Cuatro años después del escándalo en torno a Bolivia Construcciones, Di Nucci publica su segunda novela, Grandeza Boliviana. Apelando al mismo seudónimo (Bruno Morales) retrata el mismo universo: el de los migrantes bolivianos que viven en la Argentina
fuente: Revista Ñ
Es un sábado de fines de abril. Sergio Di Nucci camina rápido por la avenida Bonorino en el Bajo Flores. Lleva en la mano una botella de agua mineral acaba de comprar en un almacén. Todavía está en el sector coreano. Para la Boronino boliviana, esa que mezcla puestos de comida humeante, feria de verduras, autos destartalados y en la que él se mueve como un local, todavía faltan un par de cuadras más.
Di Nucci conoció el lugar por casualidad en 1996 y desde entonces siente una ligazón con su gente ("Me gusta la disciplina de los bolivianos, su ética de trabajo. Y la forma en que festejan, con la misma energía con la que trabajan", dice). Tan fuerte es este vínculo que se inventó un nombre boliviano (Bruno Morales) con el que ya escribió dos novelas sobre las aventuras de un chico que viaja de Potosí a Buenos Aires para trabajar en el rubro de la construcción y prepara una tercera, en la que vuelve atrás y retrata cómo era la vida de este chico en Bolivia antes de subirse al micro junto a su tío Quispe.
Apasionado de la cultura y de la culinaria boliviana, Di Nucci también viaja. Dos o tres veces por año se va a Bolivia a visitar amigos y otras tantas recorre en bicicleta el trayecto que une su casa en Barracas con la villa 1-11-14 sólo para tomar una sopa de maní, uno de los platos más baratos que existen, a 3 pesos. Este sábado, sin embargo, ya no queda más de su sopa favorita y Di Nucci elige en reemplazo una sopa de fideos, condimentada con cilantro y carne de cerdo mezclada entre el caldo.
La entrevista está pautada para hablar sobre su último libro Grandeza Boliviana (Eterna Cadencia, 2010), pero las referencias a lo que pasó con el anterior, Bolivia Construcciones (Sudamericana, 2007), y el supuesto plagio a la novela Nada, de la catalana Carmen Laforet, surgirán inevitablemente.
-¿Cuánto tiempo te llevó escribir Grandeza Boliviana?
Dos años, uno y medio
-¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Cuándo escribís, en qué momentos?
-No tengo mucha disciplina. No soy un escritor profesional que se sienta a escribir a determinadas horas. Escribo cuando tengo ganas y tiempo. Cuando estoy entusiasmado por contar experiencias que acabo de vivir. Trabajo de traductor, de periodista, pero no diría que soy escritor. Tampoco aspiro a serlo.
- Elegiste el seudónimo Bruno Morales para que te lean los bolivianos: ¿Lo lograste?
-Uno de los elogios más lindos que recibí es de una boliviana que dijo que encontraba verosímil las cosas que yo escribía.
Di Nucci habla como escribe: breve, sintético, buscando rápido el punto final, el cierre de un capítulo. Al menos cuando hay una cámara filmándolo. En un momento, la charla deriva hacia los escritores franceses que le gustan (es docente de la Literatura Francesa en la Universidad de Buenos Aires). Se declara admirador de Balzac y Stendhal, en cambio, dice que no le gusta Flaubert. De los contemporáneos, prefiere a Michel Houellebecq. "Una de las cosas que admiro de los escritores clásicos franceses es su desprecio por la originalidad. En algún punto somos herederos de los románticos: la exaltación de la figura del escritor tortuoso, la insistencia con la originalidad son todos valores románticos".
Justamente, el tema de la originalidad y la intertextualidad estuvo en la base de la discusión en torno a su primer libro, Bolivia Construcciones. Algunos, entre ellos el escritor Gustavo Nielsen, dijeron que transcribir 30 páginas de forma literal y sin aclarar la fuente era "un robo"; los de la vereda de enfrente, en cambio, contestaron que lo que había hecho equivalía a lo que en música se llama sampleo. Como en declaraciones anteriores, Di Nucci insiste en que no tenía sentido poner notas a pie diciendo "esto está tomado de Nada" porque hubiera entorpecido la lectura de aquellos que no habían leído esa novela. Pero no está conforme con la respuesta. Y pide ampliarla por escrito.
Entonces, por mail, unos días después de ese sábado de abril, van a algunas preguntas más:
-A tres años de la discusión que se armó en torno a Bolivia Construcciones, ¿que tenés para agregar sobre el tema?
- Tal como decís, el debate se generó en torno a la novela, y no sobre la novela. Si el Premio de novela La Nación-Sudamericana 2006 lo hubiera ganado otro, tal vez yo habría seguido los debates con interés, y aun participado en ellos. Que una parte de la crítica académica se interesara en la novela, la defendiera o, menos taxativamente, reconociera la legitimidad literaria de los usos y costumbres seguidos para escribirla, fue sin duda tranquilizador, pero eso no implica, necesariamente, un juicio de valor sobre Bolivia Construcciones . Lo mismo vale para quienes impugnaron esos mismos hábitos literarios.
-¿Volverías a presentar una novela en un concurso grande?
-¿Por qué no? Si lo hiciera, sería nuevamente con el propósito de donar el monto del premio.
-¿Sabías que tarde o temprano saltaría alguien a gritar ¡plagio!?, ¿lo estabas esperando?
- Jamás pensé en eso, lo cual acaso revela los severos límites de mi imaginación.
-Dijiste que no hay un sólo párrafo de Grandeza Boliviana que no haga alusión a otros textos, ¿podría pasar con Grandeza Boliviana lo mismo que pasó con Bolivia Construcciones?
-Si te referís a si la novela alude a otros textos, podría decirte que no hay pasaje alguno -–en el extremo, oración alguna- sin alusiones. La naturaleza de cada alusión es diversa –-las hay literarias, políticas, teológicas--, pero prefiero abstenerme de señalarlas. No creo que el autor deba ser su propio crítico, ni ofrecer visitas guiadas por la obra. Como sea, en todos los casos procuré que no entorpecieran la fluidez de la trama ni tiñeran de erudición libresca escenarios, situaciones y personajes del presente inmediato. Me gustaría pensar que Grandeza Boliviana puede ser leída y disfrutada por lectores de distinta índole. Por decirlo de algún modo, su lector ideal es para mí el lector común, esa entelequia que, según el Dr Johnson en su elogio (llamémoslo así) de Gray, se abstiene de "las corrupciones de los prejuicios literarios, los refinamientos de la sutileza, y los dogmatismos de la erudición". Aunque el otro lector, corrupto, dogmático, hipócrita, sea mi semejante, mi hermano.Di Nucci BásicoNació en la Argentina en 1974. Trabaja como periodista y traductor. En 2006 ganó el premio La Nación-Sudamericana con Bolivia Construcciones, pero pocos meses después el jurado compuesto por Tomás Eloy Martínez, Luis Chitarroni, Carlos Fuentes, Griselda Gambaro y Hugo Beccacece revocó el fallo del certamen alegando que existían una serie de similitudes entre el texto presentado por Di Nucci y la novela Nada, de la escritora catalana Carmen Laforet, publicada en 1944. En especial entre las páginas 167 y 200. "En el caso de Bolivia Construcciones, los fragmentos de Nada, incluidos con mínimos retoques, no significan una reescritura. La novela avanza, las situaciones siguen porque Carmen Laforet las aporta", dijeron en ese momento.
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