20.10.09

Gabo, el perseguido

Un Nobel politicamente incómodo
Las noticias sobre los espionajes de la DFS al escritor colombiano son sólo un episodio más en la larga lista de señalamientos, persecuciones y exilios que ha padecido.
Esta es una de las célebres fotos tomadas en marzo de 1981 cuando Gabo y su esposa, Mercedes, parten para México por los supuestos rumores de un auto de detención en su contra. Archivo El Espectador.


Por: Angélica Gallón Salazar
“Gabo fue vigilado por la desaparecida DFS (un equivalente a la CIA o al KGB en México) desde 1967 hasta 1985”, reveló el diario Universal de México el domingo en la noche. Los archivos exponen una conversación captada entre García Márquez y el director de la agencia de noticias cubana Prensa Latina, Jorge Timossi, en la que queda en evidencia que el literato había cedido los derechos de su libro Crónica de una muerte anunciada al gobierno de Cuba. Además, confirman que Gabriel García Márquez era “pro cubano, pro soviético y un agente de propaganda al servicio de la Dirección de Inteligencia cubana”.
Este nuevo y polémico episodio es sólo uno más de la larga lista de espionajes, persecuciones y exilios que ha padecido el escritor de Cien años de soledad, quien durante décadas, sobre todo antes de recibir el Premio Nobel —que para muchos se convirtió en su mejor blindaje—, fue visto con recelo por sus ideas de izquierda y su incómoda proximidad con el dirigente cubano Fidel Castro.
Antes de que estuviera en la mira de la DFS y de la CIA —que también lleva su nombre en muchos archivos—, el escritor colombiano, en 1967, recién publicada su obra maestra sobre Macondo, fue censurado en algunas escuelas y colegios de Colombia por el supuesto contenido soez, pecaminoso y escandaloso de la obra. Su libro, por ejemplo, fue prohibido en un colegio de Zipaquirá, como lo recuerda el candidato presidencial Gustavo Petro. Pero no fue el único plantel educativo donde ocurrió algo similar.
Luego vendría en 1974 la creación de la revista Alternativa, de la que García Márquez no sólo fue su director, sino que encarnó el espíritu ideológico de la publicación. Por eso, en más de un número, casó peleas a muerte contra los promotores y defensores del llamado Estatuto de Seguridad, decretado el 6 de septiembre de 1978 por el entonces presidente Julio César Turbay con el propósito de fortalecer al Estado en su lucha contrainsurgente.
Sus letras duras y directas contra ese régimen especial que le había dado facultades extras a los militares en materia judicial, lo pusieron aún más en la mira de las autoridades, y aunque nunca se supo a ciencia cierta quiénes fueron los autores materiales e intelectuales, también lo hizo víctima, a él y a sus compañeros de la revista, de una bomba que causó serios destrozos en la sede.
La tensión nunca aflojó, al punto que el 26 de marzo de 1981, de mano de unos amigos, “entre ellos unos funcionarios del Gobierno”, el escritor se enteró de que contra él había sido dictado un auto de detención. Gabriel García Márquez y su esposa, Mercedes, partieron al siguiente día para México, en donde sin saber, cambiaron una persecución por otra, esta vez una más soterrada que logró mantenerse oculta hasta estos días cuando se expone en la prensa. Un nuevo episodio que no hace más que revelar cómo Gabo, antes del Nobel (1982), era un personaje para muchos políticamente incorrecto.

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