14.7.12

Hablemos de libros

Esta edición necesaria pero confusa ofrece como punto alto los informes de lectura de Bazlen para editores italianos

BAZLEN. Aunque intentó escribir una novela, su actitud frente a la creación literaria era pesimista. foto.fuente: Revista Ñ.

Roberto Bazlen fue, según cuenta la leyenda, uno de los lectores más exquisitos del siglo XX. Pero nunca escribió un libro. Y sin embargo, acá tenemos un libro de Roberto Bazlen. ¿De dónde viene? ¿Qué es? ¿Como llegó a la luz? ¿Por qué deberíamos leerlo? Bazlen (1902-1965), aparte de ser legendario, era profundamente contradictorio. Alegaba que ya no era posible escribir libros, por que ya todo estaba escrito. Y sin embargo, una de las principales labores de su vida era recomendar nuevos libros europeos y estadounidenses para ser publicados en italiano. 45 de sus cartas a amigos editores se pueden leer en Roberto Bazlen: Informes de lectura / Cartas a Montale, recién editado en Argentina por La bestia equilátera. Las cartas se leen con placer por su desconcertante sinceridad y porque se tratan de primeras lecturas de texto que terminaron siendo canónicos en la literatura del Siglo XX. Bazlen cuenta allí si un libro lo aburrió, si es malo pero de un buen escritor, si es una fantochada pero igualmente piensa que se podrá vender. Los informes están repletos de amenas frases enigmáticas como “algún día tendré que declarar mi fracaso como lector de novelas” o “Nerval y Rimbaud se volvieron inteligibles gracias a los tratados iniciáticos y alquimistas de tercer orden”.
La segunda parte de esta edición argentina consta de 28 cartas escritas al gran poeta italiano, Eugenio Montale, entre 1925 y 1930. Francamente, no son muy interesantes. La gran falencia de esta edición es que no asiste el lector para conocer al enigma y la importancia de Bazlen. El ensayo introductorio, por ejemplo, está firmado por “Sergio Solmi”. ¿Quién es Sergio Solmi? ¿Cuándo fue escrito ese texto que se presenta como prólogo? ¿Fue escrito específicamente para esta edición? Y si fue para una edición italiana, ¿para cuál? Y ya que estamos: ¿qué es exactamente este libro que ahora tenemos acá en Argentina? ¿Qué porcentaje de la obra total póstuma publicada de Bazlen representa? Ninguna de estas preguntas están disponibles dentro del volumen mismo. Y, por consecuencia, esta edición no puede responder satisfactoriamente a las preguntas hechas al principio de esta reseña.
Por más que aseguraba que ya no se podía escribir, Bazlen intentó escribir una novela (titulada Der Kapitän). Ese manuscrito, junto con sus cuadernos, papeles sueltos y correspondencia, fueron meticulosamente preservados por el mismo Bazlen, aunque –como Kafka a su amigo Max Brod– rogaba que se destruyeran después de su muerte. El prólogo de Solmi dice que “el cuidado con que conservaba sus cuadernos y dibujos, a pesar de su intención manifiesta de destruirlos antes de morir, también podría hacernos pensar que existía otra intención...”.
El Max Brod de Bazlen terminó siendo Roberto Calasso, que coleccionó su escritos póstumos en 1984 y los tituló Scritti. Este volumen también incluye un segmento titulado Nota senza testo, que son fragmentos que según Katia Pizzi (en un libro sobre la identidad literaria de Trieste) revelan de Bazlen “su nihilismo solipsista, su antireligiosidad y su preferencia por el caos”. Según Pizzi, para Bazlen “escribir trabajos originales es una tarea imposible en un mundo en el cual cada volumen imaginable ya se ha publicado, a tal punto que lo único que le queda al intelectual es resumir, comentar y coleccionar fragmentos de interpretaciones...” .
Indudablemente Roberto Bazlen es una figura importante, aunque marginal, de la literatura del siglo XX. Con una solida introducción esta edición hubiera sido una joya. Como está, resulta ser un fragmento un poco confuso.

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