18.5.09

Chávez contra los medios

Por: Juan Gabriel Vásquez

APENAS UNOS DÍAS DESPUÉS DE que Uribe completara su enésima agresión a la prensa en la BBC, Chávez lanzaba la suya, sin duda para no quedarse atrás.


Las agresiones son distintas en tono y en empaque, pero yo no me voy a poner a hacer esa triste comparación ni a preferir una forma de autoritarismo a otra. Oyéndolo insultar a presidentes extranjeros o a opositores nacionales, a embajadores de allá o a sacerdotes de acá, los chavistas se han alegrado muchas veces de que su comandante sea un tipo “que no acepta lecciones”, y no se han dado cuenta de que por ahí se va muy rápido a ser un tipo que no acepta elecciones. Pero eso tal vez sea harina de otro costal: la de éste tiene que ver con el ultimátum que ha lanzado el comandante a la cadena Globovisión. La amenaza de cierre, en otras palabras. “Burgueses, pitiyanquis, pónganse a creer en que yo no me atrevo”, les espetó. Pero en esto Chávez se equivoca: no hay nadie, absolutamente nadie, que crea que no se atreve.

Los periódicos y los noticieros hablan de un terremoto. Que Globovisión informó, que no informó, que dio una escala de Richter antes que el Gobierno diera la suya, que esto, que lo otro. De ahí, de ese episodio confuso o por lo menos risible, se han agarrado las autoridades de Conatel para acusar a la cadena de incitar a la alarma y abrirle un expediente como consecuencia. A los chavistas les gusta el verbo incitar, y en televisión Chávez fue más directo: estas televisoras, estaciones de radio y prensa escrita, dijo, “están incitando al odio todos los días”. Y qué quieren ustedes: la acusación es para morirse de la risa, saliendo como sale de un orador que ha hablado en cadena pública de sacar los tanques de guerra y de lo lista que está su fuerza aérea. ¿Para defenderse de qué? ¿De una agresión de los Estados Unidos? No, o no solamente: Chávez es el único presidente actual que ha utilizado la televisión pública para amenazar con violencia a sus propios ciudadanos. Antes de las elecciones de gobernadores, recordó a los mirandinos lo que pasaría si “la gobernación fuera tomada por la contrarrevolución”: admitamos que el verbo tomar es una forma rara de describir una victoria en las urnas. En otro discurso amenazó así a los opositores: “Preparémonos, generales, almirantes, soldados, porque los barreremos”.

Así que la retórica de cerrar una cadena por incitar a la violencia no parece tener demasiada autoridad. Pero en el fondo el tema ni siquiera es ése: es la amenaza misma de cerrar un medio. Otros argumentos históricos han sido la crítica que hace esta cadena, o el hecho de que defienda los intereses de la derecha, o los insultos al comandante y a los chavistas, o lo que sea. Aparte de su verdad o falsedad, no valen: en una democracia, esa palabrita que a Chávez le gusta sacarse de la cartuchera cuando le conviene, amenazar a los medios de la oposición no es de recibo. A mí me repugna lo que se dice en el programa de O’Rilley en la Fox, o en el de Federico Jiménez Losantos en la Cope española, o en las columnas de Fernando Londoño: pero ni a Obama, acusado de ser un marxista comunista islamista, ni a Zapatero, acusado de complicidad con Eta, ni a todo antiuribista acusado por Londoño de ser cómplice de la guerrilla, se les ocurriría amenazar con cerrar a nadie. Ésa, supongo, es la diferencia.



elespectador.com

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