24.2.12

El detective traumatizado

Los policías Franck Sharko y Lucie Hunebelle, creados por el autor francés Franck Thilliez, se incorporan a la nueva ola del thriller: la de los investigadores que han sufrido experiencias personales y familiares horrorosas
Franck Thilliez, escritor francés, autor de El síndrome E. foto.fuente:lavanguardia.com

De los grandes arquetipos de detectives en la tradición de la novela de misterio, el primero lo constituye el excéntrico. Lo creó sir Arthur Conan Doyle con su gran Sherlock Holmes, que tantas secuelas ha generado. Este arquetipo lo nutren aquellos investigadores que animan el relato con sus peculiaridades y actitudes curiosas. Deducción extrema y cocaína en Sherlock, acento francés y mostachos en Hércules Poirot, obesidad y orquídeas en Nero Wolfe... Y así llegamos hasta la televisión de nuestros días, con El mentalista y sus trucos, o la resabiada antropóloga de Bones.

El segundo gran arquetipo es el antiheroico. Nos encontramos ahora en el terreno de los detectives desastrados y sin afeitar, caóticos, habitualmente alcoholizados, especialistas en actuaciones que bordean la vulneración de la ley. Lo inauguró brillantemente el Phillip Marlowe de Raymond Chandler y su figura está relacionada con la crítica al establishment. Crece en los años sesenta y setenta hasta dominar casi por completo el panorama (e incorporando versiones femeninas), y también llega hasta la televisión de hoy con series como The wire.

El tercer arquetipo es el del detective profundamente traumatizado. Su auge es reciente y sospecho que tiene que ver con la difusión de un nuevo paquete de teorías psicológicas que se hallan también en la base del éxito de los libros de autoayuda. Si al detective antiheroico las cosas simplemente le iban mal en la vida, al traumatizado lo que le ha ocurrido es realmente horrible, y necesita auténticas dosis de resiliencia para superarlo.

Hasta el momento lideraba claramente este territorio el Charlie Bird Parker de John Connolly, con sus novelas a medio camino entre el suspense y la parapsicología (publicadas en España por editorial Tusquetes), pechando con todo lo que le ocurrió a su primera mujer y una hija (siempre hay cónyuges y descendientes afectados).

Otro ejemplo interesante lo constituyen las novelas de Stephen Woodowth (Editorial Mondadori), con sus inquietantes personajes, los Violetas, médiums utilizados por el sistema judicial para poder presentar el testimonio de los muertos.

Pero la aportación de peso más reciente en este campo es la de Franck Thuilliez. Debo confesar que mientras se celebraba en mi ciudad hace unos días el festival de literatura policíaca BCNegra, yo devoraba uno tras otro los dos novelones que en menos de un año le ha publicado Destino a este autor francés, que no ha venido a Barcelona.

La primera, El síndrome E arranca con su protagonista, el inspector Franck Sharko, sometido a tratamiento psiquiátrico porque por todos lados se le parece el espíritu de una niña inquietante. En la segunda, Gataca, la también policía Lucie Hunebelle tiene que lidiar con un trauma familiar de los insuperables antes de reintegrarse a sus investigaciones.

Sharko y Hunebelle, que trabajan juntos, componen la encarnación del detective traumatizado por partida doble. Thilliez nutre sus argumentos con elementos de divulgación científica, relativos al poder de las imágenes subliminales en la primera novela, y a las derivaciones maléficas de la investigación genética en la segunda. Esa documentación está bien elegida y define bien el mundo de su autor. Pero son sus personajes heridos los que dan el tono de la narración, y el trauma profundo lo que la sostiene.

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