15.11.12

Todorov y Alberto Manguel, animadores en Valparaíso

En la segunda edición del festival interdisciplinario Puerto de ideas, en Chile, el búlgaro recordó su juventud en un régimen totalitario. El argentino evocó a Borges

Alberto Manguel. Fue el encargado de inaugurar el festival y habló sobre los errores literarios./Jimena Castro Valdés.
Tzvetan Todorov. "Todo estaba controlado por el Partido". Jorge Villa Moreno./Revista Ñ

Uno de los grandes desafíos de los festivales culturales es el de integrar lo que sucede en el evento a la ciudad. Es difícil: los congresos, coloquios y ferias del libro tienden a separarse de la ciudad que los rodea más que a penetrarla. A esa especie de toma de la ciudad pareció apuntar la segunda edición del Festival Puerto de Ideas, que terminó ayer en la ciudad chilena de Valparaíso. La abigarrada oferta de tres días de festival ocupó cinco sedes estratégicas de la ciudad, patrimonio de la humanidad, como el atrio de la Iglesia La Matriz o el Museo Lord Cochrane, con sus terrazas semicirculares, que funcionan como mirador de la bahía, y desde donde un grupo de afortunados suele recibir el año nuevo. Pero ¿qué pasó en el festival?
La apertura, luego de las palabras oficiales, estuvo a cargo del escritor argentino-canadiense Alberto Manguel. Durante cerca de una hora, disertó acerca de las imperfecciones, los errores, las omisiones y lo inconcluso en el proceso literario. Con la figura de Borges como eterno fetiche de sus textos ponencias, Manguel ponderó la idea del fracaso por sobre el éxito, que parece un objetivo más emparentado con el mercado y el capitalismo que con la literatura o el pensamiento. Una cita de Beckett condensó su charla: “Fracasar, probar de nuevo, fracasar mejor”.
El sábado la cosa empezó temprano con una charla de la narradora española Almudena Grandes (ver recuadro). A pura improvisación, contó con humor e intensidad política el modo en que escribió sus libros más importantes, con el foco puesto en su “ work in progress ”: un fresco de seis novelas sobre los años de la posguerra española. El proyecto se puede insertar en una tradición de grandes narradores realistas y sociales de España, cuyo referente es Benito Pérez Galdós y sus Episodios nacionales .
El evento más esperado, en el que el auditorio explotó de gente, fue la entrevista pública al pensador búlgaro Tzvetan Todorov, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008. En una ex cárcel devenida en parque cultural, donde el año pasado se presentó Julia Kristeva —otra búlgara exiliada en Francia—, Todorov se dio el lujo de rememorar su formación en una autobiografía en miniatura: “En la Bulgaria de mis años de formación, todo, lo que se debía pensar, lo que se podía decir, estaba controlado por el Partido. Esa realidad no era muy alentadora. En ese contexto, empecé a interesarme por la materialidad de la obra literaria: cómo se hace un poema, una novela. A los 24 años tuve la oportunidad de ir a formarme al exterior. Elegí París. Al principio estaba desorientado; el sistema educativo francés es muy complicado. Nadie parecía orientarme en lo que a mí me interesaba. Después de unos seis meses, alguien me dijo ‘hay un profesor que se interesa por las mismas cosas que vos. Se llama Roland Barthes’. Cuando lo conocí, me pareció un hombre muy generoso y muy amable”. Luego habló sobre los totalitarismos y las democracias, su tema clave de las últimas décadas.
Lo interesante del Puerto de Ideas es que no es un festival únicamente de literatura. En una tendencia que viene creciendo en los festivales europeos en los últimos años, la apuesta está en el cruce: biólogos, arquitectos, teóricos, escritores, músicos, artistas plásticos... los géneros y las disciplinas confluyen, y la idea es que de ese cóctel surja la epifanía. Así, un director de orquesta como Eduardo Browne desmenuzó las invasiones inglesas de música pop; un abogado como Agustín Squella habló del concepto de igualdad y un biólogo marino como Ricardo Letelier trazó la historia de una gota de agua. “En una gota —dijo— hay 50 millones de células vivas, y todas están haciendo algo”. Agregó, además: “La tierra tiene 4 mil millones de años. De solo 100 mil años tenemos constancia del homo sapiens. Eso equivale a tres segundos de un día”.
A diferencia del año anterior, la convocatoria fue más acotada. Pero a medida que las conferencias y los encuentros iban discurriendo, empezaron a aparecer los jóvenes, que son los que pueden capitalizar un festival con mayor fervor, y las salas se fueron conectando con esa electricidad tan asociada a la cultura portuaria de Valparaíso.

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