6.1.14

El colombiano que rescata los tesoros perdidos de Pessoa

Jerónimo Pizarro ha estudiado los manuscritos inéditos del autor del Libro del desasosiego

 
Jerónimo Pizarro: Gracias a este guardador de los papeles de Pessoa la figura del poeta sale reforzada./eltiempo.com
Fernando Pessoa fue un incansable escritor, pero también un acérrimo coleccionador de sus propios textos. El portugués conservaba, de manera compulsiva aunque a veces caótica, textos, poemas, proyectos de escritura, pensamientos literarios, filosóficos, políticos y esotéricos. Todo lo que le pasaba por la cabeza quedó consignado en cuadernos, cuartillas y papeles sueltos, muchos de los cuales se encontraron en un baúl a su muerte.
Atesorar palabras; pocos supieron hacerlo tan bien como Pessoa a través de sus múltiples figuraciones. “Soy un guardador de rebaños. / El rebaño es mis pensamientos / y todos mis pensamientos son sensaciones”, escribió Alberto Caeiro, uno de sus más célebres heterónimos. Un conocido fragmento del Libro del desasosiego atribuye la autoría de la obra a Bernardo Soares, “ayudante de guardalibros en la ciudad de Lisboa”.
Aunque Pessoa produjo abundantemente, publicó poco. Su obra es, ante todo, un descomunal proyecto de escritura, cuya verdadera dimensión se revela a quien tiene la suerte de acceder a los manuscritos. La casi totalidad de su obra es, pues, póstuma, y ha sido reedificada por otros a partir de los escritos originales que inicialmente conservó su familia, y que ahora se encuentran, en su gran mayoría, en la Biblioteca Nacional de Portugal.
Jerónimo Pizarro, profesor de la Universidad de los Andes y titular de la cátedra de Estudios Portugueses del Instituto Camões en esta institución, es una de las personas más cercanas a los manuscritos de Pessoa. El trabajo de este investigador se centra en las áreas de la filología, la edición y la crítica textual. En la actualidad, es uno de los especialistas más reconocidos de la obra del escritor portugués, no sólo en Portugal sino en todo el mundo.
En los últimos años, Pizarro se ha convertido en el guardador más avezado de lo que se conoce como ‘el arca de Pessoa’. Se ha ganado la admiración y el reconocimiento del medio académico gracias a un minucioso trabajo de transcripción e interpretación de los manuscritos, labor que inició hace más de diez años. Conoce como nadie el archivo de la Biblioteca Nacional, constituido por cerca de 30.000 folios, así como los demás documentos que se encuentran dispersos.
Las publicaciones de la obra pessoana a cargo de Pizarro son tan numerosas y diversas como las facetas del escritor. De estas ediciones, una de las más sobresalientes es, quizás, la del Libro del desasosiego, publicada en el 2010 por la editorial Imprensa Nacional-Casa da Moeda. Se trata de la primera edición crítica de la que es, sin duda, la gran obra de Pessoa.
Desde su primera publicación, en 1982, el libro del desasosiego no ha podido descansar en la paz de los estantes de las bibliotecas, por la sencilla razón de que ni siquiera Pessoa tuvo tiempo de visualizar lo que sería su estructura definitiva. Los debates editoriales sobre su forma, contenido y orden siguen aún vigentes, y la edición de Pizarro no ha hecho más que atizar el fuego.
El colombiano logró, ya no armar el ‘rompecabezas del desasosiego’ –empresa intrínsecamente imposible– sino devolverle a este libro sui géneris su identidad inicial, es decir su condición de laberinto textual inconcluso, compuesto por los papeles del famoso baúl. Gracias a un admirable y metódico trabajo de confrontación de los manuscritos, la edición crítica propone un nuevo guión de lectura, enmienda transcripciones anteriores y asigna a cada fragmento del libro una datación comprobada o hipotética, según el caso, además de conservar las normas ortográficas de la época.
En otras palabras, Pizarro comprendió que el interés del Libro del desasosiego reside no tanto en su forma acabada como en los vacíos propios de su carácter fragmentario, que el editor jamás podrá llenar, sino tan sólo señalar. A la edición erudita del 2010 le siguió este año una edición destinada a un público más general, en la prestigiosa editorial Tinta-da-China.
Estamos ante todo un trabajo de orfebre editorial supremamente respetuoso de la fuente, que deja constancia de las incertidumbres cuando la lectura del manuscrito revela dudas y, ante todo, que no se otorga facultades que el texto no le da. Desde que la obra de Pessoa hace parte del dominio público, las reediciones abundan. Con aquellas dirigidas por Pizarro, los lectores de Pessoa pueden descansar: este legítimo guardador de sus papeles procede con una honestidad intelectual tal que la figura del poeta sale indudablemente reforzada.
