El escritor rememora con nostalgia los vínculos que lo unieron –y separaron, en algunos casos- con Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes
Vargas Llosa dice que "el boom no fue solo un movimiento literario, también político"./aviondepapel.tv. |
Ayer, Mario Vargas Llosa confesó que sentía “un angustioso privilegio” de ser uno de los pocos supervivientes del boom
latinoamericano. No en vano, muy pocas generaciones literarias ha
podido unir a todo un continente y a una lengua hasta convertir sus
letras en un hito global.
Julio Cortázar, Carlos Fuentes (ambos fallecidos), Gabriel García Márquez y el propio Mario Vargas Llosa (ambos premios Nobel) lograron dicho hito en la década de los 60.
De ahí que las palabras de Vargas Llosa tuvieran un compás de cierta
nostalgia por aquella época “de fraternidad” y de sueños cumplidos por
“realizar una vocación” como era la literaria.
Nadie –dijo Vargas Llosa- sabe con certeza quién acuñó aquella
etiqueta generacional hoy tan universal. Sin embargo, el escritor
hispano peruano sí recordó cuando murió el vínculo.
“¿Cuánto duró el boom? No menos de 10 años. Se clausura con la política. El caso Padilla fue deshaciendo una empresa común y fraternal”, sentenció Vargas Llosa, como quien escribe un epitafio.
El caso Padilla hace referencia a Heberto Padilla, un escritor represaliado por el Gobierno de Fidel Castro en Cuba,
hecho que dividió a muchos intelectuales de la época y, según Vargas
Llosa, finiquitó “los lazos de unión” de aquella generación literaria.
“No digo que la literatura
latinoamericana entrara en recesión, sino que aquella empresa común
pasó a ser una empresa individual”, matizó el Premio Nobel de
Literatura.
Antes de ubicar en el calendario la fecha de la muerte del boom, Vargas Llosa trazó esos vínculos que le unieron -y, en ciertos casos, separaron- con cada uno de los escritores del boom.
Elogió la creatividad de Julio Cortázar, pero también mencionó la mutación del autor de Rayuela hacia lo que denominó “un revolucionario juvenil e ingenuo de 60 años”.
Rememoró también la emoción que sintió al conocer a Jorge Luis Borges y la frase que éste le respondió cuando le preguntó ¿qué es para usted la política? Y Borges le contestó: “Una forma de tedio”.
O cómo Gabriel García Márquez estaba “aturdido” por el gran éxito de Cien años de soledad, una novela que se convirtió en libro global y que “leyeron hasta las piedras”.
Evocó también al “seductor nato y trabajador incansable”, llamado
Carlos Fuentes, una de las figuras literarias que, en su opinión, más
hizo por unir a los escritores latinoamericanos. No en vano, Fuentes
convenció a Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa de que escribieran
cada uno su propia novela sobre un dictador de su país, idea que no
culminaron, por lo menos, no en aquel momento.
Recordó Vargas Llosa también a Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, João Guimarães Rosa…
Recordó que un día Barcelona era la capital de Latinoamérica.
Recordó que todos los escritores latinoamericanos sabían que “allí había que estar” para que te publicaran en España y, luego, en toda América Latina.
Recordó que gracias al editor Carlos Barral y a la agente literaria Carmen Balcells todo pudo ser posible.
Recordó, hasta que puso punto final a un discurso, y a la nostalgia.
“El boom ya es historia y la mejor prueba es este encuentro”, dijo.
“Este encuentro”, al que se refería Vargas Llosa -y donde pronunció estas palabras- era la inauguración de El canon del boom, en Casa de América de Madrid, acto que contó con la presencia de los Príncipes de Asturias y el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle.
Este congreso literario también recorre varias universidades
españolas del 6 al 10 de noviembre, para celebrar el 50 aniversario de
una explosión literaria, aquella explosión que alguien acuñó
-curiosamente- con un anglicismo.
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