13.5.14

Desmontando a Kafka

 Casi 90 años después de su muerte, Kafka sigue siendo un enigma en muchos aspectos. Reiner Stach ha escrito tres volúmenes para desvelar la verdadera personalidad del autor
Franz Kafka, autor de La metamorfosis./elmundo.es

Al despertar el escritor Reiner Stach una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en el autor de una biografía de Franz Kafka que supone un hito para la historiografía de la literatura. A él mismo le cuesta explicarse por qué dedicó 18 años de su vida al empeño de redactar una obra monumental con un afán enciclopédico sobre el autor de 'La metamorfosis'. "Si pones al lector ante un texto como éste, de 2.000 páginas, lo menos que puedes intentar es que le resulte agradable y atractivo. Hay que facilitar la lectura para que sienta la motivación de llegar hasta el final sin perder interés". Y confiesa al mismo tiempo que ha empezado a sentir el alivio que caracteriza al escritor que acaba de entregar un manuscrito que le ha llevado a rebuscar entre archivos y legajos para mostrar al mundo una imagen más real del enigmático genio checo.
Fue hace pocos días, a finales de abril, cuando escribió la última palabra del tercer tomo, 'Los años jóvenes', que será publicado en septiembre en Alemania por la editorial Fischer Verlag.
Una de las conclusiones más llamativas de esta biografía pantagruélica es que, debidamente contextualizado, el universo kafkiano es al menos tan humorístico y tierno como angustioso y absurdo, que es como lo define la Real Academia Española. "El cliché de Kafka es más conocido que los libros de Kafka. Es su peor enemigo. Habla de miedo, de pesadilla. Pero en su obra hay una gran dimensión humorística poco reconocida. 'El Proceso', por ejemplo, contiene pasajes verdaderamente cómicos, escribe desde una distancia crítica y humorística muy valiosa. 'La metamorfosis' tiene también un componente cómico muy importante, incluso en los pasajes más duros. Es un tópico infundado pensar en él como un funcionario amargado", subraya el biógrafo.
Stach también ha descubierto la faceta de luchador de clase que desarrolló a través de su trabajo, Brotjob, como lo llamaba su padre por tratarse solamente de un medio de ganarse la vida, pero que terminó proporcionándole los temas clave para su obra. "Como vendedor de seguros hizo muchos viajes comerciales en los que su objetivo era convencer a los empresarios de la conveniencia de que los trabajadores estuviesen asegurados y lo hacía desde una firme convicción", relata. "Tuvo que hablar con abogados, mostrar sus competencias, convencer a los clientes, no fue un hombre tímido, atormentado o metido en sí mismo", aclara, al tiempo que justifica la elección del formato de novela en tercera persona, pero sin inventar un solo dato. "He asumido el rol de observador estricto, he estudiado a fondo cómo organizó su vida, qué acontecimientos fue encontrando en ella y cómo reaccionó ante ellos, y creo que en ese sentido he abierto un poco la perspectiva del trabajo de Klaus Wagenbach" ('Kafka', Alianza, 1981), comenta.
Se refiere a su obsesión por estudiar su entorno, su día a día, la sociedad en la que vivía, el papel que jugaban los hombres, las mujeres, los niños, la autoridad, la violencia, el cambio, sin recurrir directamente a la psicología. Stach se centra en sus reacciones a hechos como el trato a los judíos, la orientación sexual, la literatura, la burocracia, para proceder indirectamente a caracterizar a Kafka y desvelar su personalidad. A mediados de los 90, cuando surgió lo que Stach denomina como el Proyecto Kafka, se encontró con una avalancha de literatura secundaria, fundamentalmente interpretaciones de su obra, pero muy pocos intentos serios biográficos.

