La edición de Zoetrope: All-Story dedicada a América Latina, una antología de cuentistas elegidos por Daniel Alarcón y Diego Trelles para la revista de Francis Ford Copolla, es la punta del iceberg de una revalorización de la literatura latinoamericana en el mundo. Al menos así lo piensa Winston Manrique en "Babelia" quien cita otros casos de triunfos latinoamericanos en EE.UU. como los de Roberto Bolaño y Junot Díaz. Dice:
Las miradas vuelven a buscar el continente. Pero no encontrarán el tan profetizado nuevo boom, sino el redescubrimiento pausado y normalizado de un territorio narrativo cuyo talento y calidad de temas y estilos nada tienen que envidiar a lo creado en otros países o continentes. Alejados del tópico tropical que ha circunscrito América Latina a cercas y mojones macondianos, los diez narradores elegidos por Zoetrope se expresan a través de lo mejor que tienen: sus voces creativas en cuentos. Historias. No hay palabras ni declaraciones por parte de ellos. Sólo literatura. (...) No se trata de una lista de los mejores escritores latinoamericanos. Sólo una muestra de la diversidad del actual mapa humano y literario que puebla el continente. De su vocación universal, cosmopolita y multicultural. Sanín, Hasbún, Menéndez, Pron, Bortagaray, Zambra, Ungar, Estrada, Stigger, Zupcic. Nacidos al sur y al norte de la línea del Ecuador, estos autores han bebido de toda la literatura universal, y parecen estar más allá de nacionalismos. Pueden admirar tanto a Jorge Luis Borges como a Toni Morrison, releer a Homero como a Vargas Llosa, reconocer la innovación de Cervantes como de García Márquez, o aprender de León Tolstói como de Alice Munro. Y con influencias tan variadas como la música, el cine o las artes en general. Unos viven en sus países, otros fuera de ellos y alguno en periplo constante. La posibilidad de que estos diez talentos sean leídos en inglés en Zoetrope significa no sólo su puesta en un escenario global o "la entrada al mercado norteamericano", según Daniel Alarcón, sino también la visibilización de la creación plural que brinda un continente. Nostalgia y nostalgias; miedos e incertidumbres; amor, ilusiones o desconciertos; ritmos pausados, ritmos sincopados, ritmos veloces, ritmos propios; historias compactas o fragmentadas, traslúcidas o inquietantes; vidas reales o simuladas, dubitativas; escritores que tratan con sus palabras de describir o comprender el entorno, pero sobre todo de contar, compartir, narraciones colindantes con escrituras clásicas o arriesgadas.
Para Manrique, una arista más de ese éxito fue el interés que despertó en el Hay Festival la presencia latinoamericana en la literatura mundial, que concluyó en ese inovidable evento (al menos para mí, y no solo por cuestiones literarias) Bogotá39:
Este renovado interés por la actual literatura latinoamericana tiene su origen en Bogotá 39, el evento organizado por el Hay Festival en agosto de 2007 que reunió a 39 escritores menores de 40 años en la capital colombiana. Allí se verificó ese vigor literario, pero también se confirmó que para que su literatura se difunda o sea reconocida aún debe pasar por España, que sirve de gran altavoz y avalador. Otro impulso para esta edición especial de la revista de Coppola fue el libro El futuro no es nuestro, editado por Diego Trelles, que reúne veinte relatos de jóvenes escritores latinoamericanos. Zoetrope ha abierto otra ventana a través de la cual si alguien se asoma un poco más podrá ver a otros escritores a cuya vigencia ha contribuido su publicación en España, entre ellos, Jorge Volpi, Santiago Roncagliolo, Guadalupe Nettel, Mario Bellatin, Iván Thays, Edmundo Paz Soldán, Andrés Neuman, Juan Gabriel Vásquez, Wendy Guerra, Gonzalo Garcés o Karla Suárez, varios de ellos con algunos premios. Un panorama al que podrían sumarse otros que, aunque también editados en España, podrían dárseles un poco más de impulso, como Leonardo Valencia, Eduardo Halfon, Álvaro Enrigue o el mismo Daniel Alarcón.
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