De paso por Lisboa para participar en el III Congreso Internacional Fernando Pessoa, Pizarro habló con EL TIEMPO.
A propósito de su trabajo con el archivo de Pessoa, ¿cuál ha sido el aspecto más gratificante del estudio de los manuscritos?
Suelo decir que un regreso a las fuentes. En medio de un mundo tan amorfo, tan volátil, tan incierto y tan especulativo, el estudio de los manuscritos de un autor trae tranquilidad: ahí está lo que escribió y la fuente de tantas repercusiones. Claro que después viene el desasosiego: leer la letra, organizar los fragmentos, recordar las dudas irresolubles. Pero el archivo de Pessoa, además de contener textos sorprendentes, es el centro de un laberinto más vasto, el de la posteridad, que sin ese centro tal vez sería un poco más insoportable.
¿En qué momento adquirió conciencia de la verdadera dimensión de los archivos pessoanos? ¿Esperaba encontrar un conjunto de manuscritos tan rico y tan complejo a la vez?
No. La universidad portuguesa no lo prepara a uno para ese mundo paralelo; las librerías, tan invadidas de libros pessoanos, lo ciegan a uno para la existencia de los que aún no existen; y las personas no suelen admitir que ignoran grandes extensiones del mundo en que viven. Por eso me iba cayendo para atrás cuando vi que no reconocía casi ningún texto del archivo y que mi francés y mi inglés tenían que volver a salir a flote; incluso algún latín.
¿En qué se diferencia la edición crítica del ‘Libro del desasosiego’ de las demás ediciones existentes?
Esa edición buscó ser una tercera vía entre la edición inflada de Teresa Sobral Cunha, en que El desasosiego se volvió un cesto y allí fueron a parar todos los papeles que tenían algo de desasosegante; y la de Richard Zenith, que no supo mantener la distancia estética entre la primera fase del libro, más decadentista, y la segunda fase de la obra, casi despoblada de paisajes irreales y transformada en un retrato de Lisboa. Propuse nuevas lecturas, un nuevo orden y dataciones más exactas; pero también defendí que no podíamos convertir El desasosiego en el libro que deseábamos haber encontrado, sino ceñirnos a editar lo que había quedado, así fuera imperfecto o fragmentario. Por lo demás, el Libro se puede leer –es una de las lecturas posibles– como un elogio de la imperfección.
¿Cómo surgió la idea de crear la Colección Pessoa (editorial Tinta-da-China), que dirige actualmente? ¿Por qué razón el ‘Libro del desasosiego’ es el primer volumen de esta colección?
Pessoa estuvo en Portugal mucho tiempo cautivo por editoriales pequeñas y sin gran capacidad de divulgación y distribución. No es el único gran autor que ha caído en redes que le quedan chicas. Tinta-da-China es una editorial con un gran catálogo, que no le da la espalda a Brasil y que le apuesta no a un autor sino a sus obras. El Libro del desasosiego es la gran obra de los últimos años de Pessoa –yo rescato sobre todo los fragmentos posteriores a 1929– y la mejor forma de darle un nacimiento grande a una colección ambiciosa.
Teniendo en cuenta que la obra de Pessoa hace parte del dominio público desde el 2006, ¿qué camino deberá seguir la edición de obras de Pessoa en español? ¿Cuáles han sido las principales novedades en estos últimos años?
Eso hace parte del futuro, sobre el cual suelo guardar reserva porque primero tenemos que llegar a esos instantes ulteriores. Pero hay planes para darles continuidad a las publicaciones más recientes que han aparecido en casi todas las editoriales españolas y latinoamericanas. En Colombia, Tragaluz sigue siendo la casa editora que acogió a Pessoa y la que seguirá dando a conocer muchos otros textos. De El banquero anarquista hay más de diez ediciones en español y sólo la de Tragaluz logró salir del reino de las reimpresiones de un texto estático. Un buen editor nunca quiere más de lo mismo.

Pasión por las letras

Jerónimo Pizarro (Bogotá, 1977) estudió Literatura en la Universidad de los Andes. Es doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Harvard (2008) y en Lingüística Portuguesa por la Universidad de Lisboa (2006). Actualmente es profesor del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes y titular de la cátedra de Estudios Portugueses Fernando Pessoa, del Instituto Camões, en Colombia. Ha sido comisario de la visita de Portugal como país invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá (2013).
FELIPE CAMMAERT. Investigador y docente del Centro de Estudios Comparatistas de la Universidad de Lisboa.

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