16.4.09

La guerra y los niños

El escritor Sasa Stanisic reflexiona sobre cómo se aborda la guerra desde la mirada de un niño



En forma de un decálogo, el escritor bosnio Sasa Stanisic, uno de los invitados al pasado Hay Festival, le respondió a vive.in la pregunta ¿Cómo abordar la guerra desde la mirada de un niño en la literatura?, a propósito de su novela'Cómo el soldado repara el gramófono'.

1. No sé cómo ven los niños nuestras guerras o las guerras en las que los obligamos a participar. No sé cómo cuentan o recuentan lo que ven. Probablemente hay tantas maneras de lidiar con lo que ven y lo que no ven, como niños teniendo que sufrir a causa de lo que ven y lo que no ven. Probablemente la mayoría de ellos no habla mucho, sólo espera en silencio a que se acabe ese infierno.

2. Sí recuerdo algunas cosas de las que vi cuando era niño y me escondía de las bombas en el refugio del sótano, o me asomaba por la ventana cuando dejaban de caer cosas en el techo o en nuestros puentes. En esa época habría querido olvidar la mayoría de las cosas que vi.

3. Una vez encontré una araña en un rincón del sótano. La araña era gris con negro y no parecía inmutarse con las bombas ni los gritos y los disparos en medio de la noche. Yo la observaba, la visitaba casi a diario. Me preguntaba cómo se alimenta una araña. Atrapaba moscas para ella. Me sentaba debajo de la telaraña a esperar que el infierno terminara.

4. No recuerdo la mayor parte de las cosas que mis padres me decían que hiciera o no hiciera cuando estuviera entre los tanques, rodeado de armas. No recuerdo lo que los soldados nos decían que hiciéramos o no hiciéramos cuando ellos estuvieran a nuestro alrededor. Quisiera haber tenido la capacidad de entender el lenguaje de las arañas, la primera vez que entraron los soldados a nuestra casa. Su voz habría sido más sincera que mis recuerdos y mi imaginación de hoy.

5. No creo que un niño reconozca una verdad más grande en medio de la guerra o la violencia debido a su ingenuidad y, en consecuencia, a su supuesta perspectiva no contaminada. Es fácil influenciar a los niños y estos a menudo siguen las opiniones de sus compañeros, sin importar lo "equivocadas" que puedan estar. Su falta de conocimiento político, militar e histórico también interfiere con su capacidad de tener una comprensión más exhaustiva, más global, y hacer un juicio moral. Y esa es la razón por la cual la perspectiva de un niño es tan importante en cualquier guerra: la sencillez con que juzga a un perpetrador y a una víctima, la perspectiva moral e incontaminada que tiene de un abuso que ha presenciado, su talento para hacer las preguntas equivocadas y tener reacciones espontáneas y libres de prejuicios y, lo más importante: su impulso a contar historias que tratan las experiencias radicales de la guerra de manera imaginativa. Sus reacciones ingenuas son correlato de esa suposición, igualmente ingenua, de que cada bala que se dispara es una bala de más, independientemente de las razones políticas o históricas que la apoyen, o de las razones del narcotraficante que esté detrás.

6. Los niños tienen sus propias categorías de lo que está bien y lo que está mal. En muchos sentidos esas categorías son falsas y, sin embargo, son ciertas en lo que tiene que ver con la creencia de que no hay peor verdad que la violencia y la atrocidad. Al ver una historia a través de los ojos de un niño, un escritor deja en manos del lector el trabajo de sacar las conclusiones morales. Un niño señala con el dedo: primero señala una escena de guerra y luego señala al lector.

7. Sean cuales sean las razones que llevan a un conflicto armado, los que más sufren siempre son los inocentes y los que menos se pueden proteger. Sin embargo, es inmensamente importante no victimizar a los inocentes. Todos simpatizamos con los niños; las pérdidas de los niños son las más importantes. Todos sabemos eso y no necesitamos que un escritor nos lo recuerde.

8. Cuando yo tenía 10 años y vivía en lo que en esa época se llamaba Yugoslavia, mi padre me dio un cuaderno pequeño y me dijo que si yo escribía todo lo que me sucedía, las cosas importantes, las cosas hermosas, las cosas que me daban miedo, esas cosas nunca caerían en el olvido, siempre seguirían siendo hermosas y se volverían menos asustadoras. Así que escribí. Siempre lo hice. Al comienzo escribía cosas personales e himnos acerca del comunismo. Más tarde comencé a escribir sobre la araña en el sótano y el sonido de las bombas y cómo le dispararon a un caballo.

9. Todavía no sé cómo ve la guerra un niño. O la importancia. O la belleza. O el miedo. No tengo idea de las diferencias entre el pensamiento de un niño de 10 y uno de 12 años. Escribí a través de los ojos inocentes de un niño sin tener ninguna noción acerca de si la psicología de mi protagonista se adecuaba a su edad. Esa es la razón por la cual él ni siquiera tiene una edad específica. Escribí la historia de un niño porque necesitaba que el niño creciera y entendiera todas las cosas que no entendía antes. Yo mismo quería entender. Creo que las cosas importantes, las cosas hermosas, las cosas asustadoras necesitan ser contadas a veces por alguien que todavía no ha experimentado la escala completa de la importancia, la belleza y el miedo. La literatura siempre está ahí para que las cosas no caigan en el olvido, para que siempre permanezcan hermosas y se vuelvan menos asustadoras.

10. Escribí un libro en el cual dejé que un niño llamado Aleksandar explicara cómo suena la explosión de una granada. Es un sonido restringido y suave. Le pregunté a un amigo que pasó algún tiempo conmigo en el refugio del sótano si él estaba de acuerdo con eso y dijo: No, en absoluto.

El autor

Sasa Stanisić nació en 1978 en la extinta Yugoslavia, en Visegrado, ciudad que ahora pertenece a Bosnia-Herzegovina, en 1978, de madre bosnia y padre serbio. En esta ciudad a orillas del Drina y su viejo puente medieval transcurrió toda su infancia. Poco después de estallar la guerra de los Balcanes, en 1992, Stanisić huyó a Alemania con su familia.

En 1998 sus padres emigraron a Estados Unidos, pero él permaneció en Heidelberg, donde completó sus estudios de Filología Alemana y Eslava. Posteriormente, continuó su formación e impartió clases en Estados Unidos.

Desde 2004 compagina la escritura con su doctorado en Literatura Dramática y Nuevos Medios en el Deutsches Literaturinstitut de Leipzig.

Ha obtenido numerosos premios y becas, entre ellos el Premio de los Lectores en el certamen Ingeborg Bachmann de 2005, y en la actualidad es escritor residente en la Universidad de Graz en Austria.

Con su primera novela, 'Cómo el soldado repara el gramófono', traducida a veinte idiomas, fue finalista del Premio Alemán del Libro 2006. La novela ha sido aplaudida por la crítica internacional.

'Cómo el soldado repara el gramófono'
Sasa Stanisić
Editorial Alfaguara
eltiempo.com

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