26.5.11

El cielo debe ser despertar en La Habana

Yo la he conocido cuando despertaba en La Habana

La Habana.Plaza de la Revolución.foto:internet.fuente:laprovincia.es

Confesaba Jorge Luis Borges que había cometido el mayor de los pecados: 'No he sido feliz'. Como él mismo nos muestra en uno de sus enigmáticos cuentos breves, 'El Inmortal', y tal cual sostiene Homero ese otro gran fabulador ciego en su 'Ilíada', la felicidad es atributo de los hombres mortales y le está vedada a los dioses, pues exige de la fugacidad, el asombro y la imprevisión. San Juan de la Cruz la busca en el arrebato místico, Platón en la belleza, James Barrie en la infancia, Hélder Cámara en la protección al débil, Joseph Conrad en la aventura, Jack Kerouac en el sexo y Marcel Schwob en el mundo de las profundas bibliotecas. Yo la he conocido cuando despertaba en La Habana.

Durante un par de años disfruté pautadas estancias en el corazón palpitante de ese largo lagarto verde que, en palabras de Guillén navega sobre el mar de Las Antillas, impartiendo clases en las Facultades de Arquitectura y de Diseño Industrial. Aún recuerdo ese momento de habitual desconcierto en el cual al poco de recuperar la vigilia descubría con intensa emoción que despertaba en La Habana. Esa sinfonía que cita Neruda 'todo era vuelo en nuestra tierra' y el aroma del más sensual de los mares, prometía un día más de: cantos, esencia aguda de vida, delicioso mamey como desayuno, daikiri en el Hotel de Inglaterra, viejos libros en los mercadillos de Plaza de Armas, y como cantaba Serrat : '... mulatas por todos los puntos cardinales'.

No derrocharé argumentos contra los tópicos de la propaganda gringa refractaria a reconocer el derecho a la diferencia ni abundaré en las luces y sombras de una experiencia social mejor o peor conocida. Invito al lector a compartir ese momento gozoso alejado de su cotidianeidad allá donde crece la palma y que probablemente inspiró a la Biblia el Paraíso Terrenal. Recuerdo mi última mañanita habanera, era domingo y visité el Museo de Arte Contemporáneo en el cual conversé con un hombretón que me contó haber sido boxeador en España. Luego decidí hacer por postrera vez la senda del turista: terraza del Inglaterra, Floridita, Bodeguita... Un amable mulato, la amabilidad es el deporte nacional, me propuso una ruta alternativa y acabamos en un garito en el cual una orquestilla entonaba la canción de Carlos Puebla dedicada al Che, que según dicen también suena por todos los rincones de Miami, contribuyendo a superar esa confrontación entre barbudos y gusanos que a punto estuvo de desencadenar fuegos artificiales con mísiles nucleares, pero eso ocurrió hace ya medio siglo.

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