15.10.10

Historia de la eternidad borgeana

Dos investigadores recuperaron las clases de Literatura inglesa que Borges dictó en la UBA y las publicaron en Un libro que devuelve al presente su exquisita oralidad

Historia de la eternidad borgeana.foto.fuente: Revista Ñ

Antes de hablar de la 'Oda de Brunanburh' habría que hablar de esta batalla, que según el poema fue una de las más sangrientas y largas que se libraron en Inglaterra durante la Edad Media, ya que empezó al amanecer y duró todo el día hasta el ocaso, lo cual es muy largo para una batalla de la Edad Media. Pensemos en nuestra famosa batalla de Junín, que duró tres cuartos de hora." Así hablaba Jorge Luis Borges a sus alumnos de la Universidad Nacional de Buenos Aires al explicarles el contexto de una pieza épica anglosajona. Frente a la clase de Literatura inglesa se ajustaba al programa de estudios sin privarse de enriquecerlo gracias a su inmensa cultura y una innata capacidad pedagógica para mover a sus alumnos de lo cercano a lo lejano, del presente al pasado, de la anécdota en apariencia caprichosa al sentido profundo de una pieza literaria.

Borges profesor , el único libro que revela su paso por la docencia, acaba de ser reeditado por Emecé luego de años de ser una pieza inconseguible. Su origen fue la transcripción de grabaciones magnetofónicas hechas por sus alumnos en 1966. Llegaron a manos de Martín Hadis y Martín Arias, quienes se encontraron ante el desafío fabuloso de corregir e interpretar los errores de la transcripción original (por ejemplo, Dr. Jeckill, el personaje de la genial novela de Stevenson, aparecía alternativamente como "Jaquil" o "Shakel", mientras que Berkeley se transformaba en un tal "Bartle"). Pero estos errores, resultado del apuro y la despreocupación estudiantil, no deterioraron parte de lo que hace tan cautivante al libro: la preservación de la oralidad de Borges. La transcripción fue de hecho tan literal, que su voz conservó el tono, los latiguillos, las preguntas en voz alta, las interpelaciones, en fin, esa intensa comunicación que logró con sus estudiantes, aun cuando no podía verlos.

Pero aparte de la corrección de nominaciones, el gran trabajo de hormiga de Arias y Hadis fue seguirle el hilo a Borges; encontrar sus innumerables referencias (varias de ellas en inglés antiguo) y dárselas al lector a través de detalladas notas a pie de página. La formación de ambos fue crucial en esto. Arias, quien hoy reside en Barcelona, es licenciado en Literatura y traductor literario; Hadis se licenció en sistemas, estudió literatura germánica medieval en Harvard y ahora está terminando su máster en antropología aplicada por la Universidad de North Texas. Es un apasionado de los idiomas y de Borges y publicó Literatos y excéntricos. Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges en 2006, además de un gran número de artículos. La transcripción original cayó, pues, en buenas manos.

"Creo que en Borges está patente el extrañamiento, que nos sacude de la realidad que damos por hecha, y nos hace entender que todo, absolutamente todo, es digno de curiosidad, de sorpresa", dice Martín Hadis. Para él, la educación que recibió Borges y su inagotable pasión por aprender le dieron una perspectiva temporal y espacial privilegiada; una conciencia extraordinaria de las diferentes configuraciones del mundo a lo largo de la historia. Y una arista fascinante de Borges como profesor es justamente llamar la atención de sus alumnos hacia detalles que difícilmente hubieran descubierto solos, y que a veces no hacen tanto al sentido de la pieza literaria como a la concepción del mundo de quienes la habían creado.

Por caso, en la cuarta clase de las veinticinco que reúne el libro, Borges se detiene en los colores en la poesía escandinava y celta. En la primera "se habla de la nieve hartas veces, pero no se dice nunca que la nieve es blanca. Se habla de la sangre, y no se dice nunca que es roja". En la poesía celta, en cambio, "cada vez que se habla de una mujer, se habla de su cuerpo blanco, de su pelo de oro o color fuego, de sus labios rojos." Y concluye: "es decir, los celtas vivían en un mundo visual; los escandinavos no." "Lo que Borges busca como profesor" escribe Arias en la introducción al libro, "más que calificar a los estudiantes, es entusiasmarlos y llevarlos a la lectura de las obras y al descubrimiento de los escritores".

Así por ejemplo, en la culminación de su clase sobre Charles Dickens, sugiere a sus alumnos un determinado orden para leerlo: "Quizá la mejor novela para trabar conocimiento con Dickens, ese conocimiento que puede ser precioso en nuestra vida, sea la novela autobiográfica David Copperfield ". Aconseja seguir por Los papeles póstumos del Club Pickwick y Martin Chzuzzlewit . "Pero la verdad", termina Borges, "es que haber leído algunas páginas de Dickens, haberse resignado a ciertas malas costumbres suyas, su sentimentalismo, sus personajes melodramáticos, es haber encontrado un amigo para toda la vida".

A la vez que recuperaba la existencia de los autores, desmitificándolos, humanizándolos, Borges construía puentes entre lo que sus estudiantes conocían y podían conocer, sentían y podían sentir, entre lo vivido y lo por vivir. En su clase sobre Samuel Johnson, por ejemplo, dice: "más tarde en una librería ocurrió algo que sin duda no fue importante para él en el momento. Generalmente los hechos importantes de nuestra vida son triviales cuando ocurren. Llegan a ser importantes después".

Y posiblemente los alumnos hayan olvidado nombres y fechas al llegar a casa, pero no la afirmación personal de Jorge Luis Borges, cuya esencia como educador puede resumirse en su famosa frase: "La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, y no se puede obligar a nadie a ser feliz".

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