernando Carvallo. Carvallo repasó la historia de Borges y Kodama, para concluir que nadie como ella tenía tanto derecho a ocuparse de la obra del autor de Ficciones como mejor le parezca. "Les recomiendo que le echen un vistazo al libro que hicieron juntos, Atlas. ¿Alguna vez vieron a Borges tan sonriente y feliz como al lado de esa mujer?".
Certifica.com Certifica.com

No hay comentarios: