Varias antologías y ensayos indagan en una nueva generación de poetas - Ninguneada por el mercado, la poesía ha encontrado sus formas de supervivencia
Ilustración de Sciammarella. fuente:elpais.com
En una realidad cada vez más arraigada en lo breve y fragmentario sólo era cuestión de tiempo que una nueva poesía irrumpiera con renovada fuerza. ¿Qué mejor que la poesía para tender el sutil puente que puede unir un pueril sms con toda una tradición literaria?
En los últimos días media docena de libros han puesto sobre el tapete literario los nuevos caminos y los nuevos nombres de los poetas españoles del presente y del futuro. No existe una bandera común, ni una tendencia única, ni un nombre generacional para agruparlos, ni siquiera ese innato parricidio estético al que aspira todo artista. Pero todo eso, por supuesto, también forma parte de su callada identidad.
"El corte estético con la generación anterior es muy brusco", asegura Luis Antonio de Villena, autor de la antología La inteligencia y el hacha (Visor). "Pero como no ha habido una pelea literaria nadie ha reparado en ellos como generación. Son plurales, como lo son todas, pero un sector importante coincide en una poesía irracionalista que pretende ser una reflexión sobre la realidad, la materia y la vida".
Villena -que insiste en que su libro ofrece una mirada panorámica y no crítica de los poetas de 2000- añade otra peculiaridad: se trata de una generación que todavía no ha logrado un gran libro pero que sin embargo ya tiene unos cuantos intentando explicarla. De Juan Antonio González Iglesias a Luis Muñoz, Andrés Neuman, Elena Medel, Antonio Lucas, Isabel Pérez Montalbán, Javier Vela, Balbina Prior, Javier Rodríguez Marcos o Rafael Espejo, el libro refleja una generación distinta a la de los ochenta pero que de alguna manera entronca con los Novísimos. "Pero no nos engañemos, y citando a Octavio Paz, la poesía sigue siendo un rito de las catacumbas. Quizá muchos poetas han aceptado el territorio de las minorías y no les importa ser sólo leídos por unos pocos fervorosos, pero la realidad de la poesía es precaria y terrible en una sociedad que ha impuesto los valores de mercado sobre los de la cultura. Este es un país singular en el que se produce mucha cultura y se consume muy poca y la poesía la leen cuatro gatos y para ser publicada está condenada a las antologías y los premios".
El caso es que, arrojada del mercado, la poesía -según apunta el ensayo Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes, de Martín Rodríguez-Gaona (Caballo de Troya)- se ha vuelto "promiscua, disponible y viajera" e invade por ello "las nuevas geografías virtuales". Un ciberactivismo literario que, aunque no se sabe adonde va, al menos va dos pasos por delante. La manera de recogerse el pelo. Generación Blogger (Bartleby Editores) reúne la obra de 13 mujeres poeta. El asturiano David González, autor de la antología, las leyó o descubrió por primera vez en Internet, en un blog o en una revista digital.
Para Antonio Jiménez Morato, encargado de Poesía en mutación (Alpha Mini), algo está cambiando. "Quizá no estamos viviendo una revolución necesaria, no presenciamos el asalto de las generaciones anteriores, pero sin duda estamos ante una significativa mutación". Su libro reúne a siete autores nacidos después de 1975 y criados en democracia: Martín López-Vega, Carlos Pardo, Sandra Santana, Ana Gorría, Fruela Fernández, Teresa Soto González y, otra vez Elena Medel. Nacida en Córdoba en 1985, escribe: "Tú y yo en los demás: libran a la manzana de su / piel. Más hermosos cuando estamos a solas". "Yo busco las preguntas en lo cotidiano", explica la poetisa. "Nunca sé si lo que veo fuera es una proyección de mí misma o si soy yo una proyección de lo que veo. El caso es que he pasado de la autobiografía a escribir sobre los demás". Medel (una de las impulsoras de la web labellavarsovia) habla con optimismo de Internet y de las redes sociales para captar nuevos lectores. "Pero Internet es un espejismo, cultura marginal que no se refleja en ventas", asegura Villena.
En este sentido, el poema de González Iglesias La canción del verano suena más que la Eneida -que recoge el libro Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia, de Ángel L. Prieto de Paula (Calambur)- apunta: "La canción del verano suena más que la Eneida / y en vano -Cioran dice- busca Occidente una / forma de agonía digna de su pasado. / Pero así están las cosas, y no tienen / vuelta / ni las generaciones ni las hojas / de los hombres. / Tristeza de saber que no regresaremos / a la ternura, la serenidad, / al fulgor de Virgilio. / Aquel verano / bailábamos oscuros bajo la noche sola".
Derrotistas o no, cuando el debate entre los jóvenes novelistas está entre si son escritores abeja (esos que se alimentan de distintas flores) o escritores araña (esos que sacan de sí mismos, de su estómago, el hilo que tejen) la poesía se mantiene extrañamente en pie con todo su poder de insecto híbrido.
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