El Kafka visceral

Tras comenzar el proceso de documentación y establecer que serían tres tomos, se enfrentó a dos cuestiones irremediablemente ligadas a una biografía de calidad. "No era plausible escribir la biografía que quería y al mismo tiempo permanecer activo profesionalmente. Por ello, tenía que encontrar financiación. La segunda era una cuestión existencial, ya que estaba ante un proyecto muy a largo plazo y determinante en mi vida". Esta reflexión le acabaría llevando a cambiar de editorial para evitar las tentaciones de firmar una obra más y disponer de las condiciones necesarias para escribir una biografía que no está al alcance de cualquier editor.
En este sentido y aunque reconoce haber desarrollado una gran empatía con Kafka hasta identificarse con el autor checo, Stach demuestra un alto grado de racionalidad y organización a la alemana en su trabajo, en contraposición a Kafka, que "tomaba las decisiones de forma visceral". "Puede llegar a conocerse bien a una persona por su forma de decidir y, en el caso de Kafka, rara vez tomaba una decisión consciente y meditada. Sí lo hacía respecto a algo que no quería que sucediera más, pero en el resto de situaciones dejaba que decidiera la vida. No supo optar, por ejemplo, entre el matrimonio o la literatura y, finalmente, fue la enfermedad, el diagnóstico de tuberculosis, la que decidió por él", apunta su biógrafo.
Reconoce también que tuvo que invertir enormes cantidades de tiempo y recorrer diversos escenarios para investigar las circunstancias de su existencia y averiguar exactamente qué ideas pasaron por su cabeza. Así, además de una extraordinariamente pormenorizada descripción de la Praga de entonces, documentada con exhaustivas lecturas de hemeroteca, reconstruye aquel entorno físico y psicológico. "He descubierto que en la misma calle de Kafka hubo agresiones a judíos, que el colegio en que estudió fue atacado y destruido. Es evidente que la cuestión del antisemitismo no era una charla de café, sino un tema presente en el debate intelectual del momento", argumenta, intentando meterse en la piel de alguien en esa situación.
"Si escribo sobre el maratón, yo mismo me hago corredor de maratón. Sólo así es posible identificar las ideas que pasan por la cabeza de una persona que corre esa prueba. Y escribir esta biografía ha tenido bastante que ver con un maratón. A lo largo del camino, en muchos momentos pensé que no podría llegar a la meta, pero la clave está en no tratar de abarcar la obra entera, sino centrarse en la etapa que en ese momento se está recorriendo", explica.

El niño y la mendiga

El tercer tomo se ocupa de la parte más difícil de documentar, su infancia y primera juventud, y han resultado muy útiles los testimonios de terceras personas sobre recuerdos referidos por el propio Kafka. Milena Jesenská, que fue novia de Kafka, cuenta que leyó en uno de sus diarios que, de muchacho, su madre le dio un día una moneda de un secherl. Jamás había poseído antes un secherl y constituyó para él un gran acontecimiento. En la calle se encontró con una mendiga que le impresionó y sintió el impulso de regalarle su moneda. Pero, consciente de que podrían acusarla de robo, cambió el secherl y entregó un kreuzer a la mendiga. Después dio toda una vuelta a la manzana antes de entregarle un segundo kreuzer, y así 10 veces. Concluida su hazaña, estalló en sollozos.
Stach se ha ocupado intensamente con las memorias de todo aquel que pudo haber conocido a Kafka en Praga y ha dejado en evidencia que, aunque su mundo ya no existe, hay testimonios que permiten reconstruirlo con bastante exactitud. Precisión absoluta en cada afirmación vertida y en la expresión de las mismas son, por tanto, las características de la marca Stach, a quien agrada cierta identificación con el estilo literario del biografiado. Su idea es que la 'kafkología', la mitología alrededor del escritor, tiene su propio discurso, a menudo totalmente desligado de la realidad. Por eso ha sido necesaria una obra titánica para hacer prevalecer a Kafka sobre el personaje que los estereotipos habían fabricado sobre él.
"Muchos lectores de los dos primeros tomos se me han acercado para felicitarme porque, leyéndolos, han sentido como si hubieran estado allí, como si hubieran visto a Kafka con sus propios ojos, y a mí eso me halaga. Pero me parece muy importante no perder de vista que, en realidad, ninguno de nosotros estuvo allí. Es necesario mantener siempre un mínimo de distancia crítica", señala en contra de la moda de la omnisciencia en la biografía.
Su confesión a Sabine Küchler, en 'Deutschlandfunk', de que la última página había sido ya entregada a la editorial ha removido las entrañas del mercado editorial alemán, que espera con fruición la tercera entrega, tras 'Los años de las decisiones' (2002) y 'Los años del conocimiento' (2008). El hecho de que el 3 de junio se cumpla el 90 aniversario de su muerte ha impulsado al escaparate de las librerías centroeuropeas varias obras relacionadas con la biografía de Kafka, entre las que destaca el libro de Kathi Diamant titulado 'Dora Diamant, el último amor de Kafka', pero ninguno ha conseguido despertar tanta admiración y expectación como la obra faraónica de Stach, que sirve de referencia al resto.
Debido al compromiso con Fischer, le es imposible adelantar todavía nada sobre el contenido de este tercer tomo, pero sí se puede anticipar que el libro termina con una frase que le dijo a Kafka una mujer, que le preguntó con gran curiosidad: "Pero usted, ¿sobre qué escribe exactamente".

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