Hace 38 años el escritor caleño se quitó la vida con 60 pastillas de Seconal. Gustavo Álvarez Gardeazabal, entonces dedicado a la literatura, escribió la primer reseña de ¡Que viva la música!
Gustavo Álvarez Gardeazabal, autor colombiano de Cóndores no se entierran todos los días.Andrés Caicedo escribiendo/las2orillas.co,youtube.com |
N.E: Se sabe con certeza que Andrés Caicedo murió sólo hasta involucró a las autoridades respectivas en su momento. Como recuerdo conservaba un ejemplar de El Espacio, donde en tono sensacionalista decía palabras, más palabras menos: Se suicidó excentrico escritor.
El 4 de marzo de 1977 al mediodía y frente a Patricia Restrepo, su
novia, Andrés Caicedo se tomaba sesenta pastillas de seconal. Su cabeza
cayó inconsciente sobre el escritorio en donde había redactado tantas
reseñas de cine, tantos cuentos, tantos proyectos. A su lado estaba el
ejemplar de Que viva la música que le acaba de llegar de Bogotá
en la edición que había sacado al mercado Colcultura. Tenía 25 años y
un futuro promisorio, pero quería vivir rápido y dejar un cadáver
hermoso, tal y como lo habían hecho sus ídolos Brian Jones, Janis
Joplin, Billy the Kid o Jean Vigo.
Murió y dejó obra y entre esa obra está la novela en la que vertió
toda su energía vital, la novela que esperó ver publicada para después
tomar la decisión romántica de quitarse la vida. 10 días después de su
suicidio, el entonces joven escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal hizo la
reseña de Que viva la música, esta es, seguramente, la primera crítica que se escribió sobre la novela póstuma de Caicedo.
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