20.2.09

¿El nuevo Gran Hermano?


Latitude, la nueva herramienta de Google, el portal más grande de Internet, ha desatado una gran polémica. Su finalidad, rastrear por la red los movimientos de amigos y familiares en tiempo real, ha sido catalogada como la versión digital del "Gran Hermano", eterno vigilante de la novela 1984, de George Orwell.

Los temores de la violación de la privacidad se dispararon de inmediato. Sin embargo, muchos renuncian de manera voluntaria a este derecho cuando de seguirles la ruta a otros se trata. Ocurrió con el celular, después con Facebook y Twitter: con el primero hay una localización inmediata; con el segundo, interacción social al instante, y el lema del tercero, bastante elocuente, es: "¿qué estás haciendo en este momento?". En consecuencia, los defensores de Latitude arguyen que el usuario decide cuándo activarlo y a quién dejar conocer su paradero.

A pesar de que la herramienta es completamente voluntaria, no deben subestimarse los posibles usos indebidos ni los efectos que puede ocasionar en la cotidianidad. Primero con el celular, luego con los mensajes instantáneos, y ahora con las redes sociales, cada vez es más difícil 'desaparecer' a voluntad. Los espacios privados se reducen y las aplicaciones de la red y los aparatos electrónicos invaden hasta los más íntimos rincones de la vida en forma permanente. Con Latitude, la disponibilidad virtual se transforma ahora en la información del paradero del usuario en el mundo físico.

El primer campanazo de alerta ante la nueva herramienta ocurrió en San Francisco hace unas semanas: gracias a la plataforma de mapas de Google, se localizaron físicamente, con dirección y nombre, a quienes apoyaron la Enmienda 8 para evitar los matrimonios gays en E.U. En consecuencia, varios recibieron amenazas de muerte en la puerta de sus casas. Esto no implica que Latitude sea una amenaza per se, pero su alcance debe prever la resistencia de los usuarios a una invasión de la privacidad.

El reversazo de Facebook esta semana, en materia de uso y distribución del material de sus usuarios, revela que la voz de los cibernautas cobra cada vez mayor importancia. Hasta ahora, redes sociales, de música y de video eran una vía ilimitada para el lucro de grandes compañías. Pero el éxito de la protesta mundial para que Facebook dejara de utilizar con fines comerciales fotos, videos, textos y música de los usuarios es una luz de esperanza para quienes creían que la globalización de las comunicaciones venía con el peligroso fin de la privacidad y de los derechos de autor.


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