3.2.17

“Vi en los once libros la violencia bajo todas sus formas”: Leila Guerriero

La periodista argentina habló  sobre su rol como presidente del jurado del premio Biblioteca Narrativa Colombiana de la Universidad Eafit
Es una de las grandes autoras de crónica en América Latina y sus libros, como Los suicidas del fin del mundo y Una historia sencilla, son referencia del género. Foto: Semana.com

Leila Guerriero —periodista, editora, argentina— es generosa. Ya ha dicho en algunas de sus columnas de los diarios El País, de España, y el Mercurio, de Chile, que le molesta el cinismo, esa supuesta forma de inteligencia que se manifiesta en despellejar al prójimo. El miércoles en la noche, en el auditorio Fundadores de la Universidad Eafit, cuando leyó su discurso como presidente del jurado del premio Biblioteca Narrativa Colombiana, exaltó no sólo cada uno de los libros finalistas, sino a los escritores que han tenido el coraje y la humildad de enviar su obra, de ponerla bajo el rasero de un juez.
¿Cómo fue la discusión para finalmente dar como ganadora a Patricia Engel?
Yo como jurado no pienso en estrategias del tipo ‘vamos a premiar libros que estén hablando de determinadas cosas’. Lo que yo busqué fue calidad, calidad narrativa, buen manejo de la técnica, un idioma rico, lo usual, lo que te deslumbra en un libro: la forma y la trama, y eso estaba en los tres libros, que eran súper distintos entre sí —Historia oficial del amor, de Ricardo Silva; Volver al valle oscuro, de Santiago Gamboa; Vida, de Patricia Engel—. El de Ricardo, un libro autobiográfico, de no ficción, una técnica de ir hacia atrás que es muy difícil de hacer; el libro de Santiago con un coro de voces difíciles, bien logrado porque es un tipo profesional, todos los capítulos que hablan de la vida de Rimbaud son grandiosos, toda la novela es muy buena pero yo tengo una fascinación particular por Rimbaud; y el libro de Patricia a mí me gustó mucho desde el principio, un libro sofisticado en su simpleza, muy difícil de hacer porque para mí es una novela fragmentada. Creo que la voz narrativa es muy interesante: femenina pero dura, fuerte, con ingredientes que estúpidamente se suelen ligar a los masculino: la dureza, la libertad para establecer relaciones afectivas, nihilista, en ese sentido conversa un poco con el personaje femenino del libro de Milena Busquets, También esto pasará, me pareció un libro interesante, tiene un humor inteligente, tiene una voz, un estilo.
Siempre me produce una emoción particular descubrir a un autor, porque a Ricardo y a Santiago por supuesto los había leído mucho antes. Es muy lindo ver surgir una voz, ante uno por lo menos, porque ella tiene otros libros. Finalmente la discusión fue muy amena y nos decantamos por este libro. Este era un libro sólido, sofisticado, contundente y por otra parte escapaba un poco a todos los clichés, contaba la historia de una familia de inmigrantes pero desde un punto de vista distinto del que uno está habituado a leer. Siempre se lee la historia del inmigrante sufrido de clase media o baja que no tiene visa, pero Patricia nos presenta una familia instalada cómodamente, pero con desfasaje de desarraigo que se siente todo el tiempo.
Los cuentos de Vida están narrados por Sabina, su protagonista, de quien nos hacemos una imagen por su relación con los demás…
Es todo el tiempo eso, ella de sí misma cuenta muy poco. Hay una falsa sensación de que conocés al personaje, pero en realidad ella suelta muy poco y eso resulta muy interesante, porque el personaje se construye por su relación con los demás. Hay un cuento donde ella se ve en el espejo de la relación que tiene con un profesor de guitarra, ahí se entrevé cosas de su carácter, de su condición. Una cosa dificilísima de hacer.
Señaló usted en algún momento que en los 11 libros finalistas había una estela de violencia…
No me gusta pensar en términos de tendencias, pero sí vi en estos 11 libros el tema político muy fuerte atravesándolos, y el tema de la violencia bajo todas sus formas, desde La Cuadra, de Gilmer Mesa, donde se narra toda esta violencia de Aranjuez, un barrio de aquí de Medellín, que es un libro que me gustó mucho; también hay escenas en Un mundo huérfano, el libro de Giuseppe Caputo, donde aparecen algunos muertos, descuartizados en una ciudad oscura; el libro de Santiago Gamboa atravesado por un montón relacionadas con la violencia tanto en Europa como en Colombia; el libro de Marta Orrantia que narra la toma al Palacio de Justicia de manera novelada. Creo que la realidad está convocando a los autores a hablar de algo, y no es un juicio de valor, sólo señalo eso. A lo mejor es una mirada de alguien que es argentino. Me parece bien esto, porque la literatura de alguna manera refleja la realidad de los países en que vivimos.
En el discurso habló de lo difícil de seleccionar un ganador, ¿cómo fue esa responsabilidad siendo usted presidente del jurado?
Presidir el jurado indicaba que yo venía a dar un discurso, pero todos éramos pares. En la conversación se esperaba que yo dirigiera un poco y eso traté de hacer. Fue una conversación civilizada, la responsabilidad la sentí hubiera sido presidente o no. Era decidir una obra por encima de las otras, eso es una responsabilidad y a mí me parece que está muy bien tenerlas, a veces sale muy bien y a veces muy mal. Es complicado señalar a alguien en algún punto, pero también tiene algo de bonito decir ‘ahora sos vos’. Y para eso están los premios.
En los tres libros había una primera persona muy fuerte, ¿hay una saturación del yo en la literatura actual como señaló Babelia hace poco?
A mí me interesa la literatura del yo, y creo que cada libro necesita una voz narradora determinada y si vos sos un autor de talento y das con esa voz determinada y esa voz es en un yo mayor, hay que hacerlo. Uno no tiene que ser un cobarde, sí puede haber una saturación, pero los libros están más allá de la saturación y de las modas. Me parece que uno tiene que pensar cuando escribe un libro en qué necesita esa historia para ser contada. El tema es qué te están convocando. La de Ricardo es una historia claramente autobiográfca, las otras dos están más matizadas de ficción, aunque claramente Santiago y Patricia han usado sus propias experiencias para escribir sus libros, y esto es algo que siempre pasa. Nadie escribe sentado en Marte.

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